La perniciosa tendencia a destacar lo negativo de nuestro sistema educativo y relegar lo positivo
En este fin de año queremos recuperar el sentido positivo que una parte de la comunidad educativa y de los medios de comunicación y analistas en general parece que han perdido respecto de nuestro sistema educativo. Son muchas las variables que hay que destacar respecto a nuestra escuela. Por distintas razones, a veces pasamos por alto lo positivo y nos quedamos solo con lo que tenemos que mejorar. Es cierto que si tuviéramos una mirada complaciente respecto a nuestras aulas no avanzaríamos como es debido. Pero también lo es que el pesimismo es muy paralizante y tampoco permite progresar. Las aulas de nuestro país están llenas de actividades innovadoras, de profesores dedicados a sus alumnos y de estudiantes esforzados y en ocasiones brillantes. Que unos pocos no quieran estudiar no indica que el conjunto de nuestro alumnado falle. Es más bien el sistema en su conjunto el que no les permita obtener lo mejor de ellos mismos, despertando en su interior ese pequeño gran genio que todos llevamos dentro. Solo falta encontrar ese elemento diferencial de cada individuo que le permite ser él mismo y triunfar en la vida.
Por eso es importante ser objetivos a la hora de ver el mapa completo de nuestra escuela. Y son muchos los indicadores que nos muestran que andamos en la buena dirección: tenemos la mejor educación de la historia, dicen expertos como José Antonio Marina. Y esa afirmación no es producto de un voluntarismo o de una visión chata de la realidad. Al contrario, se trata de un diagnóstico certero acerca de nuestra educación. Y dicho esto, no podemos obviar que en ese proceso de mejora continua que debe ser nuestra escuela hay elementos que nos ofrecen retos importantes: la salud mental de nuestros jóvenes, el papel de las tecnologías, la capacidad crítica de las nuevas generaciones, la comprensión lectora, la disciplina escolar, el acoso, la atención personalizada, la excelencia, el esfuerzo…
Todos ellos son retos que, nos consta, tanto las administraciones como los propios centros y docentes vienen trabajando con intensidad en los últimos tiempos y que, como no podía ser de otra manera, deberían dar sus frutos en las futuras etapas de crecimiento de nuestros alumnos. Por ello, ante un panorama tan esperanzador como el que tenemos por delante solo podemos invitar a toda la comunidad escolar a sumarse a esta tendencia hacia la mejora continua, siempre desde el optimismo y sin renunciar al trabajo bien hecho. Las nuevas generaciones nos lo agradecerán.