fbpx

La importancia de la alfabetización en la adquisición de la Competencia Digital

Que la alfabetización digital es sumamente importante es algo que no se pone en duda. En la era de la información, la ciudadanía necesita conocer las formas más adecuadas para acceder a esta, procesándola y, finalmente, convirtiéndola en conocimiento. Sin embargo, pese a que la información es a día de hoy más accesible que nunca gracias a las TIC, la sobresaturación de información hace que en consecuencia el espectro de calidad de la información sea muy amplio, lo que hace necesario conocer e implementar estrategias que permitan el acceso a fuentes confiables, y a seleccionar información a partir de unos mínimos estándares de rigurosidad.
Ricardo E. Reyes SotoLunes, 21 de octubre de 2024
0

© KENTOH

Centrándonos en un espacio más concreto podemos decir que la escuela cumple un doble papel alfabetizador; primero, el que concierne a la lectoescritura y la enseñanza de la codificación y decodificación de signos lingüísticos que conforman todo canal textual; y, segundo, una alfabetización digital, una vez –y necesariamente– alcanzada su plena alfabetización.

Como maestro, una de los asuntos más problemáticos y a su vez controversiales que observo es el diseño de un proceso ordenado en torno al aprendizaje y uso de las TIC. Permítaseme desarrollar esta idea, no sin mencionar que las ideas de este texto hacen referencia a la realidad de la etapa de Educación Primaria.

Comencemos con una perorata: el tiempo en la escuela es limitado. Por esta razón, pese a que pudiéramos desear llevar a cabo muchas actividades, hemos de establecer un orden de prioridades que garantice que el tiempo que se está invirtiendo en la adquisición de según qué aprendizajes sea de provecho. La irrupción de las TIC en las aulas hace ya unos decenios trajo consigo una serie de cambios de paradigmas curriculares, algo harto comprensible y necesario, puesto que ¿quién no hace uso de las TIC a día de hoy? Sin embargo, y como indican algunos estudios basados en los resultados de diversas investigaciones, la adquisición de habilidades y destrezas que permiten hablar de una persona competente digitalmente están directamente relacionadas con su nivel de comprensión lectora (M. Á. Tirado Ramos, 2024; M. Á. T. Tirado Ramos, 2024).

Es por lo anteriormente expuesto que se hace absolutamente necesario definir de forma clara y bien sistematizada cómo y en qué momento vamos a llevar a cabo esta alfabetización digital sin perder de vista que, al menos, en lo tocante al acceso y difusión de información, es indispensable que el alumno haya adquirido antes unos adecuados niveles de comprensión de textos (si quiere acceder a información) y expresión escrita (si quiere difundir información). Es aquí donde surge el problema, y es que precisamente en el afán de digitalizar cada vez más los entornos educativos dotándolos de diversos tipos de dispositivos tecnológicos, se está invirtiendo una cantidad de tiempo que, otrora, estaba reservada al entrenamiento de la lectura, y cuyo impacto tanto en el ámbito académico como personal del estudiante tampoco termina por estar claro. A la vista tenemos, eso sí, algunos resultados de pruebas estandarizadas en los que a priori, no salimos muy airosos, pero que están directamente relacionados con el nivel de comprensión de textos. La Universidad de Stanford publicó un informe en 2016 donde ponía de manifiesto que la capacidad crítica de los estudiantes para juzgar la credibilidad de la información disponible en internet es baja (Wineburg et al.), lo que, como indica M. Desmurget (2024) puede deberse entre otras cosas al escaso tiempo que se invierte en la lectura, que, finalmente, se traduce en la adquisición de conocimiento que nos permite contextualizar la información. Esto es un problema ya no solo para el individuo, que verá mermadas sus posibilidades de formación continua dadas sus habilidades limitadas en cuanto a qué entiende cuando lee, sino también para la colectividad, en tanto que este perfil de lector es susceptible no solo de recibir, sino de difundir información carente de veracidad que puede llegar a tener un impacto negativo en la salud democrática.

Se hace absolutamente necesario definir de forma clara y bien sistematizada cómo y en qué momento vamos a llevar a cabo esta alfabetización digital

Así pues, las habilidades en lectoescritura deberían perfeccionarse durante el tránsito de los alumnos por la Educación Primaria, para que, una vez finalizada esta etapa, puedan enfrentarse con mayores garantías de éxito a su formación en Competencia Digital, razón por la que considero que la vorágine a veces inexplicable en torno a la digitalización de la escuela primaria se antoja innecesaria e incluso contraproducente, en tanto que se trata una etapa que debería estar centrada en la consolidación de unas bases intelectuales sólidas que soporten, ya en la educación secundaria otro tipo de conocimientos mucho más complejos. Con esto tampoco trato de decir que la tecnología debería ser eliminada de la etapa, sin embargo, creo que su papel debería ser puntual y con unos objetivos bien pautados.

Por último, no puedo no reconocer que como profesor también recelo del papel de las grandes empresas tecnológicas en lo que indefectiblemente podemos llamar el mercado educativo. Axel Rivas (2019) hace un magnífico análisis de cómo el mundo editorial también está entrando en la puja por el monopolio de la mercadotecnia, donde muchas veces me pregunto si verdaderamente existe un interés genuino por impulsar soluciones educativas que beneficien a todos, y no que, en su lugar, vayan en detrimento de los alumnos más vulnerables; sin hablar, por supuesto, de la ingente inversión de dinero que supone todo este proceso que finalmente se traduce en aulas llenas de aparatos cogiendo polvo al tratarse de proyectos cuya continuidad en el tiempo no fue bien diseñada (Luri, 2020; M. Á. Tirado Ramos, 2021). Los maestros vemos como año a año, en diferentes regiones del país se pugna por conseguir licitaciones y licencias para la posterior venta y distribución de dispositivos tecnológicos que se sustituyen a gran velocidad, mientras son desatendidos otros aspectos de capital importancia por “escasez de medios”.

En conclusión, creo que la tecnología en la escuela debe tener su lugar, en tanto que su presencia está presente en una cantidad de ámbitos cotidianos cada vez mayor. Sin embargo, es necesario hacer un reajuste en sus planteamientos, y, especialmente, en la distribución del tiempo y los recursos que se le confiere, puesto que aunque no lo parezca, cada decisión que se toma en este sentido tiene un impacto que puede ser decisivo para toda una generación de estudiantes.

Referencias

Desmurget, M. (2024). Más libros y menos pantallas: Cómo acabar con los cretinos digitales. Península.

Luri, G. (2020). La escuela no es un parque de atracciones. Una defensa del conocimiento poderoso. Ariel.

Rivas, A. (2019). ¿Quién controla el futuro de la educación?: Las nuevas batallas del Estado y el mercado en la era de los algoritmos (1a edición). Siglo XXI.

Tirado Ramos, M. Á. (2021). Escuelas que enseñan: El conocimiento sí importa. Círculo Rojo.

Tirado Ramos, M. Á. (2024). I si les competències digitals s’aprenguessin amb la pantalla apagada? Anuari de l’educació de les Illes Balears, 208-221.

Tirado Ramos, M. Á. T. (2024). Dime cómo lees y te diré cuánto aprendes: ¿Qué nos aporta la investigación a la enseñanza de la lectura? Supervisión 21, 71(71), Article 71. https://doi.org/10.52149/Sp21/71.8

Wineburg, S., McGrew, S., Breakstone, J., & Ortega, T. (2016). Evaluating Information: The Cornerstone of Civic Online Reasoning. https://purl.stanford.edu/fv751yt5934

0
Comentarios