fbpx

Para ayudar a los niños con dislexia la alfabetización de todos deber ser de calidad

Por desgracia, la dislexia se entiende a menudo, de manera simple y equivocada, como la consecuencia estricta de una serie de genes que una persona en concreto ha heredado. Estos genes, de forma determinista, darían lugar al expresarse a un cerebro deficitario que presentaría dificultades irreparables para leer y escribir. Las evidencias de las que disponemos no parecen apoyar una visión tan simple de la dislexia.
Julián Palazón
Doctor en Ciencias de la Educación
16 de diciembre de 2024
0

Es cierto que los niños con dislexia parecen heredar una mala predisposición genética para aprender a leer. Sin embargo, esa mala predisposición interactúa con aspectos tan diversos como la calidad de los métodos de enseñanza de la lectura que los niños reciben, el tiempo que tarda en ofrecerse a estos niños una respuesta educativa intensiva cuando aparecen los primeros indicadores de riesgo, el ambiente alfabetizador familiar, la capacidad de atención de los propios niños y su persistencia ante la tarea.

Esto se evidencia en diversos estudios realizados con gemelos monocigóticos, quienes comparten el 100% de su carga genética. Los resultados indican que, solo en aproximadamente el 60% de los casos, cuando uno de los gemelos presenta dislexia, la misma dificultad también se manifiesta en el otro. Por lo tanto, no parece que esta dificultad de aprendizaje tenga un origen exclusivamente genético.

En un tiempo en el que, quizás, se ha puesto el foco en soluciones más efectistas que efectivas (herramientas de detección enormemente sofisticadas, pero poco fundamentadas; cursos de formación que revisan una y otra vez los criterios del DSM-5; divulgación de adaptaciones poco o nada comprobadas empíricamente, como cambiar a los niños el color de los folios, entre otras) defender que el foco vuelva a una enseñanza de la lectura informada desde la investigación es necesario.

Una alfabetización de calidad para todos en los centros educativos es beneficiosa para el alumnado con dislexia, especialmente, por los siguientes motivos: a) hace que aquellos niños que tienen una mala predisposición heredada para adquirir las letras, sus sonidos y aprender a decodificar presenten menos dificultades y b) permite detectar mucho antes a aquellos que se quedan atrás. Sin una enseñanza de la lectura sólida y estructurada, no es sencillo saber quiénes muestran dificultades para aprender a leer.

Poner atención y formación en ello es esencial para el alumnado con dislexia. También lo es ofrecer recursos personales, técnicos y organizativos para que estos niños reciban una respuesta temprana, intensiva y focalizada nada más aparezcan las primeras dificultades, ya en el primer curso de Educación Primaria. Esta respuesta debería llegar cuando los niños aún están ‘en riesgo’ y no han recibido un diagnóstico de dislexia.

Hay muchas evidencias que avalan que esa respuesta educativa de carácter preventivo, en los primeros meses de enseñanza de la lectura, es enormemente eficaz para ayudarles. Y es que hay que trabajar mucho para impedir que se abran esas brechas educativas en la adquisición del lenguaje escrito. Una vez abiertas, ya no es fácil cerrarlas. La implementación de programas educativos preventivos en los primeros cursos, con personal docente específico, cualificado y formado para ello, sería una de las mejores noticias posibles.

La dislexia no es una enfermedad. Es una dificultad grave y persistente para un aprendizaje cultural concreto como es la decodificación (la capacidad de leer las palabras escritas de forma precisa y fluida).  Nadie debería ignorar el hecho de que las buenas prácticas en la enseñanza de la lectura, así como la respuesta educativa temprana, intensiva y focalizada, reducen la prevalencia y el impacto de esta dificultad de aprendizaje.

0
Comentarios