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'Anatomía del dictador'

Manuela Rodríguez InfanteViernes, 17 de enero de 2025
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© Pandagolik

El siglo XX fue uno de los más sangrientos de la historia, debido al totalitarismo y a las dictaduras militares, a las que habría que llamar las dictaduras del miedo, pues la mayoría utilizaron, como si de una regla de gobierno se tratase, la herramienta del terror. Los dictadores conservaron el poder mediante la represión, el control de los medios de comunicación, la imposición de una única ideología y el ataque a todos aquellos que pretendía un cambio hacia la democracia. Y los hubo de todos los colores políticos: comunistas como Mao Tse-Tung y Josef Stalin, nazis como Adolf Hitler, fascistas como Benito Mussolini, radicales derechistas como José Rafael Videla y Augusto Pinochet, y así un largo etcétera que ordenaron millones de asesinatos.

En el siglo XXI, aunque aún queden tiranos que hagan uso del crimen, las dictaduras podrían denominarse dictaduras de la manipulación. Vladimir Putin, Nicolás Maduro, Kim Jon-un… mantienen su popularidad a través de la manipulación del pueblo. Como escribió Maquiavelo, «en cualquier régimen la prosperidad tiende a aumentar la popularidad del gobernante». Hay un patrón que caracteriza a estos dictadores: manejan la información para mentir, controlan los medios, desvían la atención de sus tropelías y como no, abusan de los procesos electorales (si es que los convocan).

El periodista norteamericano John Gunther defendía que «todos los dictadores son anormales. La mayoría de ellos neuróticos». Científicamente se dice que padecen una disfunción mental y, por tanto, sus mentes no se encuadran en los estándares en los que se encuentran las del resto de la población. Por ejemplo, Hitler tenía una personalidad sociópata con bipolaridad, paranoia y otros rasgos complejos. A su vez, se especula que la mayor parte de los autócratas son portadores de una carencia del gen AVRP1, que regula nuestra capacidad para ser benévolos con los demás. En 2005 se comprobó que dicho gen está asociado con el neurotransmisor responsable de la creación de vínculos sociales y afectivos, la serotonina, y que limita el control de las emociones.

El periodista norteamericano John Gunther defendía que «todos los dictadores son anormales. La mayoría de ellos neuróticos»

Hay infinidad de patrones que pueden aplicarse a la psique de un dictador. Según el psicólogo Iñaki Pinuel, entre el 8% y el 13% de la población mundial tiene rasgos de psicopatía, que se resumen en tendencias a imponerse a los demás, al narcisismo y a la validación retorcida de su voluntad mediante el uso de su carisma. Cuanto más suben en el rango social, más proyectan su paranoia.

El uruguayo Daniel Eskibel, experto en la psicología política, ha llegado a una conclusión más inquietante: «el dictador es aquel que se ve dominado por una estructura cerebral (que es) idéntica al cerebro de los reptiles, pues les empuja al ejercicio del dominio y la agresividad». Quizás la naturaleza esconda el por qué del comportamiento de estos monstruos de poder.

Manuela Rodríguez Infante ha sido ganadora de la XX edición de www.excelencialiteraria.com

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Comentarios

  1. Sofia
    17 de enero de 2025 13:26

    Este texto es una increíble reflexión sobre los principales dictadores de la historia, está muy bien escrito y es muy profundo. Enhorabuena Manuela!!!