“Es clave tratar la salud mental y el suicidio como un problema de salud pública que requiere atención y empatía”
Luis Fernando López Martínez, psicólogo general sanitario, psicoterapeuta y profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.
“Al romper el silencio en torno al suicidio, se crea un espacio donde otros que también están sufriendo pueden sentirse menos solos y más comprendidos”, asegura Luis Fernando López Martínez, Psicólogo General Sanitario, psicoterapeuta y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, que señala la importancia de normalizar estas conversaciones en el discurso público con el fin de que cada vez más personas busquen ayuda y no tengan miedo a ser juzgadas.
Le prevención del suicidio en adolescentes requiere una respuesta integral y coordinada entre el entorno familiar, los profesionales clínicos y los actores sociales y comunitarios. La identificación de señales de alerta, como los cambios emocionales, la autolesión o la verbalización de pensamientos suicidas, debe dar lugar a una intervención rápida y estructurada.
En el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra anualmente el 10 de octubre con el objetivo de concientizar acerca de los problemas de salud mental en todo el mundo, hablamos con el psicólogo Luis Fernando López Martínez, que además es coordinador técnico del Programa Hablemos de Suicidio del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y especialista universitario en autolesiones, para saber cómo prevenir conductas suicidas y ofrecer un sistema de apoyo sólido que proteja la vida y el bienestar de los jóvenes.
Según el Colegio Oficial de Psicología de Madrid, el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes, junto con los accidentes de tráfico. En tu opinión, ¿qué factores han contribuido a este alarmante incremento de conductas suicidas en adolescentes y jóvenes en los últimos años?
–En primer lugar, el impacto de la pandemia de COVID-19 ha generado una crisis de salud mental sin precedentes, exacerbando el aislamiento social, la incertidumbre económica y el estrés, lo que ha incrementado significativamente los síntomas de ansiedad y depresión entre los jóvenes. Otro factor relevante es el uso intensivo de las redes sociales, que no solo incrementa la exposición al ciberacoso, sino que también facilita el efecto contagio, donde la difusión de conductas autodestructivas y suicidas se propagan rápidamente.
Los datos muestran un aumento del 79% en la conducta suicida en menores de 30 años, con una mayor incidencia entre adolescentes de 15 a 19 años. ¿Qué tipo de señales pueden identificar padres, docentes y amigos que podrían indicar un riesgo de suicidio en los adolescentes?
–La colaboración no solo entre padres, docentes y amigos, sino también entre profesionales del ámbito clínico, social y comunitario resulta esencial para la prevención del suicidio y las autolesiones. Uno de los primeros indicadores es el cambio en el estado emocional del adolescente. La presencia de tristeza persistente, desesperanza o irritabilidad marcada puede ser un síntoma de malestar psicológico subyacente. Además, el alejamiento de amigos, familiares o actividades cotidianas puede indicar una desconexión emocional que, sin la intervención adecuada, puede agravarse.
La expresión de pensamientos suicidas también es un indicador claro de riesgo. Los adolescentes pueden manifestar deseos de morir o compartir mensajes de dolor, desconexión y desesperanza en redes sociales o escritos personales. Las conductas autolesivas, como el cutting, también requieren una atención inmediata. Estas formas de autolesión pueden ser un mecanismo para afrontar un dolor emocional insoportable, y suelen ser un fuerte predictor como factor de riesgo de posibles tentativas de suicidio que deben ser evaluadas.
¿Qué acciones específicas pueden tomar las escuelas y universidades para prevenir el suicidio y apoyar la salud mental de sus estudiantes?
–Una de las principales acciones que pueden tomar es desarrollar programas de educación emocional y bienestar mental. Estos programas no solo deben enseñar habilidades de afrontamiento y manejo del estrés, sino también incluir técnicas como la autorregulación emocional. Además, es crucial capacitar a los docentes y personal en la detección de señales de riesgo y en primeros auxilios psicológicos.
Otro aspecto esencial es la creación de redes de apoyo y equipos multidisciplinarios. Estos equipos, formados por psicólogos educativos, orientadores y otros profesionales de la salud mental, deben trabajar en conjunto con los docentes para desarrollar estrategias de intervención y seguimiento personalizadas para los estudiantes en riesgo. Al mismo tiempo, los programas de apoyo entre pares pueden ser muy efectivos, permitiendo que los propios estudiantes ofrezcan apoyo emocional a sus compañeros de manera estructurada y segura.
Para garantizar una respuesta adecuada ante situaciones de crisis, las instituciones educativas también deben contar con protocolos claros de intervención y, por supuesto, fomentar un entorno inclusivo que promueva el respeto por la diversidad, implementando políticas contra el bullying y el ciberbullying, y creando espacios seguros donde los estudiantes puedan hablar abiertamente sobre sus problemas sin temor al juicio o la discriminación.
Los programas de apoyo entre pares pueden ser muy efectivos, permitiendo que los propios estudiantes ofrezcan apoyo emocional a sus compañeros de manera estructurada y segura
"Juicio, discriminación… ¿qué barreras suelen encontrar los adolescentes a la hora de expresar su malestar emocional?
–Los adolescentes enfrentan diversas barreras que dificultan la expresión de su malestar emocional. Entre las más comunes se encuentra, como indicaba anteriormente, el juicio de los demás, que les impide compartir lo que sienten por temor a ser criticados o incomprendidos. También, muchos jóvenes carecen de conciencia sobre su propia salud mental, lo que les dificulta identificar sus emociones y reconocer que necesitan apoyo. A esto se suma el desconocimiento de los recursos disponibles para buscar ayuda, lo que los deja sin un camino claro para solucionar sus problemas. Otro factor es el temor a preocupar a sus familias, lo que lleva a los adolescentes a ocultar su malestar para no generarles angustia. Además, muchos jóvenes carecen de las habilidades necesarias para verbalizar adecuadamente lo que sienten, lo que aumenta su frustración y aislamiento.
¿Qué podemos hacer para reducir este estigma asociado con los problemas de salud mental y el suicidio?
–Reducir el estigma asociado con la salud mental y el suicidio, especialmente entre los jóvenes, es un desafío que requiere acciones integradas y sostenidas en varios niveles. En primer lugar, es fundamental educar y concienciar desde una edad temprana para, no solo normalizar las conversaciones sobre el bienestar mental, sino también dotar a los jóvenes de herramientas para manejar el estrés y las emociones, promoviendo un enfoque preventivo.
Un segundo aspecto crucial es dar voz a los supervivientes del suicidio. Sus testimonios personales tienen un impacto profundo, ya que permiten que otros comprendan que la recuperación es posible y que el suicidio no debe verse como una solución final. Escuchar estas experiencias no solo desmitifica el suicidio, sino que también ofrece un ejemplo concreto de que, con apoyo adecuado, es posible superar las crisis más profundas. El rol de los medios de comunicación en este proceso también es clave para contribuir a cambiar la percepción pública del suicidio, viéndolo como un problema de salud pública que requiere atención y empatía.
Escuchar a los supervivientes del suicidio ofrece un ejemplo concreto de que, con apoyo adecuado, es posible superar las crisis más profundas
"Hablas del papel de los medios de comunicación, ¿cómo deberían tratar el tema del suicidio para contribuir a su prevención, sin fomentar comportamientos imitativos?
–Abordar el tema del suicidio de manera responsable en los medios de comunicación es una tarea delicada y crucial para evitar efectos contraproducentes, como el comportamiento imitativo conocido como el efecto Werther. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido guías prácticas y recomendaciones que los medios deben seguir para garantizar una cobertura segura y ética del suicidio. Entre las cuestiones prácticas más importantes según la OMS:
- Evitar el sensacionalismo
- No detallar los métodos utilizados
- Evitar explicaciones simplistas
- Utilizar un lenguaje adecuado y respetuoso
- Incluir recursos de ayuda
- Reconocer el impacto en las familias
- Promover activamente la prevención
Ver el suicidio como un problema de salud pública es crucial para conseguir una mayor prevención. ¿Cuáles crees que son los principales obstáculos para conseguir una estrategia nacional de prevención del suicidio integral y sostenida en España?
–La implementación de una estrategia nacional de prevención del suicidio enfrenta múltiples desafíos que deben ser abordados de manera integral. Entre los principales obstáculos se encuentra el estigma social asociado a la salud mental, el cual limita la posibilidad de un diálogo abierto sobre el tema. Este estigma, a menudo alimentado por la falta de educación y la desinformación, impide tanto a los adolescentes como a sus familias reconocer y buscar ayuda ante los primeros indicios de riesgo.
Por otro lado, es crucial señalar las desigualdades en el acceso a los servicios de salud mental, una problemática especialmente acentuada en zonas rurales, donde los recursos son limitados y las distancias dificultan la atención especializada. A esta situación se suma la falta de coordinación entre las distintas instituciones responsables, lo que complica una respuesta eficaz y coordinada ante los casos de suicidio.
Además, la escasez de recursos financieros y de profesionales con la capacitación especializada necesaria agrava aún más esta situación, generando una cobertura insuficiente y de calidad variable en diversas regiones del país. Aún más, la ausencia de un sistema efectivo de recolección de datos sobre suicidios y conductas autolesivas impide la elaboración de políticas públicas basadas en evidencia, limitando así la posibilidad de crear intervenciones que respondan adecuadamente a las realidades del problema.
¿Qué podemos hacer para superar todos estos obstáculos que mencionas?
–Es esencial llevar a cabo campañas de concientización que promuevan una mayor apertura en torno a la salud mental y que contribuyan a erradicar el estigma asociado a esta problemática. Asimismo, resulta prioritario ampliar los servicios de salud mental, asegurando una mayor cobertura, especialmente en las áreas rurales y más vulnerables.Paralelamente, se debe trabajar en mejorar la coordinación interinstitucional, estableciendo protocolos claros que garanticen una respuesta conjunta y eficaz. Todo esto debe ir acompañado de una mayor asignación de recursos, tanto económicos como humanos, que permitan la creación de programas de intervención más robustos. Finalmente, es indispensable la creación de un sistema de monitoreo eficaz, el cual permita no solo recolectar datos precisos sobre los suicidios, sino también adaptar las políticas e intervenciones de acuerdo con las necesidades que se vayan detectando. Solo de esta manera será posible construir una estrategia de prevención integral y sostenida.
- Si has leído este artículo y tú o alguien que conoces está considerando el suicidio, no estás solo. Puedes contactar con el teléfono de prevención del suicidio, el 024, disponible las 24 horas. Si eres menor de edad puedes contactar con la Fundación ANAR, que ofrece una línea de ayuda gratuita y confidencial en el 900 20 20 10. No dudes en buscar apoyo.
- ¿Eres docente y te preocupa la salud mental? Accede a este breve cuestionario. ¡Solo te llevará 2 minutos!