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Mujeres adolescentes de altas capacidades se decantan por carreras tecnológicas que después no desarrollan

Los motivos: estereotipos o necesidades de conciliación. Los estereotipos sociales ofrecen mensajes contrapuestos entre los que se encuentra la creencia de que la vida laboral es incompatible con la felicidad personal.
Inmaculada AlcarazViernes, 29 de noviembre de 2024
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© GRISPB

Dado que cada humano es un mundo, las personas de altas capacidades también tienen rasgos individuales propios. No obstante, parece ser que hay algunas características comunes a todas ellas como es la multipotencialidad. El término se refiere a la capacidad de tener varios talentos, un aprendizaje rápido y un resultado efectivo.

Según la AAESI, (Asociación para el Apoyo Emocional a la Sobredotación Infanto-juvenil) los adolescentes de altas capacidades son curiosos, interesados, con excelente memoria, pensamiento divergente, pensamiento crítico, perfeccionistas, etc. lo cual nos revela las características apropiadas para el empoderamiento de una mujer. En efecto, contar con algunas o todas estas cualidades debería, a priori, dar como resultado generaciones enteras de mujeres de altas capacidades ocupando puestos de relevancia mayor en cualquier área, incluso, en las tecnológicas. Este trabajo abarca los distintos estudios realizados sobre el porqué la vocación tecnológica en mujeres adolescentes es baja.

La frase embarassment of riches de Terrasier nos indica que el hecho de tener un talento no significa que haya vocación sobre ese talento; es más, es posible que se tengan varios talentos e inclinaciones a la vez. A la problemática de la multipotencialidad se unen otras como las expectativas y el perfeccionismo basadas en el rol femenino clásico y la presión social de la “vida perfecta” en la que las adolescentes deben ser futuras madres, trabajadoras, amigas, etc. Debido a la característica propia de las personas de altas capacidades como perfeccionistas natas, la presión a la que se ven sometidas las mujeres de altas capacidades es mayor. Por tanto, esta alternativa crea más evasión que motivación entre la población femenina.

Los estereotipos sociales ofrecen mensajes entre los que se encuentra la creencia de que la vida laboral es incompatible con la felicidad personal y que lleva a estas mujeres precisamente a la infelicidad y la falta de desarrollo de su potencial.

A todo ello hay que sumar un tipo de discriminación de género del que se escribe muy poco: El hecho de que el 68,85% del alumnado diagnosticado sean varones frente al 31,14% de mujeres, cuando el total de niños matriculados es del 50,96% por el 49,04% de niñas, según datos del Ministerio de Educación español.

El Ministerio de Educación y Formación Profesional informa de que solamente hay identificados 46.238 alumnos de altas capacidades. La media de alumnos escolarizados es de 7.814.316 en enseñanzas no universitarias, con lo cual los casos diagnostivados suponen apenas el 0,60 del total. Si, por pura estadística, el 2% de los alumnos son superdotados y al menos un 10% tienen altas capacidades intelectuales, esto supone que 110.000 estudiantes superdotados y más de 600.000 alumnos con altas capacidades estarían escolarizados y no estarían recibiendo apoyo educativo específico. Además, un 50% de estos alumnos formaría parte de las cifras de fracaso escolar, según estudios del propio Ministerio. De estos datos se desprende una falta de iniciativa a la hora de evaluar y la repercusión en la motivación de las mujeres a elegir estudios típicos de éxito y de gran visualización, priorizando áreas de solidaridad y discreción.  Entre las causas barajadas por los expertos en cuanto a la animosidad hacia las ciencias por parte de las mujeres adolescentes se encuentran:

Creencias limitantes

Es la percepción inherente de que las mujeres son menos inteligentes que los hombres, la creencia de que el género masculino tiene más genios que el femenino y la tendencia de los varones a sobreestimar sus capacidades. Los profesores Paul Irwing, de la Universidad de Manchester, y Richard Lynn, de la Universidad de Ulster, publicaron sus conclusiones en el British Journal of Psychology, donde, básicamente, aseguraron que los hombres son más inteligentes que las mujeres. Tras investigar a más de 20.000 voluntarios encontraron que el coeficiente intelectual de 125 (CI) era el doble en varones que en mujeres. A estas creencias se suma el hecho de que las mujeres “disimulan” mejor para integrarse en un colectivo que consideran “normal” y que presuponen es mejor y les dará mayor felicidad.

Presión social

Entendida como presión de iguales, propia de adolescentes, falta de representatividad o referencias y roles establecidos. Pero esta circunstancia no solamente es respecto de las relaciones cercanas, sino, incluso, respecto a relaciones que tienen por Internet y que también pueden ejercer gran influencia, tanto como los amigos de su alrededor. En este caso se hablaría del disimulo que practican algunas mujeres adolescentes para ser admitidas en el contexto social. Existe otro tipo de presión social, que es la producida por el entorno. Los alumnos brillantes son empujados hacia estudios con renombre social, como puede ser medicina, entiendiendo que otras carreras (normalmente de ciencias sociales) o profesiones como artes, formación profesional, etc., no son propias de ellos.

Baja autoestima

Un estudio realizado por el profesor Ramón García de la universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) confirma las diferencias en la inteligencia en función del sexo. Utilizando la Escala de Autoestima de Rosenberg, obtuvo resultados que confirman que sí existen diferencias en la autoestima en función del sexo, siendo las niñas las que presentan niveles más bajos.

Top Performes

En España, con un 4,9% de Top Performers, más del 60% de los alumnos asiste a centros donde hay Top Performers. En países como Australia o Nueva Zelanda, el porcentaje sube al 90%. Sin embargo, en países como Bélgica y la República Checa, con porcentaje de estudiantes que asiste a centros con Top Performers parecido al de España, su porcentaje de Top Performers es muy superior, 10,1% y 11,6% respectivamente. Es decir, las diferencias de rendimiento no son debidas al centro donde acude el alumno.

El tema sobre la representación de la mujer en entornos tecnológicos es de extrema actualidad y preocupación. Según datos de la Unesco en 2018, las mujeres representaban solo un tercio (33%) de los investigadores en todo el mundo. Aunque habían logrado la paridad en ciencias de la vida en muchos países, su presencia en campos como ingeniería e informática era limitada: solo un 28% y un 40%, respectivamente. En el ámbito de la Inteligencia Artificial (IA), las mujeres solo constituían un 22% de los profesionales.

Este dato es inquietante ya que no podemos olvidar que el desarrollo del talento es un objetivo prioritario de las sociedades que aspiran a liderar el conocimiento, la innovación y el desarrollo de su sociedad, como ocurre con la mayoría de los países desarrollados.

Aunque posean gran capacidad para llevar a cabo esos estudios, la falta de representatividad disuade a las mujeres a seguir la senda tecnológica, ya que no existen referentes ni iconos en los que apoyarse. Esto refuerza la idea preconcebida de que las tecnologías son propias del género masculino, con poca conciliación familiar y baja sensación de utilidad en la sociedad.

La frase “no van al colegio, van al futuro” de la Institución SEK en la Semana Mundial de la Educación de  2020 demuestra una inquietud en esta línea. Se sabe que la tecnología y la Inteligencia Artificial varían por completo el mapa social de las próximas generaciones. Los trabajos mejor pagados y con mayor representación directiva serán los relacionados con ellas.

Si las mujeres adolescentes de hoy no tienen la vocación de dedicarse a estos temas, su representatividad será aún menor en las próximas generaciones. Según el estudio Autonominación en adolescentes con altas capacidades intelectuales, donde se pedía a hombres y mujeres de altas capacidades que aplicaran sus mejores capacidades, se pueden encontrar pruebas de estos argumentos. En dicho estudio se encontraron “diferencias en la identificación de hombres y mujeres de sus áreas de destreza, siendo las ciencias y los deportes más reconocidas en hombres, mientras que las mujeres reconocieron preferentemente sus habilidades en expresión artística y relaciones sociales”.

Como muestra de todos estos estudios se realizaron unas entrevistas en profundidad  de forma individual en el IES “Barrio Loranca” de Fuenlabrada (Madrid). Se utilizó como instrumento un cuestionario ad hoc.Al ser una muestra reducida de cinco personas, se tomó la decisión de hacer el análisis de las respuestas manualmente utilizando los códigos de categorización asociados a las preguntas. Por tanto, no se utilizaron softwares especializado como AtlasTi o NVivo. El resultado es la siguiente tabla(1):

Se ha tomado el único ejemplo de mujer adolescente evaluada en el centro junto con una profesora identificada de altas capacidades y cuatro alumnas consideradas brillantes que cumplen muchos atributos propios de AACC y que, aun no estando evaluadas como tal, sí que requieren algunas de las medidas de apoyo educativo y ampliaciones curriculares propias de las características de los alumnos con AACC. El procedimiento fue codificado manualmente utilizando la letra “E” y un número identificativo de cada uno de los casos, para preservar el anonimato.

Las entrevistas se realizaron en profundidad durante el segundo trimestre del curso 2023/24 en alumnos de primero de bachillerato del IES “Barrio Loranca” (Fuenlabrada) y a una profesora que ejerce dentro del departamento de Física y Química del mismo centro, con una duración de entre 10 y 30 minutos cada una, y las aportaciones se guardaron como notas en formato papel. Se decidió también incluir a la profesora por ser de alta capacidad, profesora de ciencias, y porque su experiencia vital aportaba mucha información sobre los estereotipos, prejuicios, presión social, etc. que han recibido las mujeres en general y en concreto las personas con altas capacidades a lo largo de su vida escolar y profesional, influyendo de forma determinante en sus elecciones vocacionales. Los resultados fueron los siguientes(2):

Como puede observarse, el resultado tiende más a una problemática de carácter social que a una falta de vocación real. E6 es un ejemplo de mujer con altas capacidades adulta. La adolescencia fue una etapa dura para ella por la sensación de estar rodeada de iguales con menos intelecto que ella. Sus progenitores le fomentaron la vida social sin querer que le evaluasen por AACC por miedo a etiquetarla. De esta forma, E6 no consta en las gráficas (fue evaluada de adulta a petición propia). Posee una vida personal estable y es jefa del departamento en un instituto y profesora en la sección bilingüe francesa. E6 estudió astrofísica y domina inglés (C2) y francés (C1). No obstante, ha llevado su vida hacia la docencia, ejerciendo en una profesión de servicio y ayuda al prójimo.

Por tanto, la vocación tecnológica en mujeres adolescentes de alta capacidad es un tema multifactorial acrecentado por el desinterés que se suscita en publicar y/o investigar un tema que aparece oculto en la sociedad y que puede convertirse en un verdadero lastre para la igualdad de oportunidades para las mujeres, sobre todo en un momento tan crucial como el que estamos viviendo, con una revolución tecnológica que va a cambiar la sociedad futura.  A la vez, se ve empeorado con las características propias de la alta capacidad en cuanto a tender a ocultarlo o disimular su condición y por los roles establecidos y heredados de la figura de la mujer ideal en la sociedad.

En el centro estudian cuatro alumnos evaluados de altas capacidades (dos varones están siendo evaluados actualmente) de los que una es mujer; lo que representa el 25% del total evaluado (porcentaje cercano al publicado por el MECD). Por otro lado, hay 34 alumnos brillantes en bachillerato de ciencias, de los que cuatro son mujeres (11,76%). De estas cuatro alumnas, dos sienten vocación por áreas de salud, una de ellas en áreas de ingeniería y una de ellas tiene claro que seguirá estudios de matemáticas.

Algunos de los autores mencionados en este trabajo han escrito sobre esta preocupación por su enorme implicación futura, ya que la llegada de la era de la globalización y la tecnología nos hace conscientes de la necesidad de una élite tecnológica. Y si en esa élite no se encuentran apenas mujeres representadas, no lo estarán en los futuros estratos dirigentes.

En una sociedad altamente tecnológica, no identificar y atender adecuadamente a las personas con altas capacidades es un despilfarro que la sociedad no se puede permitir, dado que estas personas, con muchas probabilidades, formarán parte de la élite que dirija nuestro destino común. La sociedad no se puede permitir el lujo de que en este siglo se nos sigan quedando niños sin atender, por la injusticia social que supone y por el «despilfarro» que significa no disponer de los alumnos de alta capacidad intelectual con una buena formación, cuando nuestro futuro como sociedad, como grupo, va a depender de los avances en el saber.

Las adolescentes sienten que tienen todo un camino por delante que recorrer. Para ello, se trazan metas y subobjetivos en el trayecto usando como referencias el entorno, los medios de difusión y sus propias experiencias. Este objetivo es en su mayoría la felicidad y la autorrealización. Para lograrlo, las alumnas más destacadas entienden que solo existe el camino del sacrificio y el trabajo duro.  Las impulsa el conocido como “efecto abeja reina”, fenómeno por el cual las mujeres que ocupan altos cargos atribuyen su éxito profesional a méritos propios y no al «sistema». Las alumnas brillantes desean triunfar en todas las áreas de la vida: laboral, personal, maternal, ambiental, social, etc. cargando sobre ellas una sobrexposición al estrés que no sienten sus homólogos masculinos.

Otras investigaciones indican desfases de ritmos en la evolución de las mujeres y de los hombres produciendo que recaiga la responsabilidad y el esfuerzo de las sucesivas conquistas en ellas solamente como activos de su propia evolución.

En conclusión, las adolescentes se ven influenciadas por sus familiares y entorno más cercano, confundiendo creencia o vocación con el estereotipo social definido para alumnos brillantes. De esta forma, la evolución social respecto al rol de la mujer influye en su desarrollo personal, social y laboral. Por otro lado, se encuentra una problemática social importante como es la brecha de género y rol social asignado a la mujer  que produce diferencias de género en las decisiones vocacionales y personales. El citado «efecto abeja reina» describe cómo una figura de autoridad puede influir en gran medida en las actitudes, el comportamiento y las decisiones de los miembros de un grupo. Esta influencia puede ser positiva o negativa dependiendo de las circunstancias. Un líder realizado y efectivo puede inspirar y motivar a seguir sus pasos. Sin embargo, si esta figura dominante toma decisiones incorrectas puede tener efectos adversos en el grupo.

Por tanto, las mujeres adolescentes sin referencias quedan influenciadas por esta ausencia, aumentando la brecha de género que genera menos presencia en esos puestos de mujeres y la falta de referencias, creando un peligroso círculo redundante. Todos estos aspectos se han de tener en cuenta al abordar la elección vocacional de esta población.

Finalmente, hay que añadir que el 33% de los profesores consideran que se detecta a más varones puesto que son más competitivos, más inconformistas o se les valora más inconscientemente, aunque esta tendencia se está acortando por el cambio de rol femenino en la sociedad.

© CARINA LINDMEIER
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