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Las regiones del noroeste consiguen que hasta un 40% de alumnos desfavorecidos superen las expectativas

El estudio analiza la resiliencia de estos estudiantes desfavorecidos de 15 años en cada comunidad autónoma en las tres áreas de competencias evaluadas en PISA 2022: matemáticas, lectura y ciencias. Castilla y León, Cantabria, La Rioja y Galicia son las comunidades con mayor porcentaje de estudiantes resilientes, según un indicador sintético que ofrece la media de las tres competencias.
RedacciónMartes, 10 de septiembre de 2024
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La consejera de Educación de Castilla y León, Rocío Lucas, visitado el IES 'La Rambla' en San Esteban de Gormaz, Soria.

En España, el 30,3% de los estudiantes de 15 años que se encuentran en el tercil con una situación socioeconómica más desfavorable consigue superar esas limitaciones y logra resultados académicos por encima de las expectativas que a priori se asocian al grupo. La monografía Resiliencia e Igualdad de oportunidades educativas en el ámbito regional, que hoy han presentado la Fundación Ramón Areces y el Ivie, estudia los resultados de ese alumnado desfavorecido en las tres áreas de competencias que evalúan las pruebas PISA 2022: matemáticas, lectura y ciencias, y concluye que, únicamente una tercera parte de esos niños y niñas alcanza la resiliencia educativa.

Sin embargo, esa media nacional esconde importantes diferencias por comunidades autónomas. En Castilla y León y en Cantabria alrededor del 40% de los estudiantes situados en el tercil con un índice de condiciones socioeconómicas más bajo se considera resiliente, ya que alcanza en PISA un nivel de competencias más allá de lo esperado dada su situación desfavorable. Por detrás, se sitúan La Rioja y Galicia, con un 37% y un 35,9% de alumnado resiliente, respectivamente. Por el contrario, cierran el ranking Canarias, País Vasco y Andalucía, regiones en las que solo alrededor de un 25% de estudiantes desfavorecidos son resilientes.

Si se distingue por las tres competencias analizadas, en matemáticas los porcentajes de alumnado resiliente varían significativamente, desde el 42,5% en Castilla y León hasta un 21,4% en Canarias, lo que supone una diferencia del doble entre la autonomía con mayor y menor porcentaje de alumnos desfavorecidos que logran buenos resultados en esa competencia. En cuanto a lectura y ciencias, aunque el rango de variabilidad es menor, las discrepancias continúan siendo considerables, con porcentajes que oscilan entre el 38,7% y el 24,6% en lectura; y entre el 39,6% y el 21,5% en ciencias, en ambos casos entre Castilla y León y País Vasco.

El estudio revisa también la evolución de la resiliencia con los datos de PISA de 2015 y 2022. En estos siete años, destacan los avances logrados por la Región de Murcia, Cantabria y la Comunitat Valenciana, que han mejorado el peso del alumnado resiliente en 8,9, 6,7 y 4 puntos porcentuales (pp), respectivamente. Por el contrario, se aprecia un descenso general medio de la resiliencia de -0,8 pp, más acentuado en Cataluña (-6 pp), Castilla-La Mancha (-4,4) y Navarra (-3,7).

El sexo, la condición de inmigrante, la propia personalidad, el centro educativo, el acoso escolar y el entorno regional son algunos de los determinantes de la resiliencia educativa de los estudiantes desfavorecidos

Los resultados de los análisis realizados no permiten apreciar ninguna relación entre el porcentaje de alumnos desfavorecidos que consiguen superar sus expectativas y la mayor o menor capacidad financiera de las autonomías o el gasto educativo por alumno. De hecho, País Vasco, que figura en el penúltimo puesto en alumnado resiliente, es la región que más gasto por alumno realiza, 10.290 euros por estudiante en 2021, frente a la Región de Murcia y Comunidad de Madrid que, con 6.271 y 6.286 euros, respectivamente, son las que menos gastan en educación por alumno.

Determinantes de la resiliencia educativa

El patrón territorial de la resiliencia educativa no se corresponde, ni en sentido positivo ni negativo, con el habitual en muchos indicadores de desarrollo económico (renta per cápita, empleo cualificado, etc.), funcionamiento del mercado de trabajo (tasa de paro, temporalidad, etc.) o niveles de formación de la población (años medios de estudios, porcentaje de población con estudios superiores, etc.). Por ello, la monografía identifica y analiza algunos de los determinantes de esa resiliencia educativa en sus diferentes sistemas educativos regionales que tienen que ver con sus características personales y familiares, el tipo de centro y el entorno regional.

Como se ha comentado, el porcentaje de resiliencia global se sitúa en torno al 30% de media, con ligeras diferencias según la competencia de que se trate. La resiliencia es algo mayor en matemáticas, con un 31,9% de alumnado con resultados mejores de lo esperado, y ligeramente más baja en lectura (30,5%) y en ciencias (28,6%). Sin embargo, dentro de ese marco general se aprecian diferencias en función del sexo, la nacionalidad y la trayectoria escolar, así como según las aspiraciones educativas, el estado de salud o algunos rasgos de carácter y comportamiento individual del alumnado.

El porcentaje de resiliencia de los chicos es mayor que el de las chicas en matemáticas (35,3% frente a 28,4%) y en ciencias (30,5% frente a 26,6%), mientras que ocurre lo contrario en la comprensión lectora, con un 35% de alumnas resilientes frente a un 26,1% de alumnos. La condición de inmigrante limita la resiliencia, pero solo en el caso de los estudiantes inmigrantes de primera generación que obtienen peores resultados que los nativos en las tres competencias (22,8% frente a 33,2%, en matemáticas, por ejemplo). Sin embargo, no afecta a los inmigrantes de segunda generación, que incluso presentan mayor resiliencia que los nativos (36,7% en matemáticas).

La trayectoria previa del estudiante durante la escolarización también es relevante en materia de resiliencia, con la repetición de curso como uno de los factores más determinantes. El 44,4% de los estudiantes desfavorecidos que nunca han repetido logra la resiliencia, frente al 10,8% de los que sí han repetido algún curso. Por otra parte, los estudiantes que han cursado uno o más años de educación temprana (de 0 a 3 años) muestran un porcentaje medio de resiliencia que duplica el del resto (33,9% frente a 15%).

Otros aspectos que marcan diferencias en la resiliencia son las aspiraciones educativas futuras y el estado de salud. La resiliencia es mayor entre los que aspiran a alcanzar la educación universitaria (40,5%) que para el resto (29,2%) y también es superior entre los estudiantes que gozan de buena salud (34,1%) que entre los que padecen una salud mala o pobre (26,4%).

Junto a estos aspectos objetivos, el estudio tiene en cuenta también otros determinantes de la resiliencia que tienen que ver con el carácter y el comportamiento emocional de los alumnos. La curiosidad, la perseverancia, la asertividad, el control emocional y la resistencia al estrés son características del alumnado resiliente. Por el contrario, otros rasgos emocionales, generalmente bien valorados, como el sentido de la pertenencia o la cooperación, apenas marcan diferencias o incluso son negativos para la resiliencia.

De media en España, el 30% del alumnado que tiene una situación socioeconómica desfavorable consigue resultados académicos positivos

En cuanto a los factores que tienen que ver con el centro educativo, el informe detecta que la resiliencia es mayor en los centros privados o concertados que en los públicos, con diferencias en torno a 10 puntos en las tres competencias. En matemáticas, el porcentaje de estudiantes resilientes de los centros de titularidad privada o concertada es del 40,1% frente al 29,7% de los públicos. En el caso de la lectura, los porcentajes de alumnado resiliente oscilan entre el 37,5% y el 28,7%, a favor de los centros privados, mientras que en ciencias, la diferencia está entre el 36% de los privados y el 26,6% de los públicos. Sin embargo, la educación pública es la que atiende mayor proporción de alumnado desfavorecido, ya que concentra el 80% de estos estudiantes. Por ello, pese a la menor tasa de resiliencia de la escuela pública, tres de cada cuatro alumnos resilientes proceden de centros educativos públicos.

El efecto del tamaño de la clase también se analiza en el informe, que observa un aumento de la resiliencia en los grupos de hasta 25 alumnos frente a los que superan los 35 estudiantes en las tres competencias. Sin embargo, no se aprecia ninguna mejora cuando el número de estudiantes se reduce por debajo de los 25, por lo que bajar la ratio de alumnos por debajo de esa cifra no aportaría ventajas en cuanto a la resiliencia educativa.

Otros factores potencialmente relevantes a priori tienen un impacto menos relevante. Es el caso de la incorporación del aprendizaje digital, que solo aporta mejoras muy marginales, o la utilización de un sistema de evaluación externo.

Un elemento que también se ha considerado en el análisis de determinantes de la resiliencia es la existencia de casos de acoso escolar en el centro. Los datos de PISA confirman que el problema del acoso escolar, dramático para quien lo sufre y nocivo para el conjunto del sistema educativo y social de un país, también influye en la capacidad de resiliencia de los alumnos menos favorecidos, en muchos casos más expuestos a este tipo de agresión que otros colectivos. La resiliencia se eleva hasta el 35,9% en los estudiantes menos o nada afectados por el problema, frente al 24,2% de los más afectados (11,7 puntos menos). Esta gran diferencia refleja de modo evidente las dificultades de todo tipo a las que se enfrentan los estudiantes que sufren acoso escolar y pone en valor el especial mérito de quienes consiguen progresar pese a todas esas dificultades. Supone, además, una nueva llamada de atención acerca de la necesidad de mantener el esfuerzo para prevenir, corregir y sancionar esa lacra.

Por último, la monografía, dirigida por el investigador del Ivie José Manuel Pastor y elaborada por el equipo que integran Lorenzo Serrano, Ángel Soler, Iván Vicente, Silvia Mollá y Fernando Pascual, analiza el efecto territorial de la resiliencia educativa. Sin embargo, no se han encontrado diferencias relacionadas con el grado de desarrollo socioeconómico del territorio, su capacidad de inversión o el esfuerzo económico en materia educativa. “Las diferencias territoriales están más ligadas a cuestiones cualitativas como la organización del proceso educativo, la selección de los docentes o los mecanismos de formación y motivación del profesorado, entre otros aspectos. Aumentar el presupuesto dedicado a la educación no garantizaría per se el aumento de la resiliencia, que depende más de cómo se gasten esos fondos”, según explican los autores.

Recomendaciones para aumentar la resiliencia educativa

El documento finaliza con una serie de recomendaciones aportadas por los autores para conseguir elevar el porcentaje de alumnado en situación desfavorable que alcanza buenos niveles de competencias. En primer lugar, instan a potenciar el papel de los psicólogos y orientadores de centro, así como a impulsar la formación continua del profesorado para que aprenda técnicas inclusivas y sensibles a la diversidad socioeconómica del alumnado. Además, recomiendan la implementación de programas de educación temprana y preescolar accesible para todos.

Asimismo, recuerdan que un reto importante es la lucha contra el acoso escolar, que debe enfrentarse en términos de política educativa general y también particular por parte de la dirección del centro. También es fundamental atender las dificultades específicas de los inmigrantes de primera generación.

Por último, los autores recuerdan que en España coexisten 17 sistemas educativos regionales, lo que supone un escenario perfecto para compartir prácticas y aprender de las que resulten más efectivas.

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