Elena Ibáñez: "Cuanto más tiempo estén los chicos en las pantallas, menos van a tener para descubrir su talento"

Antes de que las cámaras muestren el símbolo que indica que están grabando, tenemos una conversación muy interesante. ¿Cuál es la diferencia entre objetivos profesionales… y propósitos? Tan interesante que no puedo evitar comenzar la nueva entrega de Orientación en el siglo XXI, el podcast de Magisterio en colaboración con la plataforma de orientación Singularity Experts , hablando sobre ello.

Elena Ibáñez, su CEO, se muestra dubitativa en el backstage, pero nunca rehúye mis preguntas. Según considera, el objetivo está «más asociado al mundo profesional adulto», y suele estar relacionado con el salario. Por el contrario, dice, el propósito es «esa motivación trascendental que nos hace perseguir algo porque realmente nos hace más felices», aquello que nos «motiva muchísimo más que simplemente estudiar o trabajar para ganar dinero».

Ese propósito es justo lo que familias y orientadores deben «tratar de desenmarañar cuando los chicos son jóvenes». En este sentido, Ibáñez recomienda a los padres reformular la típica pregunta de «¿qué quieres estudiar?». «Nosotros les decimos que les pregunten para qué quieren estudiar», asegura.

El talento, explica, se desarrolla. «No quiere decir que si alguien no ha nacido con un don ya nos podemos olvidar y tiramos la toalla porque habrá otro que lo tenga. Se puede y se debe desarrollar», analiza. Para ello, los orientadores deben tratar de «entender mejor a la persona», para recomendarle cosas alineadas con su perfil.

Pero, ¿cómo afrontar el complicado momento de elegir un camino profesional? En su opinión «es un momento de exploración, no se tiene que vivir como un agobio». De hecho, expresa Ibáñez, «dar por hecho que cuando alguien está desorientado es algo negativo… no. Es la base de un viaje de descubrimiento maravilloso y estupendo».

En ese viaje, recuerda, «cuanto más descubran los alumnos sobre sí mismos y sobre el mundo en el que van a vivir, más información van a tener para ir tomando buenas decisiones». Y recuerda: «No hay decisiones totalmente excluyentes». «Con 18 años puedes tomar una decisión con la que con 28 no estés de acuerdo, pero forma parte de tu crecimiento personal y profesional», avisa.

Llama la atención cómo, al preguntarle si los alumnos de hoy en día están más perdidos que antes, señala que «los padres están más perdidos que los chicos». «El cambio tecnológico lo inunda todo, hasta la geopolítica afecta a todo, al mundo profesional, al personal, al de la salud, al familiar. Lo afecta todo. Claro que están perdidos los chicos… pero exactamente igual que nosotros», apunta. En este sentido, destaca que «necesitamos educación y formación todos para saber cómo actuar». «¿Cómo vamos a recomendar si no sabemos ni siquiera cómo actuar nosotros mismos?», cuestiona.

Parte de esta orientación la sitúa, como en otras ocasiones, en las plataformas, dispositivos, y redes sociales. «Cuanto más tiempo estén los chicos en las pantallas, menos tiempo van a tener para descubrir su talento o su propósito en la vida. Si estás todo el rato así, estás dejando de hacer cosas básicas para para explorar y descubrir esto», subraya.

Para orientarse, indica que necesitan «herramientas externas para poder llegarse a conocerte a sí mismos», y hacerse preguntas que les ayuden a descubrirse».

Y, como otras veces, vuelve a ejercer una defensa férrea de los orientadores, pues «una persona bien orientada tiene muchas más probabilidades de dirigir su vida hacia aquello que le gusta que una que no». «En muchas ocasiones la vida va a elegir por ti. Y esa es parte de la razón por la que seguramente hay muchas personas haciendo cosas que no le gustan. (…) Pero cuanto mejor guiada esté una persona, más oportunidades va a tener de tomar las riendas de su vida y tomar elecciones alineadas con su propósito», garantiza.