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¿Fomentas el pensamiento o el debate?

Fomentar el pensamiento y el debate es importante en nuestras democracias. Pero no siempre las dos se ayudan una a la otra. En este artículo te mostraré la importancia del pensamiento crítico introduciendo algunos de sus elementos.
Ársel ÁlvarezMiércoles, 4 de septiembre de 2024
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¿Cómo pensar críticamente?
Pensar o debatir

Tanto en educación como en política se llega a creer que, cuando se está debatiendo un asunto, se está pensando. Como si debatir fomentase el pensamiento. Y, aunque es verdad que para debatir se requieren herramientas lógicas y de argumentación, saber escuchar y separar la información, así como interpretar y analizar el discurso, y muchas cosas más… en el debate cada uno tiene una posición de partida que trata de defender. Por esta razón, quien debate suele evitar cuestionarse su punto de partida, y, al menos en esa parte, deja de pensar y corre el riesgo de volverse dogmático.

En este artículo presentamos el pensamiento crítico. Algo que puede servir para el debate, pero que lleva en sí mismo el compromiso de analizar y cuestionar el propio pensamiento. Conozcámoslo a través de una herramienta que podremos utilizar con nuestro grupo, tanto si queremos invitarlo a debatir como si queremos profundizar más.

¿Cómo se define el pensamiento crítico?

Si buscas en internet verás que las definiciones son diversas. Todas coinciden en que se trata de una forma de pensar sobre un tema, pero que, al mismo tiempo, lo hace consciente de los propios procesos del pensamiento. Sin embargo, se diferencian en cuanto a qué es el pensamiento (si es una capacidad, o un proceso, una habilidad…); y, sobre todo, difieren sobre qué quiere decir “ser crítico”.

“Ser crítico” tiene para todo el mundo dos sentidos, uno el de analizar detenidamente y otro el de señalar defectos. Y, de la misma manera, para algunos el pensamiento crítico es sobre todo una herramienta que te ayuda argumentar mejor, mientras que para otros tiene la virtud de poner en duda tus propias ideas. Ambos enfoques son muy distintos, la primera entiende el pensamiento crítico como un medio para lograr un objetivo, la segunda como un fin en sí mismo que puede cuestionar hasta los puntos de partida.

La definición que te voy a dar ahora pertenece a una corriente más pragmática, que toma el pensamiento crítico como un medio. La proponen Richard Paul y Linda Elder en el libro que comparto más abajo.

El pensamiento crítico es ese modo de pensar –sobre cualquier tema, contenido o problema– en el cual el pensante mejora la calidad de su pensamiento al apoderarse de las estructuras inherentes del acto de pensar y al someterlas a estándares intelectuales.

A continuación, te explico aspectos importantes del pensamiento crítico a través de algunos de los elementos que lo componen según estos autores.

 

¿De dónde vienen nuestras opiniones? (Información)

Una distinción tradicional e importante es la que se hace entre los datos y las opiniones. Y no es fácil (por mucho que lo parezca). No lo es porque la mayor parte de las cosas no las conocemos por experiencia directa, sino por la información que tenemos de ellas, y, además, porque incluso nuestra experiencia nos aporta una visión muy limitada de los hechos.

De esta manera, ocurre que solemos intercambiar información con personas con las que compartimos una misma perspectiva, y así nos reafirmamos una y otra vez en nuestras opiniones llegando a tomarlas por hechos contrastados. Caemos en lo que se llama “sesgo de confirmación”, por el cual, atendemos solamente a aquella información que confirma nuestras creencias, y el resto, en muchos casos, ni siquiera llegamos a registrarla. Así, el conocimiento que tenemos no solo es muy limitado, sino que, además, lo creemos como la única verdad posible.

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¿Has notado que en los debates cada grupo silencia las discrepancias internas?

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Un buen punto de partida, señalan los autores, es evidenciar en qué información se fundamentan nuestras opiniones. Puesto que la realidad suele ser compleja, debemos desconfiar de aquellas opiniones que, aunque se presenten como conocimiento, no toman en cuenta la pluralidad de hechos o datos.

¿Siempre estamos pensando? (identificar supuestos)

La realidad es que no siempre estamos pensando. Cierto que tenemos pensamientos, pero se dan de manera automática. Utilizamos ideas que han funcionado antes, o a las que estamos acostumbrados, sin cuestionarlas. Y esto tiene un sentido, pues, considerar cada una de las ideas que utilizamos a lo largo del día, supondría energía y un tiempo del que no siempre disponemos.

Así, cuando llega el momento de formarse una opinión sobre cualquier asunto, partimos de estas ideas previas que es posible que jamás hayamos pensado verdaderamente. Son nuestros supuestos. Estos, como ocurre en el iceberg, sustentan bajo la superficie nuestras opiniones (e incluso nuestras acciones) sin que nos hayamos dado la oportunidad de analizarlos.

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¿Has observado que a lo largo del debate cada grupo se radicaliza en sus posiciones iniciales?

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Según los autores, volvernos conscientes de nuestros supuestos no implica renunciar definitivamente a ellos, pero sí tener en cuenta que no son verdades absolutas y que otras personas pueden elaborar sus opiniones desde de puntos de partida diferentes. Un pensador crítico debería ser capaz, al menos, de reconocer los supuestos en los que se basa su razonamiento y comprender que desde otras perspectivas son cuestionables.

¿Debate o pensamiento crítico? (pluralidad de perspectivas)

No es suficiente con justificar razonadamente nuestras opiniones. El poder de la razón puede estar también al servicio de la retórica cuando tiene la finalidad de convencer al otro de nuestra propia opinión. Pero el pensamiento crítico no pone el foco en el destinatario del pensamiento, sino en el pensamiento mismo. No trata de hacer pensar al otro como nosotros lo hacemos, sino en analizar el propio pensamiento para comprobar su validez.

De hecho, para aquellos que consideran el pensamiento crítico como un fin en sí mismo, éste no se hace en debate sino en comunidad de indagación. Desde este punto de vista, se invita a un diálogo crítico de los diferentes interesados en un determinado problema, participando de forma conjunta en el proceso del pensamiento crítico.

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¿Has conocido gente muy buena para debatir pero incapaz de comprender la posición del otro?

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Para considerar esta pluralidad de perspectivas, los autores que hoy comparto plantean que es necesario que el pensado crítico demuestre sensibilidad ante los otros puntos de vista y se comprometa en buscar respuesta a las objeciones que desde ellos puedan surgir.

La miniguía del pensamiento crítico

Los tres elementos del pensamiento crítico que acabo de introducir (información, supuestos y perspectivas) forman parte de un grupo de ocho elementos que puedes encontrar en la Miniguía del Pensamiento Crítico. Se trata de un material excelente para fortalecer tu propio pensamiento o para trabajar con tu grupo.

Este libro, y algunos más, lo puedes encontrar en español en la página de la Fundación para el Pensamiento Crítico.

Como te adelantaba, es una herramienta pragmática y su uso es sencillo. Sin embargo, corre el riesgo de convertirse simplemente en un recurso para fundamentar mejor las opiniones propias, y por tanto volverse retórica. Por lo que, si quieres ir más allá del debate, y reforzar en tu grupo las habilidades necesarias para conformar una comunidad de indagación, te invito a leer un artículo anterior sobre la Filosofía para Niños. En él encontrarás una metodología y un programa que sirve para todas las edades, y que está dirigido específicamente a fortalecer el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y el cuidadoso.

¿Practicas el debate con tu grupo? ¿te gustaría conformar una comunidad de indagación? Comenta tu experiencia y tus herramientas.

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