TutorIA: innovación con inteligencia artificial en la Formación Profesional
Entre los finalistas de la edición 2023 del Premio Internacional Espiral se encuentra el proyecto La Intel·ligència Artificial a l’Aula de FP. Este trabajo, creado por Núria Ferré Huguet y Narciso Almena Zarcero, es pionero en la aplicación de la inteligencia artificial en las aulas de Formación Profesional.
Además de enseñar el funcionamiento de las herramientas de IA, este proyecto también busca transformar la manera en que los estudiantes aprenden y se preparan para el futuro. En él, los estudiantes exploran cómo herramientas como chatbots, sistemas de recomendación y evaluación automatizada pueden mejorar su aprendizaje. También se les enseña a aplicar estas tecnologías en sus aulas y laboratorios, personalizando su experiencia educativa y abordando desafíos reales que enfrentan en su vida académica y profesional, como el absentismo, la desmotivación, y las dificultades en la transición a la vida laboral.
La Intel·ligència Artificial a l’Aula de FP asegura que la IA se utiliza de forma equitativa para todos los estudiantes, y convierte a los alumnos en protagonistas de su propio aprendizaje, al permitirles colaborar en proyectos en los que tienen que utilizar la tecnología para solucionar problemas y crear materiales interactivos.
En esta entrevista Magisterio hablamos con los creadores de esta iniciativa para explorar qué impacto está teniendo en la vida de los alumnos, a los que convierte en agentes del cambio y colaboradores en un mundo donde humanos y máquinas trabajan de la mano para un futuro mejor.
¿Cómo surgió la idea de tu proyecto finalista? ¿Qué te inspiró a desarrollarlo?
–La idea de TutorIA surgió de la necesidad real que observamos en el aula. Como docentes, veíamos que los estudiantes usaban sin conocimiento las herramientas de inteligencia artificial, y se formaban a partir de videos que veían en redes sociales. Cada vez estaban más inmersos en un mundo digital, pero las herramientas que usábamos los docentes en la formación no siempre reflejaban esa realidad.
Queríamos que el aprendizaje no solo fuera útil para aprobar exámenes, sino que preparara a nuestros alumnos para un futuro laboral más tecnológico y exigente. Inspirados por la rápida evolución de la IA y su potencial, decidimos dar el salto e integrar estas herramientas en el día a día de la formación profesional. Además, el apoyo constante de Narcís Almena, como director del centro, y su visión sobre la importancia de la digitalización en la educación fue clave para llevar la idea a cabo.
¿Cómo estructuraste el proyecto desde su concepción hasta su implementación en el aula?
–El proyecto se estructuró en varias fases, desde la planificación inicial hasta su implementación real en el aula. Por necesidad, fue muy rápido: transcurrió un mes desde que nos planteamos el proyecto hasta que se implementó en las horas lectivas de tutoría en la Formación Profesional (FP). Primero hicimos una investigación sobre qué herramientas de IA podrían ser útiles para los alumnos.
Después, organizamos reuniones con las familias, con las que nos comunicábamos por correo electrónico o a través de videoconferencias, para explicarles el proyecto y asegurarnos de que comprendieran el valor de usar estas tecnologías. Una vez aprobado el plan inicial, que fue creciendo sin parar, comenzamos a introducir la IA de manera progresiva en las tutorías, conectando el uso de estas herramientas con las necesidades específicas de cada módulo profesional.
Desde la comprensión del precio de la IA al uso de chatbots, pasando por la automatización de ciertas tareas para ayudar a comprender los problemas que debían resolverse en algunos módulos profesionales como herramienta de autoevaluación, fuimos adaptando el proyecto a la realidad del aula, siempre con la implicación activa de los estudiantes.
¿Qué recursos y herramientas utilizaste durante el proceso de desarrollo?
–Utilizamos una amplia gama de herramientas tecnológicas. Colgamos el contenido en un Blog de Aula. Primero era un blog cerrado, pero lo abrimos a toda la comunidad educativa de FP. Empezamos con chatbots como ChatGPT, Bard (Gemini) y otras plataformas de IA que ayudaron a los estudiantes a resolver problemas, generar resúmenes y personalizar su proceso de aprendizaje.
También aprovechamos plataformas de edición de imágenes y vídeos como Canva y Dall-E para potenciar la creatividad y la presentación de trabajos. Estas herramientas fueron útiles para los alumnos y para el profesorado, ya que nos permitieron mejorar la formación de más de 80 docentes del centro. El éxito del proyecto nos llevó a compartir estas metodologías en formaciones para más de 100 profesores de toda Cataluña, dentro de la formación a profesorado del nuevo módulo profesional de Digitalización del Sector Productivo.
¿Cómo te ayudó la rúbrica del Premio Espiral a mejorar o guiar tu proyecto?
–Fue fundamental para estructurar mejor el proyecto y hacerlo más sólido. Nos permitió enfocar mejor nuestras ideas y asegurarnos de que cumplíamos con los criterios que realmente importan, como el protagonismo del alumnado y la innovación educativa.
Nos hizo pensar cómo maximizar el impacto en los estudiantes, asegurando que cada herramienta de IA que utilizábamos tuviera un propósito claro y estuviera alineada con sus necesidades de aprendizaje. También nos ayudó a organizar los recursos y a visibilizar el papel clave de las familias en el proyecto, un aspecto que fue crucial para su éxito.
¿Hubo algún aspecto de la rúbrica que te resultara particularmente desafiante o motivador?
–Uno de los aspectos más desafiantes y motivadores fue el énfasis en el protagonismo del alumnado. Sabíamos que la IA podía ser una herramienta poderosa, y también que generaba cierto miedo en la comunidad docente, que pedía calma y estudios previos sin pensar que el alumnado ya la estaba usando sin control ni asesoramiento. También evitar que los estudiantes se limitaran a ser usuarios pasivos.
El reto era conseguir que fueran los creadores de sus propios recursos y que participaran activamente en su proceso de aprendizaje, utilizando las herramientas tecnológicas que tenían a su alcance. También resultó desafiante garantizar que las herramientas tecnológicas no reemplazaran, sino que complementaran el aprendizaje: no se trataba de copiar y pegar. Sin embargo, al ver cómo el alumnado asumía el control de su aprendizaje y compartía sus avances con sus familias, supimos que estábamos en el camino correcto.
¿En qué consiste exactamente tu proyecto? Describe sus objetivos y metodologías?
–TutorIA es un proyecto educativo que integra la inteligencia artificial en el aula de formación profesional, con el objetivo de empoderar al alumnado y prepararlo para un entorno laboral cada vez más digitalizado.
Se centra en la aplicación de herramientas de IA, como chatbots y plataformas de procesamiento de datos, para personalizar el aprendizaje y hacer que cada estudiante pueda avanzar a su ritmo.
Los objetivos principales incluyen mejorar la competencia digital de los estudiantes, fomentar su capacidad de resolver problemas de manera autónoma y desarrollar habilidades que les serán útiles en su futuro profesional. A nivel metodológico, aplicamos un enfoque práctico y colaborativo.
Cada semana se introducían nuevas herramientas de IA que luego los estudiantes usaban en diferentes módulos profesionales, como matemáticas aplicadas, seguridad o química. Además, involucramos a las familias en el proceso, dándoles visibilidad sobre lo que sus hijas e hijos estaban aprendiendo y cómo podían aplicar estos conocimientos en su vida cotidiana y futura carrera.
¿De qué manera tu proyecto pone al alumno en el centro y promueve su participación activa?
–Desde el principio, el alumnado ha sido el protagonista de TutorIA. No solo les dimos acceso a herramientas innovadoras, sino que los guiamos para que fueran ellos quienes las dominaran y las adaptaran a sus necesidades.
Cada actividad estaba diseñada para que pudieran aplicar la IA en su propio aprendizaje, resolviendo problemas, generando contenidos y compartiendo sus avances con el grupo y sus familias. Esto fomentó su autonomía e impulsó su creatividad. Además, siempre hemos promovido que el aprendizaje sea colaborativo: los estudiantes trabajaban en equipo, creaban recursos para sus compañeros y, al mismo tiempo, aprendían a comunicar sus ideas de manera efectiva.
El resultado fue un alumnado más empoderado y con mayor confianza en sus capacidades, lo que también se reflejó en las evaluaciones académicas.
¿Qué cambios observaste en tus alumnos durante y después de la implementación del proyecto?
–Uno de los cambios más evidentes fue el aumento en la motivación y la confianza de los alumnos. Al principio algunos se mostraban reticentes o inseguros sobre cómo utilizar las herramientas de IA, pero poco a poco fueron ganando confianza y entendiendo el verdadero potencial de estas tecnologías, hasta el punto que en redes sociales veían alguna nueva potencialidad de la IA y nos pedían que investigáramos y la sumáramos al proyecto. Fue todo un reto estar al día en IA.
Además, vimos cómo mejoraba su capacidad para trabajar en equipo y resolver problemas relacionados con los conocimientos de los módulos profesionales de manera autónoma. Otro cambio notable fue el uso de un lenguaje más técnico y estructurado en sus trabajos, especialmente en los informes de laboratorio y presentaciones orales.
También se produjo una evolución en la actitud hacia el aprendizaje: muchos estudiantes que antes se mostraban desinteresados comenzaron a ver el valor de lo que estaban aprendiendo, tanto para su futuro profesional como personal.
¿Cómo crees que tu proyecto ha influido en el desarrollo personal y académico de tus alumnos?
–El proyecto ha sido transformador en ambos aspectos. Académicamente, los estudiantes no solo adquirieron competencias técnicas relacionadas con la IA, sino que también desarrollaron soft skills (habilidades blandas), como la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la comunicación efectiva.
Personalmente, vimos cómo aumentaba su autoestima al ver que eran capaces de dominar herramientas complejas y aplicar esos conocimientos en situaciones reales. Entrenarse para formular buenas preguntas, la base de todo conocimiento científico, o aprender a estudiar para superar una prueba de conocimientos mediante preguntas tipo test o preguntas abiertas.
Además, la inclusión de las familias en el proceso reforzó el sentido de responsabilidad y el compromiso del alumnado con su aprendizaje. Esta combinación de desarrollo académico y personal ha permitido que los estudiantes salgan de este proyecto más preparados para afrontar retos tanto en su vida profesional como en su entorno personal.
¿Cómo viviste la experiencia de ser finalista en la gala del Premio Espiral?
–Ser finalistas en la gala del Premio Espiral fue una experiencia increíble. Desde el principio, el hecho de ser reconocidos ya fue motivo de orgullo para todo el equipo y el alumnado, principalmente para ellas y ellos, ya que era uno de sus primeros reconocimientos académicos.
Ver cómo nuestro proyecto, que nació en el aula con el objetivo de empoderar a los estudiantes, estaba siendo valorado a nivel internacional, fue muy gratificante. Además, estar rodeados de otros proyectos educativos tan innovadores y escuchar las experiencias de docentes que, como nosotros, buscan transformar la educación, fue realmente inspirador.
¿Qué emociones y recuerdos te llevas de ese día?
–Nos llevamos muchos recuerdos especiales de ese día, pero, sobre todo, una sensación de gratitud y orgullo. Gratitud hacia los estudiantes y las familias que hicieron posible el proyecto y orgullo de ver cómo TutorIA había impactado tanto en nuestras aulas como fuera de ellas.
¿De qué manera ha impactado ser finalista en tu práctica educativa diaria?
–Nos ha dado un impulso extra en nuestro día a día como docentes. Nos ha motivado a seguir innovando, pero también nos ha hecho reflexionar sobre el impacto real que tienen nuestras acciones en el aula. La visibilidad del proyecto ha generado un mayor interés por parte del alumnado, que ahora se siente aún más protagonista de su aprendizaje.
Además, hemos reforzado la idea de que las herramientas de inteligencia artificial pueden ser un gran aliado en la formación profesional, no solo para mejorar competencias digitales, sino también para desarrollar habilidades transversales como la resolución de problemas y la colaboración.
Esta experiencia ha fortalecido nuestro compromiso con la innovación educativa, y nos ha animado a seguir explorando nuevas formas de integrar la tecnología en el aula. El recurso ha sido compartido en abierto, y sabemos que es usado por otros docentes de FP como modelo para implementarlo en sus aulas.
¿Has tenido la oportunidad de compartir tu proyecto con otros docentes o instituciones? ¿Cómo ha sido esa experiencia?
–Ha sido una experiencia muy enriquecedora. De hecho, más de 80 docentes del centro ya han participado en formaciones basadas en TutorIA, y el impacto no se ha quedado ahí. También hemos formado a más de 100 profesores de formación profesional de toda Cataluña en el nuevo módulo de Digitalización del Sector Productivo, donde TutorIA ha sido una referencia.
De hecho, participar en el Premio Espiral nos animó a presentar el proyecto en el lanzamiento de la IA en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, a otros congresos internacionales como FIET 2024, y a recibir otros premios y menciones. A su vez, cuando en Cataluña se presentó la estrategia de implementación de la IA en las aulas, fuimos invitados como expertos para dar nuestra opinión y contar nuestra experiencia.
Lo más gratificante ha sido ver cómo otros docentes se inspiran en nuestro trabajo para llevar la inteligencia artificial a sus propias aulas, adaptándola a las necesidades de sus alumnos. Esto ha creado una red de colaboración entre centros que fortalece aún más el proyecto y nos demuestra que compartir conocimientos es clave para seguir avanzando en la educación.
¿Qué importancia tiene la innovación educativa para ti y cómo la aplicas en tu trabajo diario?
–La innovación educativa es fundamental porque la educación debe evolucionar al ritmo de la sociedad. No podemos quedarnos anclados en métodos tradicionales si nuestros estudiantes viven en un entorno cada vez más digital y cambiante. La Formación Profesional no puede esperar a los cambios legislativos, a las orientaciones o recomendaciones, que tardan demasiado. Las empresas nos piden alumnos que estén al día en las competencias técnicas, las hard skills, más recientes.
Innovar no es solo introducir tecnología en el aula, sino también pensar en nuevas formas de llegar a los estudiantes, personalizar su aprendizaje y hacer que se sientan parte activa de su educación. En nuestro trabajo diario aplicamos la innovación no solo a través de herramientas como la IA, sino también en la manera en que involucramos a las empresas, asociaciones empresariales y a las familias, y conectamos el aprendizaje con el mundo real.
Todo el proyecto de TutorIA se basa en esa idea: empoderar a los alumnos, darles las herramientas que necesitan para su futuro, y hacerlo de una manera que les motive y les implique.
¿Tienes planes de desarrollar nuevos proyectos en el futuro? Si es así, ¿puedes adelantarnos algo sobre ellos?
–Sí, siempre estamos pensando en nuevas formas de seguir innovando. Uno de nuestros proyectos está relacionado con la creación de entornos virtuales de aprendizaje aún más interactivos, donde los estudiantes puedan desarrollar habilidades de forma práctica, simulando situaciones reales del mundo laboral a partir de gemelos digitales, en los que la IA juega un papel importante a la hora de evaluar riesgos y peligros en los laboratorios.
Queremos seguir explorando las posibilidades de la IA a nivel empresarial, en sistemas de toma de decisiones, pero también estamos valorando incluir realidad virtual para complementar el aprendizaje de ciertos módulos profesionales, de los que ya somos expertos referentes en FP.
Además, nos gustaría ampliar la formación a más docentes, tanto a nivel nacional como internacional, creando una red colaborativa que permita compartir experiencias y mejorar la práctica educativa en conjunto. Siempre con el mismo enfoque: poner al alumnado en el centro y prepararlos para un futuro en constante cambio.
¿Qué consejo le darías a otros docentes que desean participar en el Premio Espiral Internacional?
–El mejor consejo que podemos darles es que se atrevan a mostrar su trabajo y confíen en lo que están haciendo en el aula. A veces creemos que nuestras pequeñas innovaciones no son suficientes, pero cualquier cambio que empodere al alumnado y responda a sus necesidades es significativo. Que compartan y publiquen los resultados, lo que ha salido bien, lo que no tanto y en lo que hemos fracasado, porque equivocarse y explicarlo sirve para mejorar.
Animamos a los docentes a participar en un premio como Espiral, ya que ofrece visibilidad y es una oportunidad para reflexionar sobre su proyecto, identificar fortalezas y áreas de mejora. La clave está en mostrar cómo el alumnado es el verdadero protagonista del proceso, algo que, aunque puede generar dudas al principio, es lo que realmente transforma la educación. Es importante aprovechar esta oportunidad para aprender de otros docentes y proyectos que también buscan hacer una diferencia.
¿Qué crees que es lo más importante para desarrollar un proyecto educativo innovador y exitoso?
–Lo más importante es que el proyecto esté centrado en el alumnado, que responda a sus necesidades y que tenga un impacto real en su aprendizaje y desarrollo personal.
En TutorIA siempre tuvimos claro que queríamos empoderar a los estudiantes, darles herramientas para su futuro y hacerles sentir protagonistas de su propio proceso educativo. Además, es fundamental contar con el apoyo de las familias y hacerlas partícipes del proyecto.
Preguntar a las empresas qué necesitan y no centrarse en modas, sino en necesidades y capacitación profesional. La innovación también implica aceptar riesgos, estar dispuestos a equivocarse y aprender de esos errores para mejorar continuamente, y explicarlos.
Es importante tener una idea clara de lo que se quiere lograr, ser flexible para adaptarse a lo que surja y, sobre todo, contar con el apoyo de todo el equipo. Esto asegura que el proyecto no solo funcione bien, sino que deje un impacto real y duradero
TutorIA ha demostrado que, con innovación y apoyo, es posible empoderar a los alumnos, implicar a las familias, y empresas, y transformar la educación, preparando a los estudiantes para los retos del futuro profesional digital.