¿Qué cambios introduce la PAU de 2025 en los exámenes de Historia?
La competencia que se pide en Historia es el sentido crítico y se manifiesta en comparar épocas y comprender la mentalidad de los personajes.
La evaluación por competencias llega a la prueba de acceso a la Universidad, y su principal manifestación en el examen de Historia de España -de 90 minutos de duración, como todos- es que las preguntas no cerradas, es decir de respuesta amplia (abiertas o semiabiertas) de los Bloques B y C puntúan hasta el 70%, en lugar de hasta el 50% como anteriormente, frente al 30% que ahora puntúan las preguntas cerradas del Bloque A. En teoría, cada vez cuenta menos saberse el dato, importa el relato.
El bloque A (desde la prehistoria hasta 1788) contiene preguntas supuestamente memorísticas, mientras que en los bloques B (1788-1902: siglo XIX) y C (1902 en adelante: siglo XX, como veremos, la propuesta de Madrid invierte los siglos y la de Andalucía los mezcla), los estudiantes podrán elegir entre textos y temas o documentos para análisis. Ya no se permite optar exclusivamente por contenidos del siglo XIX o XX.
Enfoque Analítico y Transversal: La nueva estructura del examen fomenta las competencias, la relación entre conceptos y la interpretación crítica, en lugar de una exposición lineal de los temas. Algunos ejercicios invitarán a los estudiantes a «ponerse en el lugar» de personajes históricos, como diplomáticos o periodistas, para evaluar una situación específica de manera crítica.
Cobertura de Contenidos Ampliada: A diferencia de los exámenes anteriores, que permitían a los estudiantes centrarse en la mitad del temario, el nuevo formato no lo permite y prioriza el análisis crítico y la capacidad de relacionar eventos históricos.
Madrid paga cada línea de texto con un décimo de punto
De momento, la evaluación por competencias no ha podido ser aplicada con el mismo rigor en todos los territorios. En las Universidades públicas de Madrid, parece que se ha optado por evaluar al peso y convertir los tres puntos de las respuestas breves y supuestamente memorísticas del Bloque A en tres preguntas que concentran temas muy amplios y anteriores a la época contemporánea, a los que se aconseja responder en 10-15 líneas: a décimo de punto la línea. Lo memorístico se identifica con lo antiguo, en lo más moderno sí se puede pensar y ser crítico.
Para las preguntas del Bloque B, que como en el Bloque C (juntos merecerán el 70% de la nota) deben mostrar la capacidad de comparar épocas o meterse en la mentalidad de los personajes históricos, resulta difícil dar criterios de juicio, por lo que el ejemplo que han presentado las Universidades de Madrid las evalúa con el mismo criterio: la extensión. La competencia equivale a capacidad de criticar fuentes históricas, y se da a elegir entre la portada de un periódico o una gráfica estadística (ambas del siglo XX); pero al final es lo mismo: 3 puntos para 30 líneas.
Del bloque final (C, 4 puntos) en la propuesta madrileña las dos opciones son del siglo XIX (invirtiendo el orden que se había anunciado, en el que el Bloque B era del siglo XIX y el C del XX), y hay una alternativa real entre un texto y un tema, ya que el texto es la proclama de Carlos María Isidro con la que asume el trono, y no tiene mucho que comentar: equivale a pedir que se comente el tema de la Guerra Carlista… Bajo una u otra opción, el examen invita de nuevo a escribir a destajo y a calificar al peso: 4 puntos por 40 líneas.
Ponerse en lugar de los personajes o relacionar hechos históricos se valora como prueba de capacidad crítica y por tanto de competencia en pedagogía. Pero también puede ser una manifestación de subjetivismo que termina donde empieza la libertad de cátedra del profesor que evalúa un examen.
Algunos críticos han señalado que el nuevo enfoque de la PAU 2025 en Historia podría inducir subjetividad al pretender que se premie la capacidad de relacionar eventos históricos, lo cual exige a los estudiantes no solo recordar datos, sino también contextualizarlos y establecer conexiones. Esto puede implicar interpretaciones, lo que lleva a algunos a argumentar que el análisis histórico debería mantener una objetividad estricta, basada en hechos y fechas, en lugar de en opiniones o interpretaciones del estudiante.
El formato de preguntas abiertas y semiabiertas, a las que se adjudica al menos el 70% de la puntuación en el examen de Historia, busca promover habilidades de pensamiento crítico. Sin embargo, algunos detractores temen que, si no se gestiona con criterios claros y objetivos de corrección, este enfoque podría dar lugar a desigualdades en la evaluación, ya que los estudiantes serían calificados no solo por lo que saben, sino también por su ingenio, lo que podría interpretarse de manera diversa entre correctores.
Algunos críticos han señalado que el nuevo enfoque de la PAU 2025 para Historia, basado en relacionar eventos históricos y alentar la interpretación desde la perspectiva de figuras históricas, introduce un grado de subjetividad. Esto podría inclinar a los estudiantes a adoptar interpretaciones o narrativas personales en lugar de centrarse exclusivamente en hechos objetivos.
Esta crítica se centra en que el examen requerirá a los estudiantes «ponerse en la piel» de personajes históricos, lo cual podría implicar centrarse en la narrativa y no en el dato. Otros han señalado también que esta estructura dificulta la memorización y el estudio estructurado, exigiendo en su lugar una comprensión holística (global) de los procesos históricos.
De momento, ha sido imposible concretar criterios de evaluación más allá de las generalidades expuestas sobre preguntas abiertas o cerradas, que con bastante simplismo se identifican con largas o breves (o incluso tipo test), ingeniosas o memorísticas. Como vimos, en el caso de Madrid, parece que al evaluador no le queda más criterio objetivo para premiar la competencia y supuesta capacidad crítica del alumno que la extensión.
Hay otras Comunidades Autónomas que han aplicado más imaginación a la hora de proponer el ejercicio de las competencias (y su evaluación) en el examen de Historia de España. Pero también las hay que se han aferrado al modelo anterior. Parece que el único punto en que se han puesto todas de acuerdo es en que las faltas de ortografía solo pueden restar, como máximo, un punto (10%). En cambio, en los exámenes de Lengua (tanto castellana como autonómica) se pueden perder por este motivo hasta 2 puntos, y en inglés 1,5.
Galicia, el País Vasco y Aragón serían las Comunidades que valoran más las competencias: las dos primeras, porque pedirían a los alumnos encontrar errores históricos en textos generados por ChatGPT. Castilla y León, Murcia y Cantabria, al igual que Madrid, no habrían tenido esta genialidad, y por eso se les pone la etiqueta de estar aún aferrados a un modelo memorístico. En el caso aragonés, el despliegue de competencia exigido por la Universidad de Zaragoza consistiría en pedir un comentario «razonado» para responder a tres preguntas sobre España y su relación con Europa. Por el contrario, la propuesta de Castilla-La Mancha incluye preguntas tipo test (para las que, supuestamente, se requieren pocas competencias y solo memoria).
Murcia opta supuestamente por la sencillez, reduciendo el examen a dos bloques, con 4 puntos para el de preguntas breves y 6 para el comentario de un tema, manteniendo además la posibilidad de elegir entre el siglo XIX o el XX que supuestamente había desaparecido. Cantabria, aunque propone un examen en tres bloques, tampoco se atreve a dar más peso a las preguntas supuestamente competenciales, dando la mitad de la puntuación a las preguntas abiertas y las cerradas.
La opción andaluza también consta de tres bloques, pero reduce el número de preguntas. El Bloque I es igual en épocas al A de Madrid, pero en vez de tres tiene dos preguntas que valen lo mismo (1 punto) a pesar de ser muy diferentes (una conceptual y otra pide comparar nada menos que la política exterior de Carlos V y de Felipe II). El Bloque II (al igual que el C de Madrid) ofrece 4 puntos, según el itinerario que corresponda, por comentar la Constitución de Cádiz o la guerra de 1896, si se es del itinerario A, mientras que los del itinerario B eligen entre la Constitución de la II República o el Franquismo. La competencia, en este caso, consiste en que hay que adivinar el tema a partir de una foto de Franco, el texto de la paz de París, o el comienzo de sendas constituciones. Por último, el Bloque III ofrece cuatro puntos por comentar temas eligiendo entre dos, pero esta vez sin tener que adivinar el tema a partir de una imagen o texto.
En la nueva PAU de 2025 en España, existe un único examen obligatorio de Historia de España para los estudiantes que deseen acceder a la universidad. Sin embargo, en el itinerario de Ciencias Sociales y Humanidades, existen otras asignaturas relacionadas que los estudiantes pueden cursar en Bachillerato y que, dependiendo de la universidad o comunidad autónoma, podrían incluirse en la PAU como opciones adicionales. Estas pueden ser:
Historia de la Filosofía: A veces se ofrece como alternativa en lugar de Historia de España, especialmente para estudiantes de itinerarios de Humanidades. Para la PAU de 2025, las comunidades autónomas que están considerando ofrecer el examen de Historia de la Filosofía como alternativa a Historia de España en la fase de acceso son Cataluña, Galicia, País Vasco, y Comunidad Valenciana. Estos territorios permiten a los estudiantes elegir entre ambas asignaturas en función de su preferencia académica, para adaptarse a distintos itinerarios de bachillerato.
Geografía: También se evalúa en la PAU y cubre temas como geografía física, humana, y económica de España y el mundo. Este examen sigue un enfoque estructurado en tres bloques: conceptos, desarrollo de temas específicos, y relación entre conceptos geográficos.
El examen de Geografía en la PAU se suele presentar como una opción frente a otras materias de admisión, como Historia del Arte o Economía, dependiendo de cada comunidad. Algunas comunidades autónomas, como Andalucía, Madrid y Cataluña, tienen ya publicados o próximos a publicar modelos de examen y orientaciones, mientras que otras, como Galicia y el País Vasco, ya disponen de toda la información y los criterios detallados en sus sitios web.
Historia del Arte: Opcional para algunos itinerarios, esta asignatura también forma parte de la PAU en muchos casos. Se centra en el análisis y la contextualización de obras, estilos y corrientes artísticas, incluyendo cada vez más obras y figuras femeninas.
Cada una de estas materias complementa la formación en Ciencias Sociales y Humanidades y ayuda a consolidar un perfil competencial y analítico, similar al enfoque buscado en el examen de Historia de España.
La PAU será en 2025 los días 3, 4 y 5 de junio (la convocatoria extraordinaria será los días 1, 2 y 3 de julio) en toda España a excepción de:
Canarias: 4 al 7 de junio, y la extraordinaria del 2 al 4 de julio.
Cataluña: La convocatoria ordinaria será del 11 al 13 de junio, la extraordinaria del 3 al 5 de septiembre.