El triángulo de la violencia. Una herramienta de análisis

Para Galtung la paz no es contraria al conflicto. Es para él posible vivir en una sociedad donde diferentes colectivos tengan intereses incluso contrapuestos, pero siempre que este conflicto se exprese y se desarrolle por medios pacíficos. Para que esto sea posible es necesario asegurar cuatro necesidades básicas.

Las necesidades de supervivencia y bienestar son fundamentales para asegurar la vida y la integridad física de la persona, sin ellas es imposible ni siquiera empezar a considerar hablar de paz. Pero no menos importantes son las de identidad y de libertad.

La necesidad de identidad es la que tenemos todos en cuanto parte de un colectivo o de una comunidad. Tenemos una cultura compartida que debe ser respetada y contar con oportunidades de desarrollo. Cuando esta necesidad no está satisfecha también se está generando algún tipo de violencia que impide la paz.

Y, por último, la necesidad de libertad se centra en el individuo. Si la anterior lo entendía como parte de una comunidad, esta expresa la posibilidad de independencia frente a cualquier grupo homogeneizador.

Estas necesidades se pueden ver atacadas desde tres formas de violencia diferentes que se estructuran en lo que se ha llamado el triángulo de la violencia.

Estamos acostumbrados a reconocer los aspectos visibles de la violencia. La sección de sucesos nos muestra en cada telediario situaciones de peleas y agresiones de diverso tipo; y la política internacional se presenta cada vez más como un recuento de muertos y destrucción.

Contra las necesidades de supervivencia y de bienestar

Esta violencia atenta contra las necesidades de supervivencia y de bienestar. Cuando hay grupos humanos que sufren condiciones de miseria y enfermedad por causa ajena, cuando otros viven en situaciones de acoso, e incluso sufren mutilaciones. Son situaciones tan claras de violencia que es difícil no verla ahí.

Contra la necesidad de identidad

Sin embargo, también son formas de violencia directa cuando se atenta contra la necesidad de identidad a través de la creación de una ciudadanía de segunda con derechos restringidos, o limitada frente a los privilegios de otro colectivo. Cuando determinados colectivos son obligados a ocultar sus rasgos de identidad, o asumir una cultura dominante para poder acceder a los beneficios de la sociedad.

Contra la necesidad de libertad

Y, por otro lado, la represión, la detención y la expulsión son formas de violencia directa contra la necesidad de la libertad.

La violencia directa es fácilmente detectable, sin embargo, es tan solo la punta del iceberg de una situación de violencia estructural y cultural que permite que esta se desarrolle. Veamos cómo identificar estas otras dos formas de violencia.

Este tipo de violencia se ejerce a través de las instituciones de una sociedad. Lo vamos a ver, como en el caso anterior, a través de la forma que tiene de atacar las necesidades básicas.

Contra la necesidad de supervivencia

Hay aún hoy en día sociedades que cuentan con sectores de la población que viven en una situación de explotación que les cuesta la vida. Es lo que Galtung ha llamado “Explotación A”. La nuestra es una de ellas. En nuestras ciudades encontramos personas explotadas a través de la trata de blancas, o centros de trabajo ilegal, que viven en situaciones límites. Son las formas modernas de la esclavitud.

En otras sociedades y momentos históricos, la esclavitud estaba regulada por ley y se contaba con ella como fuerza productiva para el desarrollo. En la nuestra, si bien este nivel de estructuración no se da, y son prácticas ilegales, la realidad es que su abundancia solo es posible gracias a una estructura que permite su funcionamiento.

Contra la necesidad de bienestar

Galtung llamó Explotación B a aquella forma de violencia estructural que atenta contra la necesidad de bienestar. Se da cuando existen sectores de la población que viven en situaciones que imposibilitan el acceso a la salud, se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo en condiciones miserables, sin seguridad laboral, y son perseguidas indirectamente por las deudas. Si bien no están en condiciones de esclavitud, la propia estructura social, con sus instituciones laborales, bancarias, de vivienda, etc, mantienen a este sector de la población en una situación de explotación que impide satisfacer la necesidad de bienestar.

Contra la necesidad de identidad

También sucede que sistemáticamente hay culturas dentro de una sociedad a la que se les cierran las puertas impidiendo su expresión a través de la legislación, o incluso se fomenta el abandono de sus valores culturales a través de programas educativos. La alienación se observa en aquellas familias, cuyos hijos reniegan de los valores culturales de sus padres atraídos por nuevos valores que se transmiten a través de las estructuras del estado o del mercado.

Contra la necesidad de libertad

Pero la estructura también puede atacar la libertad individual. Esto sucede cuando a través de factores externos, sociales, económicos o culturales se desmotiva, limita o condiciona esta libertad. El efecto es que los individuos no cuentan con la capacidad de movilizarse para luchar por sus derechos.

La violencia cultural es el tercer vértice del triángulo, y es la que hace posible las otras dos, puesto que las legitima. Se da a través de las formas de hablar, de los relatos que circulan sobre los colectivos con necesidades insatisfechas.

La encontramos en estereotipos, a veces en la música, en chistes, en el cine… Cosas que se dicen sin importancia, son sin embargo las que, cuando surge el conflicto, permiten que los demás se queden en silencio ante la violencia, o que  la persona que la ejerce se sienta justificada, e incluso que quien la padece, merecedora de ella.

Así, por ejemplo, encontramos situaciones en las que un sector completo de la población se considera elegido por Dios frente a otro que no lo es, y, de esta manera, entiende que tiene justificados privilegios sobre los demás. O también, encontramos mujeres que se culpabilizan por no ser buenas amas de casa o buenas madres, y cuando surge un conflicto por el cuidado de sus hijos son incapaces de no cargar con la culpa de no haber cuidado bien. Los ejemplos son muy abundantes.

Una forma de utilizar el triángulo es observar con el grupo una película donde la violencia es un tema central. Si se trata de una película realista y que profundiza en el tema será fácil identificar aspectos de violencia directa, estructural y cultural.

En esta ocasión os propongo que mostréis a vuestro grupo La ola. Basada en hechos reales, nos muestra el caso de un profesor que propone a sus estudiantes un experimento de aula. Se trata de introducir estructuras de gestión del aula semejantes a las que habría en una sociedad autocrática; con esto busca dar a sus estudiantes la oportunidad de vivenciar y criticar esta forma de organización política.

Será fácil detectar el proceso por el que se crean las formas estructurales de la violencia, y estas permiten que se exprese la violencia cultural que ya estaba desde el principio. Finalmente, con la base cultural y estructural armada, la violencia directa aparece y llega hasta límites sorprendentes incluso para los mismos protagonistas.

¿Te gustaría comentar alguna escena de la película en concreto?

¿Conoces más películas donde vendría bien una herramienta para el análisis de la violencia?