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Necesitamos lenguaje en Educación Infantil

Julián Palazón
Doctor en Ciencias de la Educación
16 de octubre de 2024
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En los países industrializados, las diferencias en el desarrollo de las habilidades lingüísticas se asocian a diferencias salariales, diferencias en la salud mental, diferencias en el acceso a los estudios superiores y diferencias en la calidad del empleo. En Educación Infantil las habilidades lingüísticas están desigualmente repartidas entre los niños. Hay muchos ámbitos en los que la vida no es justa y este es uno de ellos. Los niños que proceden de familias con rentas bajas, con pocos libros en casa y menor estimulación lingüística pueden empezar Educación Infantil con un retraso en la adquisición de vocabulario de hasta medio año. Los que proceden de un hogar en el que se habla un idioma diferente al que se habla en la escuela o los que, presentan dificultades de aprendizaje suelen comenzar con menor léxico y habilidades gramaticales. Empieza el juego, pero las cartas no están bien repartidas.

Para aquellos que tengan dudas, las fuentes son diversas y los datos claros. Un buen vocabulario a los cinco años es, probablemente, una adecuada comprensión lectora a los diez. Los niños que a los cuatro y cinco años dominan términos cuantitativos (mayor, menor, añadir, quitar…) y espaciales (siguiente, anterior, delante, detrás…) suelen aprender más en el área de matemáticas en los años siguientes. El alumnado que tiene buen lenguaje se autorregula mejor y tiene mejor salud mental.

En este cielo nublado brilla, de vez en cuando, alguna luz de esperanza. David Hulme y sus colaboradores, publicaron en 2020 un artículo titulado Children’s Language Skills Can Be Improved: Lessons From Psychological Science for Educational Policy. En él describen cómo la implementación de intervenciones para la mejora del vocabulario y la comprensión del lenguaje en los primeros años pueden ser efectivas y necesarias para el alumnado más vulnerable. Reportan que aquellos estudios donde el diseño y la implementación de la intervención tenía un mayor grado de calidad los efectos eran superiores. Cuando las intervenciones se aplicaban en grupos reducidos los autores encontraron tamaños de efectos superiores que cuando se aplicaban en gran grupo. De la lectura es fácil extraer que podemos mejorar el lenguaje de los más pequeños, pero no basta con desarrollar actuaciones superficiales. Puede hacerse, pero la empresa es difícil.

La conclusión no gustará a todos: hace falta dinero, formación y el desarrollo de programas de exquisita calidad para enfrentar este problema esencial. Trabajar, trabajar y trabajar. Acuérdese de esta enorme brecha cuando le llegue por redes el próximo debate estéril, cuando aparezca alguien con el nuevo milagro rápido e infalible o cuando le digan que, al final, todo está en la actitud con la que uno ve y enfrenta el mundo. Mientras gastamos ese tiempo, nuestros problemas siguen ahí.

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