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Diego Galán y Álvaro Moraleda: "La escuela debería tratar de paliar los estigmas... y muchas veces es una fuente de ellos"

En la segunda entrega de "Biblioteca sonora", el podcast de MAGISTERIO en colaboración con la Editorial Narcea, profundizamos en el concepto, los tipos y las medidas que se llevan a cabo desde la educación para hacer frente al estigma, protagonista del nuevo libro de Diego Galán y Álvaro Moraleda.
Marta Peiro del ValleViernes, 20 de diciembre de 2024
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Diego Galán, en el centro, y Álvaro Moraleda, a la derecha, conversan con Marta Peiro en el estudio de grabación audiovisual de MAGISTERIO.

«El loco». «La gorda». «El moro». «La vieja».

Esa tendencia que tenemos de etiquetarlo todo, que tantos prejuicios genera hacia las personas que nos rodean, en una sociedad tan variopinta y plural como la nuestra. Resulta paradójico, con la cantidad de culturas, países y mezclas que nos forman a cada uno, que el estigma forme una parte tan grande de nuestras vidas en pleno siglo XXI. Pero esa es la realidad.

Una realidad con la que convivimos y de la que, no obstante, no sabemos tanto.

Por eso, Diego Galán y Álvaro Moraleda, Secretario Académico del Departamento de Teoría de la Educación y Pedagogía Social de la UNED y Coordinador de Investigación de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela, respectivamente, convirtieron el estigma en su objeto de estudio.

De esa investigación nace Estigma y educación. Un enfoque para la igualdad, libro editado por Narcea en el que profundizan en el propio concepto de estigma, explican los tipos que existen, y proponen medidas para hacerles frente y lograr, algún día, una escuela más inclusiva. De todo ello hablamos en esta segunda entrega de Biblioteca Sonora, el podcast de MAGISTERIO en colaboración con la editorial.

«El estigma es ese conjunto de etiquetas que generan unos falsos prejuicios y merman las capacidades personales, sociales o profesionales de un colectivo», definen. Un «sistema de etiquetado a personas por sus condiciones o por características» que pone en marcha la sociedad con aquellos que, considera, «se alejan de esa tendencia normal», al percibir dichas condiciones o características «como algo diferente, desde el punto de vista más peyorativo«.

Si bien, tal y como consideran estos autores, «la diferencia entre el alumnado debería ser visto como una riqueza», lo cierto es que «hay muchas dificultades -de presupuesto, disponibilidad, personales- para que muchas medidas para atender la diversidad puedan ponerse encima de la mesa y ser efectivas». «Nos faltan medios tanto a nivel humano y estructural como económico, para conseguir que realmente el sistema sea inclusivo», aseguran. Y subrayan un aspecto que, entienden, es fundamental: «que los propios centros educativos quieran aplicar esas medidas». «La escuela debería tratar de paliar los estigmas… y muchas veces la escuela es una fuente de estigma. Los fija y perpetúa», valoran.

En su libro, Galán y Moraleda analizan los estigmas hacia la drogodependencia, el sexo, la cultura, la brecha tecnológica, la discapacidad, la salud mental, los presos y el edadismo o las personas mayores. En esta charla hablamos, especialmente, de los que existen hacia las personas mayores, hacia los presos, y hacia personas con problemas de salud mental. «Nos hemos encontrado con muchos obstáculos desde los propios centros educativos, que decían que cómo íbamos a hablar a chicos y chicas de 17 años de esquizofrenia… cuando los índices en la juventud son cada vez más altos», comentan, perplejos.

«Si queremos reducir el estigma y aumentar el conocimiento acerca de determinadas realidades… pero existe mucho miedo y reticencia a programas más específicos con este tipo de situaciones«, expresan, pues «ha habido una generación a la que no se ha educado en temas de salud mental». «No se normaliza, la esquizofrenia, el trastorno de personalidad, la bipolaridad. Cuando una persona sufre un brote psicótico en las redes sociales rápidamente la llaman loca o se la cataloga de una manera muy concreta. Y esto mismo se traslada al aula», afirman.

Si bien admiten que gracias a las redes sociales «hay un mayor conocimiento de todo», apuntan que «también hay una mayor confusión». «Hay tanta información, tanta desinformación, y tanta dificultad para cribar esa información… que todo eso se se traslada al día a día tanto de los estudiantes», señalan.

Esto les ha llevado, anuncian, a investigar un nuevo tipo de estigma, el virtual. «El mundo virtual es donde se adquiere esa información», dicen, a la vez que sugieren «empezar a controlar esas vías». Y es que, recuerdan, los alumnos «pasan el mismo tiempo en la escuela que con un dispositivo». 

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