Cómo Cataluña puede mejorar en las pruebas PISA
En las últimas pruebas PISA, las del año 2022, Cataluña fue la comunidad autónoma que más puntos bajó en los tres aspectos examinados, pasando de ocupar la posición 6 en 2015 a ocupar la posición 14 en 2022, quedando solo por encima de las tres últimas comunidades: Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias. En cambio, la comunidad autónoma de Castilla y León se sigue manteniendo en las pruebas PISA como la comunidad que mejores resultados obtiene a nivel de España. Ha obtenido 501 puntos de media frente a los 469 puntos obtenidos por Cataluña, es decir 32 puntos más. Como en PISA cada 20 puntos de diferencia equivalen a un año de escolarización, la situación es que el nivel de los alumnos de 13,5 años de Castilla y León es el mismo que el que alcanzan los alumnos de Cataluña a los 15 años.
Los resultados de Castilla y León son comparables a los de los mejores países del mundo. Si fuera un país, en las pruebas PISA de 2022 en matemáticas sería el quinto país del mundo, en ciencias sería el séptimo y en lectura sería el noveno. La conclusión es obvia: los malos resultados de Cataluña no se deben exclusivamente a que España tenga una mala ley de educación, que lo es, sino a que la gestión educativa que se ha hecho en Cataluña ha sido muy mala y durante muchos años. Esto da a la nueva consejera de educación catalana, la socialista Esther Niubó, una clara posibilidad de mejora, una oportunidad que debería aprovechar en bien de todos.
Es evidente que si se hacen las mismas cosas que siempre se han hecho, lo esperable es que los resultados no cambien. Hay pues que hacer cosas distintas y la primera es abolir todos los dogmas educativos actuales en Cataluña, como son: que se puede aprender sin esfuerzo, que solo se puede enseñar si antes se ha conseguido motivar al alumno, que no hace falta aprender conocimientos sino que lo importante es saberlos aplicar, las llamadas competencias básicas, que no hay que hacer exámenes finales porque los alumnos pueden suspenderlos aunque sepan, que no se ha de hacer repetir curso aunque el alumno suspenda muchas materias, que el alumno no ha de aprender conceptos sino aprender a aprender, que hay que evitar aprender cosas de memoria porque luego se olvidan, sino solo a razonar, etc. Todo lo anterior son las falsedades educativas de ese mundo feliz del sin esfuerzo que han llevado a Cataluña a su actual fracaso escolar. Por lo tanto, para mejorar sería un gran error recurrir a las mismas personas que todavía las defienden y las aconsejan al Departamento de educación, como hizo la anterior consejera.
La estrategia educativa que con tanto éxito se aplica en Castilla y León pivota en tres aspectos: ampliar las opciones de formación permanente del profesorado, aumentar su libertad de innovación pedagógica acompañada de una evaluación de sus resultados y el establecimiento de cursos de refuerzo para los alumnos con más dificultades. Lamentablemente estas medidas no serían suficientes para mejorar la enseñanza en Cataluña, porque aquí tenemos otros problemas mucho más graves que hay que solucionar primero. Estos son los siguientes:
- La falta de estímulos que tienen los alumnos para esforzarse más en estudiar y aprender. Este es el gran problema del sistema educativo catalán. Afortunadamente se podría solucionar con relativa facilidad si se aprovecharan las pruebas de competencias básicas que el Departamento realiza desde hace ya muchos años al final de la enseñanza Primaria y al final de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Para que estas pruebas fueran realmente eficaces, se debería establecer que comprendan todas las materias, que su aplicación y corrección la hicieran profesores externos a los centros y que sus resultados tuvieran que ser tenidos en cuenta por el centro, en un grado suficiente, en el momento de calcular las calificaciones finales de Primaria y de ESO de sus alumnos, que son las que les permiten o no pasar a la etapa siguiente. La inspección educativa debería ser la responsable de comprobar que los centros tienen en cuenta sus resultados en las pruebas de competencias básicas.
En la actualidad, al no tenerse en cuenta estos resultados, acceden a la ESO muchos alumnos de Primaria que carecen de los conocimientos suficientes para aprovechar dicha etapa, y lo mismo sucede en el Bachillerato y en la FP de grado medio a los que acceden bastantes alumnos de la ESO sin la preparación mínima necesaria. Si las pruebas de competencias básicas se hicieran así, los alumnos tendrían un estímulo para esforzarse en aprender, para así poder superar estas pruebas y poder acceder a la etapa siguiente.
- La falta de itinerarios de diferente dificultad a partir de los primeros cursos de la ESO. La existencia de estos itinerarios permitiría a los alumnos elegir el itinerario educativo que más se adecuara a sus capacidades e intereses, sin que los centros se vean obligados a rebajar los niveles de exigencia a todos los alumnos, para que así no les aumente el número de alumnos repetidores. El saber que según sean las calificaciones se puede acceder o no a determinados itinerarios, sería otro gran estímulo para que el alumnado se esforzara más en aprender.
- La falta de información a los padres por parte de la Consejería de Educación, del rendimiento académico de los centros en las pruebas de competencias básicas que se realizan al final de la enseñanza Primaria y al final de la ESO. Poner esta información a disposición los padres antes de matricular a sus hijos en un determinado centro, es fundamental para estimular a todos los centros a mejorar. No hace falta hacer un listado ordenado de todos los centros según sus notas medias, sino que sería suficiente establecer cuatro niveles (A, B, C y D) e informar en qué nivel está cada centro y su tendencia actual, es decir si está mejorando o no. Para que las pruebas de competencias básica de final de Primaria y de final de ESO puedan servir para este fin, como ya se ha dicho antes, no deberían ser aplicadas y corregidas por el profesorado del propio centro, sino por funcionarios docentes externos. Por otro lado, esta información permitiría a los padres que ya tienen matriculados a sus hijos en un centro, detectar si las calificaciones que les dan dichos centros realmente reflejan los conocimientos adquiridos por sus hijos o son más altas para disimular la ineficacia educativa del centro.
- La falta de posibilidades de todos los alumnos de poder empezar la escolarización en la misma lengua que se habla en casa. En la actualidad los alumnos catalanohablantes pueden estudiar en su lengua materna, lo cual está muy bien, pero en cambio, sus compañeros de aula castellanohablantes se encuentran obligados a aprender, desde el primer día de su escolarización, en una lengua distinta a su lengua materna. Esto les perjudica académicamente, ya que como mejor se aprende es utilizando la misma lengua que se utiliza en casa. Este modelo también perjudica a los alumnos catalanoparlantes, ya que están en la misma aula que los castellanohablantes, que al estar perjudicados por no poder utilizar su lengua materna tienen un rendimiento académico menor. La solución para evitar este perjuicio es que todos los alumnos estudien en su lengua materna, con una asignatura de la otra lengua cooficial, en las dos etapas iniciales, la Infantil (0 a 5 años) y la Primaria (6 a 11 años). Posteriormente, en la ESO (12 a 15 años), una vez ya superada la etapa de la lectoescritura, es cuando se podrían juntar a todos los alumnos e impartir asignaturas en las dos lenguas cooficiales, para que todos los alumnos acaben su enseñanza obligatoria pudiendo utilizar con soltura las dos lenguas.
Las próximas pruebas PISA se aplicarán dentro de pocos meses, en la primavera de 2025, por lo que, aunque se pusieran en marcha este mismo curso las propuestas anteriores, no influirían en los resultados, pero sí se notarían en los resultados de las pruebas PISA de 2028. Si se aplicaran estas propuestas, es muy probable que en ese año Cataluña fuera la comunidad autónoma que experimentara la mayor mejora de todas ellas.