Encarnación Soriano: "El mal uso de las redes sociales multiplica de forma exponencial las violencias"
Un 42,4% de las adolescentes reconoce que su pareja se enfada si están en línea y no le contestan de inmediato. © ADOBE STOCK
Encarnación Soriano Ayala es Catedrática de Métodos de Investigación en Educación en la Universidad de Almería. Ha centrado su investigación en la educación para la salud transcultural y en la prevención de la violencia en el noviazgo, especialmente en adolescentes de diferentes grupos étnicos y culturales. Hablamos con ella sobre este último tema, al que ha dedicado dos obras de reciente publicación.
¿A qué obedecen los altos niveles de agresividad que muestran muchos adolescentes hoy en día?
–Tenemos la necesidad de analizar las violencias desde una perspectiva social e interrelacional. Las violencias son fenómenos multifactoriales, causadas no solo por las características individuales del niño o adolescente, sino que son un comportamiento que se promueve o se inhibe a través de complejas interacciones entre el niño o adolescente y su contexto. A mí me gusta mucho hacer referencia a la teoría Ecológica del desarrollo humano de Bronfenbrenner para analizar estos temas, y ver el tema de las violencias de niños y adolescentes desde un enfoque ambiental, desde la cultura y todos los entornos en los que se desenvuelven nuestros niños y adolescentes. Si la sociedad tolera la violencia y los ejemplos que ven en la familia, comunidad, escuela, relaciones con pares, videojuegos, programas o series en televisión y la música que escuchan… manifiestan violencia como una forma de actuar y vivir, el niño, adolescente o joven va a aprender ese tipo de repuesta y normalizará la violencia.
¿Cree que los comportamientos agresivos van en aumento o es que hablamos más de este tema?
–Yo pienso que esos comportamientos son reflejo de la sociedad que estamos construyendo. Por eso, es muy importante cuestionarnos qué sociedad queremos, y trabajar todos, la comunidad próxima, la escuela y la familia, por una sociedad del bienestar, en armonía y respeto entre todos.
¿Puede influir en estos comportamientos agresivos la precocidad en los noviazgos? ¿También la falta de referentes positivos?
–Los comportamientos son aprendidos como he comentado anteriormente. En un cuestionario que hemos aplicado recientemente a más de 2.200 adolescentes con diferentes referentes culturales, y menores de 15 años, prácticamente de adolescencia temprana según la clasificación de la Organización Mundial de la Salud, hemos encontrado respuestas muy interesantes, que voy a comentar por dimensiones. Las dimensiones más sobresalientes que aparecen en victimización han sido el control (online y offline) y los celos, la violencia verbal y la manipulación.
En la dimensión de control y celos, en realidad las conductas que expongo a continuación responden a la interiorización de mitos del amor románticos. Las respuestas más significativas han sido: se enfada si estoy en línea y no le contesto de inmediato (42,4%), vigila si estoy conectado (27,4%), espía mi teléfono, mensajes y redes sociales (25%), me pregunta dónde estoy cada minuto (23%) y, en porcentaje alto, (30,8) se pone celoso, y curiosamente ya a esta edad abren cuentas falsas para agregar a la víctima y espiarla (14,6%).
En cuanto a las conductas de violencia verbal y manipulación, las más significativas son: los insultos (20,8%) y la manipulación con mentiras (23,2%).
¿Cómo las aprenden? del contexto, de las letras de las canciones, no olvidemos que un adolescente pasa más de 2 ó 3 horas diarias escuchando música, en los videojuegos en línea y en los que no juegan en línea, en el cine, en conductas de otros iguales o familiares, etc. Son conductas que a estos otros referentes les salen rentables, porque ejercen poder sobre la víctima y la aíslan poco a poco de su círculo de amistades y las van dejando sin apoyo social.
abren cuentas falsas en redes sociales para agregar a la víctima y espiarla
Si rascamos, ¿qué nos encontramos más frecuentemente detrás de esa violencia?
–Vuelvo a decir que detrás de la violencia siempre hay aprendizaje, porque los niños y adolescentes son espectadores de conductas violentas que van tolerando y normalizando. En nuestras investigaciones, hemos visto que variables como la baja autoestima, el consumo de alcohol, no poseer habilidades para solucionar problemas, los estereotipos de género, bajo apoyo social, la influencia de los iguales que presentan conductas violentas, violencia intrafamiliar, haber sufrido en la infancia maltrato o abusos sexuales; son variables que pueden facilitar las acciones violentas en los adolescentes. Hay otro factor que también ha aparecido en nuestras investigaciones con adolescentes. Desde temprana edad ven pornografía y esa pornografía que visualizan no es la más delicada en el trato a la mujer, y pone en cuestión todo el tema del consentimiento. Pero el adolescente lo aprende y en la realidad que ellos viven, si buscan alguna práctica de tipo sexual con la pareja, tratan de imitar aquello que han visionado y consideran normal, aunque no lo es.
Detrás de la violencia siempre hay aprendizaje
"¿Cómo abordar esta cuestión desde clase? ¿Y desde casa?
–Cuando me preguntan si es necesaria, entre otras cosas, la educación afectivo-sexual, yo siempre digo que sí, pero antes quiero que me definan qué entendemos por educación afectivo-sexual para el niño y adolescente. Una vez, no hace mucho, colaborando en un IES, me cuentan que se había presentado un conflicto, cuando alguien “considerado experto”, y enviado por un Programa que se supone enseña educación sexual a los adolescentes, presentó unos materiales e imágenes que los propios alumnos (adolescentes) al verlos, consideraron improcedentes, y se levantaron de sus asientos y protestaron por la presentación que sobre educación sexual se hizo. Lo que percibo es que no se aborda de forma seria esta formación y normalmente se le “cae” la parte afectiva del título, a veces incluso la parte de “educación”.
Me alegra que me haga las preguntas sobre cómo abordar las violencias en clase y cómo abordarlas en casa. Se entiende que, si en el aula se abordan las violencias de forma transversal o en hora de tutoría, no es suficiente; debe haber una conexión y un trabajo en el mismo sentido en el aula y en las familias. Ayer, hablando con tutores y profesores, les decía que es bueno que cuando hay conflicto violento por parte de algún adolescente, las familias lleven a cabo una disciplina restaurativa. Esta disciplina involucra acciones de los padres y madres dirigidas a que sus hijos reconozcan lo erróneo de su comportamiento, así como el daño que causó al otro y haga acciones para repararlo.
Si a las acciones en el aula se une la comunidad, que puede actuar a través de ayuntamientos en las concejalías de educación o igualdad, el adolescente estaría rodeado de una regulación social de su aprendizaje que le llevaría a no realizar conductas violentas.
A la educación afectivo-sexual a veces se la cae la parte afectiva del título, a veces incluso la parte de educación
"¿En qué se debería incidir?
–Nosotras acabamos de publicar un libro titulado Parejas adolescentes. Propuestas de intervención para prevenir la violencia, que se centra en el estudio de las violencias más frecuentes entre los adolescentes. En este libro, los capítulos están estructurados en dos partes: una introducción teórica breve que fundamenta el contenido del capítulo; y una segunda parte que incluye unidades didácticas divididas en sesiones para trabajarlas con los adolescentes. Son propuestas interesantes para el profesorado, algunas son para llevarlas a cabo con padres y madres, incluso para todas aquellas personas que trabajan estos temas con los adolescentes. Son muchas las propuestas que aparecen presentadas por Áreas y es conveniente verlas, así se responde en profundidad a esta pregunta. Yo siempre insisto que es necesario el trabajo conjunto de escuela, familia y comunidad. Todas buscando un objetivo común.
¿Seguimos estando en una sociedad sexista, pese a los avances de los últimos años?
–Sí, estamos en una sociedad sexista, ya sea un sexismo muy declarado o bien se ejerza de forma muy sutil. Yo siempre digo que una cosa es lo que digo y otra cosa es lo que hago. Podemos decir que la sociedad, las familias, la escuela no es sexista, pero la triste realidad es que todavía sigue actuando, un número importante de personas, de forma sexista. Creo que se debe seguir trabajando en este tema.
¿Empeoran las cosas las redes sociales?
–El mal uso de las redes sociales multiplica de forma exponencial las violencias a través de Internet. Ahora es muy fácil atacar a alguien y hacerle daño porque la ausencia de límites y control facilita que se actúe de manera impulsiva y desinhibida, ya que las pantallas protegen su anonimato. El acoso sexual, por ejemplo el sexting no deseado, puede tener un gran coste social para las chicas, puede deteriorar su autoestima, su reputación, dejarlas emocionalmente deshechas y aislarlas de su círculo de apoyo.
¿Cuáles son las señales de alarma que deben ser capaces de percibir padres y profesores?
–Las señales de alarma aparecen muy bien definidas en uno de los capítulos del libro que he comentado anteriormente. Por ejemplo, para cuando la víctima es chica, observamos cambios de actitud en la forma de ser, en los gustos y aficiones siempre motivados por la influencia de la pareja. Cambios en la forma de vestir. Aislamiento de amigos, compañeros y familiares. Dependencia de la pareja a través del móvil y las redes sociales. Disminución en el rendimiento escolar y falta de asistencia al centro educativo, llegando incluso a abandonar los estudios. Estas son algunas de las que recogemos.
Si hablamos mayoritariamente del chico como agresor, puede apreciarse baja autoestima, inseguridades, cambios de humor imprevisibles e injustificados. En el caso de los chicos se comprueba falta de autocontrol e ira, sobre todo cuando se le ponen límites. Responsabiliza a los otros de sus problemas. Intenta controlar a su pareja reiteradamente (especialmente a través del uso del móvil), hay muchas más que nosotras contemplamos de control, restándoles importancia o con muestras de amor o cuidado.
¿Qué hacer ante estas señales?
–Primero conocerlas y hacer un buen diagnóstico de lo que está pasando. Después procede actuar, en el aula y en las familias. Si se hace un buen diagnóstico se sabe dónde hay que incidir y, con la ayuda de expertos, se aprende cómo actuar en estas situaciones. Esta ayuda puede venir de los orientadores o programas, como el que tiene la Delegación de Almería a través de su programa de Bienestar, que proporciona actividades, formación y consejos a profesorado y familias.
¿Asistimos a un neomachismo? ¿Cree que la sensibilización con respecto a este tema en los últimos tiempos ha generado reacciones en contra entre chicos jóvenes?
–La verdad es que no tengo datos, no hemos investigado en concreto el tema en sí y soy muy cauta, no me gusta hablar de algo si no tengo un abanico de evidencias para poder dar mi opinión fundamentada y argumentada. Lo que sí hemos trabajado han sido la destrucción de los roles de género y las nuevas masculinidades, y queda mucho por hacer todavía. En este tema sí que proponemos actuaciones que ayuden al profesorado.
¿Qué lecturas recomienda tanto para educadores y padres como para adolescentes?
–No quiero ser presuntuosa, pero si recomendaría a profesores y a familias los últimos dos libros que hemos publicado sobre el tema, ambos fruto de años de investigación. El primero, Violencia en las relaciones de noviazgo adolescente. Estrategias para el cambio, es un poco más teórico, aunque recoge ejemplos prácticos que hacen amena la lectura. El segundo es el que he señalado más arriba, eminentemente práctico, con muchas actividades.
¿Y películas?
–Hay una película que a mí me gustó mucho y una vez la utilice para introducir uno de mis libros e intentar que el lector empezará reflexionando. Es En un mundo mejor; en 2011 obtuvo un Oscar a la mejor película extranjera, es danesa. No presenta violencia en las relaciones de noviazgo, pero si el caso de un acoso escolar de adolescente en el que el padre del niño acosado es un médico pacifista que vive entre un campo de refugiados en África y Dinamarca. Hace reflexionar y cuestionarnos cómo en Dinamarca, lugar en el que los adolescentes tienen de todo, se produce esa situación de violencia y acoso. Al mismo tiempo, en África, aunque también se ven situaciones de violencia ejercidas por adultos, los niños que carecen casi de todo, se muestran felices. A mí me hizo reflexionar y creo que es una buena película siempre que un adolescente o niño, cuando la vea, tenga la posibilidad de debatir sobre ella, con compañeros y algún adulto, y llegar a conclusiones que pueden ser muy fructíferas.