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¿Dibujamos el movimiento?

En el presente, aunque si bien es cierto que aún existe una asignatura concreta sobre las artes tradicionales, la Educación Artística se ha enriquecido con respecto a las décadas anteriores. No quiere decir esto que tal y cómo era impartida en los años 70, 80 y 90 no fuera válida. Al contrario, ya en aquellas épocas algunos profesores hacían de la interdisciplinariedad un método para enseñar su materia. Es decir, todo lo avanzado es fruto del esfuerzo de muchos maestros y profesores que creían en su asignatura y luchaban porque se valorara junto con las demás.
Isabel Jiménez ArenasViernes, 29 de noviembre de 2024
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© MARÍA MOROZ

Recuerdo a mi profesora de música de la infancia, Amparo Aznar, la hermana que nos hacía dibujar escuchando algunas piezas concretas. Luego analizábamos las formas y los colores, tratando de interpretar lo que los sonidos y melodías nos habían transmitido. También recuerdo a mis profesores de dibujo, Fhad Kubessi, pintor sirio, y su esposa. Los dos siempre se esforzaron por enseñarnos sobre pintura y dibujo más allá del libro de texto, inculcándonos la valoración del arte y confiando en que nos esforzáramos al máximo para acercarnos a la creación artística.

Era la década de los 70 y 80, cuando aún el dibujo o la música se consideraban ‘asignaturas marías’ porque eran poco importantes para pasar de un curso a otro y era muy difícil que se suspendieran. Una forma un tanto despectiva, pero curiosa, de llamarlas.

Actualmente, en el siglo XXI, la Educación artística se desdobla en dos: la Educación Plástica y Visual por un lado y por otro Música y Danza. No obstante, se puede decir que el escenario es multidisciplinar e interdisciplinar al mismo tiempo. Las técnicas de dibujo y pintura no se enseñan aisladas de otros aprendizajes artísticos. Entre ellos contamos con la expresión audio-visual, la música, la danza y el arte dramático. O sea que no nos distanciamos demasiado del escenario anterior, pero se han creado nuevos espacios para que la cohesión entre varias disciplinas sea posible.

Aun así, queda trabajo por hacer para afianzar la transmisión de valores artísticos a través de los saberes básicos. La escuela, el colegio, el instituto deben ser plataformas de aprendizaje que sobrevivan al paso del tiempo y tengan un valor práctico. Porque todavía queda camino para conseguir que la sociedad en general valore el arte y apoye su papel en la vida cotidiana. Depende también de nosotros, los educadores, que en el futuro el arte no sea un bien inalcanzable y los artistas no tengan que abandonar sus carreras para poder sobrevivir.

Depende también de nosotros, los educadores, que en el futuro el arte no sea un bien inalcanzable y los artistas no tengan que abandonar sus carreras para poder sobrevivir

Entonces, ¿qué podemos hacer desde nuestras aulas para que esto sea posible? Dentro de las muchas competencias que el alumnado de Primaria debe adquirir, se encuentra la asimilación de la cultura audiovisual que el patrimonio artístico nos proporciona. Y también se pretende que sean conscientes de su propio cuerpo y las posibilidades motrices del ser humano. Esto deriva en alimentar un interés por la experimentación en el contexto de la danza y la dramatización. En este sentido podemos construir un espacio en común desde la asignatura de plástica.

Me gustaría proponer una actividad para el 6º curso de Primaria. Se trata de dibujar el movimiento. Esto, que dicho así suena fácil, en realidad requiere de mucha práctica y no deja de ser un modo de hablar porque, en realidad, es imposible.

Si leo las definiciones de movimiento que aparecen en la web de la RAE, en la Real de la Academia de la Lengua Española, hay varias que llaman mi atención. La más simple es la primera “Acción y efecto de mover”. Cuando dibujamos movemos nuestra muñeca, pero lo que obtenemos es un conjunto de puntos y líneas interactuando sobre un papel que no deja de ser una imagen estática. También especifica “Estado de los cuerpos mientras cambian de lugar o de posición”. Podemos dibujar una figura en distintos momentos o estadios de su movimiento, pero seguirán siendo líneas invariables sobre el papel si no son animadas. También dice el diccionario que es la “Disposición exenta de rigidez de los elementos de un cuadro o dibujo, escultura, etc”. Efectivamente, un pintor o pintora puede mover el pincel de modo que lo arrastre y cree manchas que se desvanezcan, pareciendo lo representado menos inamovible. Y me atrae especialmente que el movimiento sea la “Primera manifestación de un afecto, pasión o sentimiento, como los celos, la risa, la ira, etc”.

Si analizo esta última definición, imagino un rostro cambiante, un torso girando, unos brazos abriéndose, unas manos cerrándose, porque conecta directamente con la capacidad del ser humano para gesticular y expresar. Y esto me hace pensar en los actores, especialmente los maravillosos actores del cine mudo.

Dibujando el movimiento

Al plantear la actividad en el aula, pediremos a nuestros alumnos y alumnas que traigan un cuaderno de dibujo de menor tamaño que el escolar. Es decir, un cuaderno de bocetos que pueden adquirir en tiendas de Bellas Artes o en papelerías. En él pondrán su nombre y la fecha. Para dibujar utilizarán un lápiz de grafito blando, por ejemplo, un 2B.

Trabajarán en parejas. Tendrán que turnarse para dibujar a su compañero o compañera mientras escenifica una situación o sentimiento basado en las emociones básicas: la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, el asco o la sorpresa.

Antes de comenzar mostraremos previamente algunas escenas del cine mudo. Tenemos magníficos ejemplos en las películas de Charles Chaplin (1889-1977), de las cuales podemos elegir algunas escenas adecuadas para las edades entre 10 y 12 años. Por ejemplo, el final de la película Luces de la ciudad, de 1931, o la escena del mecánico en la película Tiempos modernos, de 1936. Otro muy buen ejemplo es la película Vecinos, de Buster Keaton. Tanto en las películas de Chaplin como en las de Keaton se puede apreciar la expresividad del cuerpo de los actores y una gran variedad de gestos faciales. Algunas escenas son muy divertidas y pueden motivar mucho a los niños y niñas.

Acompañando a esta muestra, sería enriquecedor despertar mayor interés por el legado del cine mudo a través de la información que los museos nos brindan. Aunque no podamos visitarlos, sí podemos mostrar los enlaces y navegar un poco por sus páginas explicándoles el sentido y papel que tienen en la actualidad. Entre otros lugares del mundo, en los Estados Unidos, en Nueva York, se encuentra el Museum of Moving Image y en California el Niles Essany Silent Film Museum.

A continuación, trabajarán por turnos, primero uno escenificará y otro dibujará y viceversa. Pueden utilizar tantas páginas del cuaderno como quieran. Dibujar a alguien en movimiento requerirá de rapidez y gran capacidad de síntesis. Incluso dejarán dibujos inacabados.

Cada niño o niña pensará en unos movimientos concretos para expresar la emoción elegida. Podrá sentarse y levantarse, pero no alejarse del lugar del aula elegido para realizar la actividad. Tampoco podrá hablar o emitir sonido alguno, todo será expresado a través del movimiento. Y aunque gesticule mucho, su compañero o compañera tratará de captar el conjunto sin centrarse demasiado en los cambios faciales.

En un trabajo para la asignatura “Dibujo del movimiento” en la Facultad de Bellas Artes de Valencia resumí el concepto de movimiento de la forma siguiente:

“Todo tipo de movimiento es un proceso de formas que cambian de manera continua. Así cada movimiento puede ser descompuesto en sus fases, pero lo captaremos como un todo a través de una secuencia que no es temporal, es decir, que cada fase del movimiento no sustituye a la otra en nuestra mente. Comprendemos el desarrollo del movimiento total por la interrelación de sus partes.”¹

Basándome en esta idea de movimiento, a mis alumnos y alumnas les diría que se sintiesen libres para expresarse y dibujar pero que pensaran ambas acciones bien antes de ejecutarlas. Es decir, dejaría unos cinco minutos para que “el actor” o “la actriz” pensaran su secuencia de movimientos y al niño o niña que dibujan les diría que visualizaran en su mente los trazos antes de plasmarlos en el papel. De esta forma, quien interpreta la emoción podrá repetir varias veces su actuación y así, mientras, el que dibuja piensa y ejecuta sus bocetos.

Al terminar, se pondrán las mesas en círculo para una puesta en común. Después se intercambiarán los cuadernos, pasándolos al compañero de la izquierda o de la derecha. A continuación, ya cada uno con su cuaderno en las manos, dedicaremos unos minutos para conversar entre todos y que cada persona pueda contar cómo ha realizado el ejercicio.

Esta práctica, además de divertirles, hace que desarrollen su capacidad de retentiva. Y su aplicación en la vida profesional futura tiene varias posibilidades. Por ejemplo, ayuda a adquirir destreza para courtroom sketch, es decir para dibujar a los implicados durante un juicio, por la rapidez con la que se deben captar algunos gestos y movimientos. También para el diseño de vestuario en cine y teatro, por la consciencia que hay que tener del cuerpo y su libertad de movimiento. Como no, para dibujar cómics o mangas por la secuencialidad necesaria para contar las historias. Y, quién sabe, igual podrían descubrir su talento actoral.

Si te ha inspirado mi propuesta y has llevado a cabo algo parecido en clase, el espacio de comentarios está disponible para compartir tu experiencia.

¹Isabel Jiménez Arenas, El movimiento y su representación en el arte, pág 1, Valencia, 1990.

(Si citas algún párrafo de este artículo, por favor, haz referencia a la fuente en Magisnet)

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