Pax Dettoni: “Cuando un alumno se siente seguro y en calma es cuando mejor aprende”
La experta en educación emocional y autora de "Edúcame con lo que soy y para lo que seré", Pax Dettoni.
Decía Aristóteles que “educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”. Siguiendo la misma línea que ya apuntaban los clásicos, Pax Dettoni, experta en educación emocional, propone en su último libro, Edúcame con lo que soy y para lo que seré, educar a los alumnos de los ciclos de Infantil y Primaria según el temperamento de cada uno.
Dettoni, CEO de la Asociación Teatro de Conciencia y creadora del programa de convivencia escolar En sus zapatos, explica que el temperamento es como el pegamento que une el cuerpo y el alma, y es único en cada ser humano, pero opina que esta diferencia no se tiene en cuenta en el aula: “Cada niño es diferente y único, tanto por su aspecto físico como por su composición emocional y psicológica. Sin embargo, y en cuanto a educación se refiere, desarrollamos un único currículo y, generalmente, ponemos en práctica las mismas estrategias afectivas y disciplinarias para todos”.
Con el objetivo de facilitar a los profesionales de la educación el criterio para identificar los temperamentos de su alumnado, así como la puesta en marcha de estrategias para una educación emocional adaptada a cada uno de ellos, Dettoni -autora de diversos libros de temática educativa, así como de cuentos infantiles- ha escrito su última obra.
En ella, explica primero las cuatro emociones primarias (rabia, miedo, tristeza y alegría) y conceptos básicos de educación emocional, como la identificación de emociones, la automotivación, la empatía y la resolución positiva del conflicto. Después, relaciona cada una de esas emociones básicas con cuatro tipos de temperamento (colérico, sanguíneo, melancólico o flemático) y señala las mejores estrategias de alfabetización emocional para cada uno de ellos.
La experta, antropóloga social y cultural, apunta que lo novedoso de esta obra es que une por primera vez los conceptos de educación emocional y temperamentos, y aclara que no quiere decir que el conocimiento no sea importante: “El conocimiento es importante, pero también hay que educar en todo aquello que hace que el ser humano pueda convertirse en hombre o mujer de una manera completa, y para eso sirve la educación emocional”.
Además, la autora de Edúcame con lo que soy y para lo que seré opina que, si el docente educa teniendo en cuenta el temperamento de sus alumnos, esto puede influir de forma positiva en la adquisición de nuevos conocimientos: “Cualquier alumno que se sienta visto, reconocido y aceptado por lo que es, adquirirá nuevos conocimientos con mayor facilidad, pues se sentirá seguro y en calma y es, en ese estado interior, cuando mejor se aprende”, señala Dettoni a Magisterio.
“Si el docente tiene en cuenta el temperamento de su alumno significa que ha hecho un ejercicio de profundo conocimiento de la persona que tiene delante y lo ha hecho con ecuanimidad, considerándolo válido por cómo es, y aceptándolo”, apunta la experta.
Después, añade, “una vez ha identificado su tendencia temperamental, puede ayudarle, gracias a la educación emocional, a equilibrar aquellas habilidades socioemocionales que le sean más difíciles para él y a consolidar aquellas para las que tiene mayor facilidad, con el objetivo de que se convierta en la mejor versión de sí mismo, pero partiendo de lo que es, no de aquello que al docente o a la familia, le gustaría que fuera ese niño o niña”.
La experta ilustra esta teoría con un ejemplo: “Así, un alumno de tendencia temperamental sanguínea puede ser exigido constantemente por su docente -que no tiene en cuenta su temperamento- de mantenerse quieto y en silencio toda la clase. Sin embargo, para él esa exigencia es muy difícil de alcanzar, lo que hará que se sienta todo el tiempo no aceptado y “reñido” por no lograr la expectativa de su docente.
Pero si el maestro tiene en cuenta que se trata de un alumno con tendencia sanguínea, le pedirá que le haga recados que le implican movimiento durante algunos ratos o que hagan presentaciones en clase, para que así pueda estar tranquilo y atender a la materia -pues su parte temperamental sanguínea se ha visto aceptada e integrada-.
Por otra parte, Dettoni, que también imparte talleres para profesores y familias, señala que todos los temperamentos son igual de buenos. Sin embargo lanza estas preguntas que invitan a la reflexión: «Como docentes, ¿valoramos igual todos los temperamentos? ¿Hay temperamentos que coinciden más con los valores que actualmente se ponen de relieve en la sociedad? ¿Qué temperamentos valoro yo en mi aula y cuáles pasan más desapercibidos?».
El trabajo de un docente, señala la experta, es potenciar el aspecto positivo de cada temperamento y tener en cuenta lo negativo para poder equilibrarlo. Así, un niño de temperamento colérico tendrá tendencia a ser valiente y a desarrollar una gran capacidad de liderazgo, pero a su vez, si no se logra encauzar bien su rabia, puede mostrarse dominante, agresivo o egoísta.
“Es muy importante que el docente tenga claro que los temperamentos no son ni buenos ni malos y todos los temperamentos en el aula son una bendición porque todos se nutren de todos. Cuando hablamos de diversidad, creo que es una obligación moral hablar también de este tipo de diversidad”, sostiene Dettoni.
Sin olvidar que la educación emocional según el temperamento aporta grandes ventajas tanto para los docentes como para los alumnos, como una convivencia armónica y el establecimiento de vínculos seguros entre ellos.
“(Cuando se le educa de esta manera) el alumno se sabe aceptado por su docente, y esto le dota de confianza y seguridad, pilares para que se dé una educación académica y una educación emocional. De esta manera, el pequeño puede poco a poco aprender a desarrollar las habilidades que más le cuestan, con la esperanza de que lo irá logrando poco a poco”, señala, por último, la experta.