¿Por qué los humanos escriben poesía? Un viaje de descubrimiento y transformación en el aula
El punto de partida fue una pregunta simple pero profunda: ¿Por qué los humanos escriben poesía? A partir de este cuestionamiento, los estudiantes comenzaron un viaje que los llevó del debate a la investigación y, finalmente, a la creación literaria. En este proceso, el profesor dejó de ser el eje central de la clase para convertirse en un guía que motivó a los alumnos a pensar, investigar y generar sus propias ideas. El proyecto, centrado en el pensamiento crítico y la metacognición, no solo impactó el rendimiento académico de los alumnos, sino que transformó su implicación personal en el aprendizaje.
Lo que hace a este proyecto especialmente relevante es su capacidad para conectar el contenido curricular con los intereses y circunstancias de los alumnos. Victoria no solo cambió su metodología en un momento crítico del curso, sino que se enfocó en devolverles a sus estudiantes las riendas de su aprendizaje, haciendo que la poesía —un tema que podría parecer lejano— se convirtiera en una vía para que ellos mismos descubrieran sus capacidades, se expresaran y crecieran a nivel personal.
El resultado de ¿Por qué los humanos escriben poesía? es un claro ejemplo de cómo el cambio de enfoque y la confianza en el potencial de los estudiantes pueden revolucionar el aula. El jurado ha reconocido la valentía de Victoria por no rendirse, apostando por una enseñanza personalizada que considera a cada alumno como un individuo único, capaz de sorprender y superar las expectativas. Este proyecto nos recuerda que, incluso en los contextos más complejos, la educación puede convertirse en una experiencia profundamente significativa.
Os invitamos a descubrir este proyecto que, sin duda, servirá de inspiración a muchos docentes que buscan llevar la enseñanza más allá de lo convencional, conectando con el corazón y la mente de sus alumnos. A continuación, compartimos la entrevista con su autora, Victoria Pérez, quien nos ofrece una visión detallada de su innovador enfoque.
¿Cómo surgió la idea de tu proyecto? ¿Qué te inspiró a desarrollarlo?
–Estaba trabajando con un grupo de alumnos de Diversificación y estaba estancada: los alumnos no estaban ni motivados ni conectados con lo que hacíamos en clase. No parecían aprender nada y sus resultados eran malos. Así que necesitaba ofrecerles un cambio en el enfoque metodológico. Afortunadamente, el Centro de Formación del Profesorado de Castilla-La Mancha propuso un curso online sobre Destrezas de pensamiento en Proyectos STEAM y me apunté. La ponente, Paulina Bánfalvi, nos mostró cómo desarrollar situaciones de aprendizaje haciendo pensar a los alumnos. Fue todo un descubrimiento, un verdadero viaje iniciático que cambió no solo mi forma de dar clase, sino también mis objetivos y convicciones como docente.
¿Cómo estructuraste el proyecto desde su concepción hasta su implementación en el aula?
–Dejé de lado el planteamiento convencional que los libros de texto proponen para el estudio de la Literatura y lancé una pregunta-reto a mis alumnos: ¿Por qué los seres humanos escriben poesía? Comenzaron a actuar en clase como si ellos fueran científicos o investigadores y tuvieran que resolver un enigma o encontrar la respuesta a una duda existencial. Ellos se convirtieron en el centro de todo: ellos eran los que tenían que pensar, explicar, buscar, encontrar, resolver, volver a hacerse preguntas… Yo me convertí en su guía y ellos en los protagonistas de su aprendizaje. Me adapté a su ritmo, a sus intereses, a sus necesidades. No perdí las riendas del proceso, pero dejé que fueran ellos los que encontraran el camino para llegar al final de nuestro proyecto.
¿Qué recursos y herramientas utilizaste durante el proceso de desarrollo?
–Todo lo que Paulina Bánfalvi nos enseñó en el curso resultó muy eficaz: cómo realizar preguntas-reto, espinas de pez, organizadores gráficos del pensamiento, cómo concebir las situaciones de aprendizaje. Además, profundicé en las destrezas de pensamiento a través de la web del Proyecto Zero de la Universidad de Harvard. Por otro lado, le di protagonismo a las herramientas digitales: los alumnos eran usuarios del móvil, pero no sabían crear presentaciones digitales, por ejemplo; de este modo pude participar en su alfabetización digital gracias a nuestro proyecto sobre Literatura. Por último, quise acercarles la poesía y la Literatura Medieval a través de la música y los documentos audiovisuales que se encuentran fácilmente en Internet.
¿Cómo utilizaste la rúbrica del Premio Espiral para guiar el desarrollo de tu proyecto?
–Realicé el proyecto mucho antes de presentarme al premio, por lo que durante el desarrollo del mismo no pude tener en cuenta la rúbrica del Premio Espiral. Sin embargo, cuando presenté el proyecto respondiendo a los diferentes apartados de la rúbrica pude darme cuenta de cómo, de una manera más o menos intuitiva, había logrado colocar al alumno en el centro de su aprendizaje, o cómo había diseñado mi situación de aprendizaje teniendo en cuenta los principios del DUA (Diseño Universal de Aprendizaje). En definitiva, la rúbrica me permitió reflexionar sobre mi práctica docente, comprender qué principios, mecanismos, métodos o herramientas funcionan verdaderamente y permiten que los alumnos aprendan, estén conectados, se sientan capaces y tengan éxito. Además, la explicación del proyecto gracias a la rúbrica puede inspirar, motivar o guiar a otros docentes que busquen trabajar con sus alumnos a través de otras metodologías.
¿Hubo algún aspecto de la rúbrica que te resultara particularmente desafiante o motivador?
–En la rúbrica queda claro que el protagonista tiene que ser el alumno, lo que él hace, logra o aprende. Esto no significa que el profesor pierda protagonismo, sino todo lo contrario: el profesor es el director de orquesta que no solo debe conocer la partitura de la obra (el temario), sino cómo lograr que cada uno de sus músicos desarrolle su talento (la metodología). El reto del docente es lograr que la sinfonía suene aunque los músicos tengan niveles, capacidades, fortalezas, dificultades o intereses diferentes. Así pues, el desafío era transmitir en las respuestas que di a los diferentes apartados de la rúbrica qué habían hecho, sentido y vivido mis alumnos en clase, además del proceso que yo había llevado a cabo para guiarlos.
¿En qué consiste exactamente tu proyecto? Describe sus objetivos y metodologías.
–El objetivo principal fue que los alumnos sintieran y comprendieran que la Poesía, la Literatura y el Arte son intrínsecos a la naturaleza humana. Los alumnos están rodeados de Poesía desde pequeños y no son conscientes de ello: se encuentra en las canciones infantiles, en los poemas que recitaban en Infantil o Primaria, en los poemas que leen en sus libros de texto de Secundaria.
Pero también en las canciones que escuchan (rap, cantautores, pop…), en la publicidad que les rodea o en los videoclips de los cantantes actuales (en ambos casos se emplean infinidad de metáforas visuales o de símbolos). ¿Por qué abunda el lenguaje poético, escrito o visual? ¿Qué aporta ese lenguaje que no aporte el lenguaje no literario? ¿Por qué existe el Arte? ¿Para qué sirve? Yo no les hice las preguntas: fueron ellos los que llegaron a ellas pensando y compartiendo sus reflexiones oralmente. Al haberse hecho ellos las preguntas, sentían la necesidad de encontrar las respuestas.
Era entonces cuando yo les guiaba en su investigación, propiciando que se hicieran nuevas preguntas u orientándolos en sus pesquisas. Se dieron cuenta, por ejemplo, de que el lenguaje literario estaba presente en muchos ámbitos de su vida diaria (refranes, modismos, chistes, publicidad, canciones, poemas) y que no tenían las herramientas para comprenderlo, por lo que necesitaban investigar sobre los recursos retóricos o figuras literarias para poder “descodificar” adecuadamente esos mensajes. También comprendieron que los seres humanos necesitamos expresar nuestras emociones, nuestras experiencias vitales, nuestro lado más irracional…
Eso hacían los cantantes que ellos escuchaban, al igual que lo habían hecho los poetas del medioevo: esa necesidad no había cambiado con el tiempo. Lograron, pues, acercarse a los textos de hace 800 o mil años desde esa perspectiva, no tanto histórica o literaria, sino humana: ¿Quién fue el Cid? ¿Qué vida tuvo? ¿Qué tragedias vivió? ¿Cómo se sintió al ver mancillado su honor? ¿Cómo respondió ante las injusticias? ¿Por qué su historia fue cantada? Estudiar literatura comenzaba a tener sentido para ellos porque les ayudaba a comprender mejor al ser humano, a ellos mismos. Fue entonces cuando algunos empezaron a sentir el deseo de escribir o crear.
¿De qué manera tu proyecto pone en el centro al alumno y cómo promueve su participación activa?
–Que el protagonismo lo tenga el alumno no significa que el profesor ya no sea necesario. ¡Al contrario! El docente debe conocer a fondo la materia que imparte, sí, pero también cuáles son los principios o mecanismos que rigen el aprendizaje humano. En los últimos años se ha publicado mucho al respecto (sirva de ejemplo la tarea investigadora sobre psicología cognitiva de Héctor Ruiz Martín). Así pues, comencé movilizando el conocimiento previo que tenían los alumnos sobre el tema, les propuse varias preguntas-reto, les enseñé a pensar empleando los organizadores gráficos… Y dejé que ellos eligieran de manera espontánea el camino que querían recorrer para llegar a las respuestas.
De eso trata personalizar el aprendizaje: dejar que ellos tracen su camino según sus intereses, las preguntas que les surgen o las tareas que quieren llevar a cabo. Así fue cómo mis alumnos aceptaron, o propusieron ellos mismos, varios retos: escribir poemas, analizar y explicar las canciones que suelen escuchar, realizar ellos mismos cuestionarios/exámenes sobre recursos retóricos con herramientas digitales, realizar una investigación sobre la historia de la escritura… Al trabajar desde este enfoque resultaba esencial que realizaran también actividades de metacognición: darles la oportunidad de reflexionar acerca de cómo aprendían, qué habían aprendido, para qué les podía servir en su vida lo que habían aprendido y cómo podían aplicarlo en otros contextos o disciplinas.
¿Qué cambios observaste en tus alumnos durante y después de la implementación del proyecto?
–Mis alumnos pasaron de una actitud pasiva y catastrofista (“no sirvo para estudiar, no me entero de nada, no soy capaz de aprender”) a otra activa y curiosa. Se dieron cuenta de que hablar de Literatura era hablar de la naturaleza del ser humano, de sus miedos, de sus anhelos, de sus experiencias vitales, de sus sueños. Así que comenzaron a creer más en ellos, en su capacidad de pensar. Así ganaron en autoestima en lo que respecta a lo académico. Además, descubrieron los talentos propios y los ajenos: tenían intuición o buena capacidad de análisis; sabían dibujar bien o escribir poemas. Ellos, que estaban en una situación cercana al fracaso escolar, comenzaban a tener éxito y a ser aplaudidos por su profesora y sus compañeros.
¿Cómo crees que tu proyecto ha influido en el desarrollo personal y académico de tus alumnos?
–En lo académico, ellos fueron conscientes de que habían descubierto que eran capaces de pensar, investigar, relacionar, deducir, crear, comunicar… Que tenían capacidades que podían seguir desarrollando en el futuro, que podían obtener el Título de la ESO y seguir formándose después si se lo proponían. Y en lo personal se creó una unión en el grupo que antes no se había dado: habíamos compartido una experiencia real, rica y satisfactoria a través del estudio de la Literatura.
¿Cómo viviste la experiencia de participar en la gala de entrega del Premio Espiral?
–Con muchísima emoción y expectación: estaba ilusionada, pero pensé que sería muy difícil recibir algún premio. Me sentía, por otro lado, muy contenta por compartir mi amor por la educación con otros compañeros que también intentan en sus aulas hacer que los alumnos aprendan “de verdad”.
¿Qué emociones y recuerdos te llevas de ese día?
–Fue una gala muy divertida, con actuaciones teatrales, un guion dinámico, con guiños humorísticos. Además, participaron grandes expertos en educación que nos hicieron reflexionar acerca de nuestra práctica docente o la inclusión de la IA en nuestras aulas. Fue, en definitiva, una gala amena, enriquecedora y emocionante en la que se sentía el cariño y admiración hacia los proyectos galardonados y sus creadores.
¿De qué manera ha impactado este reconocimiento en tu práctica educativa diaria?
–El saber que grandes expertos en educación como son los componentes del Jurado del Premio Espiral habían validado mi proyecto me permitió “perderle el miedo” a la innovación y ser más creativa: en adelante comencé a preguntarme “¿Qué quiero que aprendan mis alumnos y por qué?” y “¿Cuáles son sus fortalezas, cuáles sus intereses y cuáles sus necesidades?”. Comencé a crear nuevas situaciones de aprendizaje teniendo en consideración las preguntas anteriores y aplicando las destrezas de pensamiento y la metacognición como metodología principal de mi práctica docente.
¿Has tenido la oportunidad de compartir tu proyecto con otros docentes o instituciones? ¿Cómo ha sido esa experiencia?
–Sí. Al año siguiente de ganar la Peonza de Plata presenté un resumen del proyecto en el Espiral Learning Fest 2023. ¡Fue una experiencia muy especial! Además, puesto que mi centro seguía adelante con un proyecto STEAM, preparé una presentación para que otros compañeros de mi instituto y de otros centros de la región pudieran ver cómo se puede trabajar la Literatura desde el Aprendizaje Basado en el Pensamiento (ABP), pues hay muy pocos ejemplos de ello. Por último, en abril de 2024 participé por primera vez como ponente en el Congreso de Humanidades de la UCLM.
De nuevo el protagonismo fue cómo enseñar la Lengua y la Literatura, la Geografía y la Historia a través del ABP. En los tres casos la experiencia fue muy satisfactoria, pues mis compañeros y otros profesores se sintieron atraídos por esta metodología y sorprendidos por lo que los alumnos de Diversificación son capaces de hacer. Creo que cuando los docentes vemos lo que otros docentes son capaces de hacer en el aula con sus alumnos nos anima a formarnos, a innovar, a estar más a la escucha de nuestros alumnos, a ser más creativos y tratar de enseñar con otros objetivos y con otras metodologías distintas a las habituales.
¿Qué importancia tiene la innovación educativa para ti y cómo la aplicas en tu trabajo diario?
–No se trata de innovar a ciegas, poner el énfasis en lo nuevo o diferente porque sí. Se trata de ser conscientes de que nuestra sociedad y nuestro mundo cambian muy rápidamente. De que la tecnología que tenemos a nuestro alcance en el aula (pizarras digitales, ordenadores para los alumnos, acceso a la Inteligencia Artificial, posibilidad de conectar con otros centros y otros alumnos del otro lado del mundo) era impensable hace unos años. Ser conscientes de que nuestros alumnos no reciben los mismos mensajes por parte de la sociedad, ni tienen las mismas experiencias diarias que nosotros a su edad. De que los desafíos a los que se enfrenta la Humanidad son nuevos, o relativamente nuevos.
Así que, ¿cómo seguir enseñando como se hacía hace 50 años? Los profesores, como los médicos y otros profesionales, nos tenemos que adaptar a los tiempos, formarnos en nuevas o diferentes metodologías, o en digitalización, por ejemplo. No se trata de abandonar las prácticas “más tradicionales”, sino mantenerlas desde la convicción de que lo que hacemos en el aula para nuestros alumnos es eficaz, que tiene un impacto real en su formación, en sus vidas y en el futuro de nuestro país.
¿Tienes planes de desarrollar nuevos proyectos en el futuro? Si es así, ¿puedes adelantarnos algo sobre ellos?
–Sigo desarrollando el ABP en mis clases, pues creo que es esencial enseñar a pensar a los alumnos, a hacerse preguntas y a desarrollar su pensamiento crítico. Y puesto que creo que la formación artística está un poco menospreciada en el sistema educativo, me gustaría incluir en el aprendizaje de la Literatura o de la Historia más ARTE: que los alumnos puedan convertirse en creadores escribiendo poemas, canciones, narraciones, cómics, obras de teatro, performances… Que sean capaces de vivir el Romanticismo desde dentro, escribiendo poemas de amor o historias de terror; o explicar la Monarquía Absoluta o la globalización en un cómic. Potenciar en los alumnos que su intuición, su alma, comprenda el mundo y lo exprese a través del Arte. Ya lo he puesto en práctica con mis alumnos de Diversificación y en algunos casos los resultados han superado mis expectativas. ¡Si les das la oportunidad, tus alumnos te sorprenderán con creces!
¿Qué consejo le darías a otros docentes que desean participar en el Premio Espiral Internacional?
–Que lean y analicen la rúbrica, pues les permitirá reflexionar sobre su práctica docente y darle nuevos enfoques. Que vean los proyectos ganadores de otros años, pues son muy inspiradores y motivadores. Y que pongan en valor lo que ellos hacen con sus alumnos, pues estoy convencida de que miles de profesores de toda España están tratando de innovar, de enseñar de otra manera, trabajando en contextos difíciles y con alumnos con muchas carencias; pero consiguen que estos aprendan de otro modo y que no abandonen el sistema educativo. Sin embargo, no se le da visibilidad a toda esta tarea. Presentarse al Premio es el modo de dar a conocer todo ese trabajo e impulsar un cambio profundo en nuestra profesión.
¿Qué crees que es lo más importante para desarrollar un proyecto educativo innovador y exitoso?
–Lo primero, formarse y tener claro el objetivo de lo que vamos a hacer en el aula. Luego, ser valientes y lanzarnos, pues a veces nos guiarán tan solo la intuición y la experiencia en un camino que recorreremos nosotros por primera vez. Por último, tener el apoyo incondicional de otros compañeros del centro (equipo directivo o coordinadores de proyectos, por ejemplo). El hecho de que mi centro, el IES Ramón y Cajal de Albacete, se hubiera embarcado en un proyecto STEAM y que otros compañeros estuvieran realizando proyectos creativos o innovadores, fue el marco ideal que me concedió la oportunidad y la libertad de “experimentar” nuevas metodologías con mis alumnos de Diversificación.