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Jesús Marrodán (USIE): "Nuestros políticos son especialistas en meter en la escuela todos los problemas de la sociedad"

Jesús Marrodán, presidente de Unión Sindical de Inspectores de Educación (USIE), llega feliz a la Redacción de MAGISTERIO por dos motivos. El motivo coyuntural es que acaba de ser galardonado con el Premio Magisterio 2024 a la trayectoria profesional. El segundo motivo, que ha motivado el primero (perdón por el galimatías), es que ha logrado en poco más de una década convertir a USIE en el referente de la inspección educativa.
José Mª de MoyaLunes, 13 de enero de 2025
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La fórmula del crecimiento de USIE tiene tres ingredientes: trabajo, trabajo, trabajo. Jornadas profesionales, publicaciones, convocatoria de premios, formación, programas Erasmus, etc. Plato que ha sido condimentado con la pimienta de la contundencia de sus demandas y la canela de no casarse con nadie, ampliando el espectro ideológico. Aunque herederos, ya no son aquel USITE marcadamente conservador y de derechas: «Si tienes a más de la mitad de los inspectores, tienes que ser plural por narices». Plural pero contundente.

Contundente para defender que «Deberíamos tener un cuerpo de directores porque somos la excepción ibérica. Y hay que plantearse por qué en algunos centros nadie quiere presentarse. La dirección escolar es otra profesión, se diga lo que se diga». Enérgico para exigir la simplificación los procedimientos administrativos: «Nuestros políticos son especialistas en meter en la escuela todos los problemas de la sociedad. Tenemos planes y protocolos para todo». Y crítico a la hora de denunciar que «el Ministerio lleva tres años incumpliendo el compromiso de crear una carrera profesional docente».

Olvidé un tercer motivo por el que Jesús Marrodán llegó feliz a la entrevista. Es amigo.

Lo primero, enhorabuena por ese premio Magisterio, Jesús.
Gracias a vosotros. Además me satisface mucho que lo haya entregado MAGISTERIO, porque soy inspector de educación y este año es el 175 aniversario de la creación del perfil profesional de inspector de educación. Que a una profesión veterana, de larga trayectoria histórica, el periódico decano educativo de nuestro país, como es MAGISTERIO, le haga ese reconocimiento, tiene un plus añadido. Por lo menos para mí personalmente, que además de inspector era profesor de Historia, y me sigo considerando profesor de Historia.

Y, además, presidente de USIE, el sindicato de inspectores de referencia ahora mismo en España. El premio es a tu trayectoria profesional, porque has logrado posicionar a un sindicato modesto en no muchos años, ¿cómo lo has hecho? 
Bueno, en primer lugar, todo logro importante es colectivo. He tenido la suerte de tener grandes personas a mi lado que me han ayudado mucho, desde Concha Vidorreta en su momento y ahora todavía, hasta el actual equipo, como Pilar, como Antonio Asegurado, Antonio Manzano, como Laura Morillas, Laura del Castillo, Eva Fernández, Antonio Nadal, Alberto Natal… Muchísima gente que ha estado ahí ayudándonos a dar un cambio de imagen al sindicato.

Recuerdo que cuando yo llegué a MAGISTERIO se os asociaba un poquito a un enfoque como muy conservador, muy de derechas, y ahora me dices que sois un sindicato muy plural.
–Nosotros ahora suponemos algo más de de afiliación del 50 y pico por 100 de la plantilla de España. Obviamente no puedes ser un sindicato potente cuando solamente eres de una ideología. En España hay 1.600 inspectores y los hay de todos los colores, tendencias, partidos y lo que sea. Si agrupamos a más del 50% ampliamente es porque hemos sido capaces de primero, darle un impulso a lo que es nuestro origen, que es el sindicalismo; USIE, antiguamente llamado USITE, siempre ha mantenido esa S de sindicato. De todos los colectivos de la inspección somos el único que es sindicato y así estamos registrados en el Ministerio de Trabajo. Y en ese contexto hemos potenciado esa lucha sindical, esa reivindicación profesional, lo cual no ha estado nunca exento de atender otros frentes que también para mí son sindicales, en el sentido de que ofrecemos una formación que algunas comunidades autónomas no ofrecen a los inspectores, por ejemplo.

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USIE, antiguamente llamado USITE, siempre ha mantenido esa S de sindicato

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Hacéis muchas cosas: editáis libros, organizáis jornadas, dais formación, ahora creo que vais a lanzar un premio…
Efectivamente, hacemos mucha formación. También tenemos programas Erasmus+ en marcha desde 2012 y ahora hicimos una comisión del 175 aniversario que preside José María Lozano y varios compañeros de Madrid, y esa comisión ha puesto en marcha varias iniciativas, y una de ellas es un concurso de ensayo sobre lo que es la inspección. No hemos concebido esta conmemoración, esta efeméride, como una vista hacia el pasado, como un quedarnos quietos como la mujer de Lot, sino mirando el pasado vamos a poner en valor lo que podemos aportar en el presente y lo que nos puede traer el futuro. Y esperamos contar con vosotros en esta convocatoria, porque además sois un buen elemento de difusión y de concienciación educativa, y eso también hay que tenerlo en cuenta.

Modestamente estuvimos colaborando para esta efeméride del 175 aniversario de la Inspección, de la que claramente vosotros habéis cogido la bandera y la habéis estado ondeando durante todo el año. 
–Sí, porque cuando se habla del sistema educativo de este país yo siempre les digo a los compañeros: «Están las leyes, pero también están las personas que han hecho sistema educativo con nombres y apellidos», y un colectivo importante han sido inspectores desde Herminio Almendros, Lorenzo Luzuriaga, Faustina Álvarez… Más recientemente, Teresa López del Castillo, Eduardo Soler… Cientos, miles de inspectores que han aportado muchas cosas a la Educación Infantil, la educación de adultos, han sido miembros de organismos internacionales como la UNESCO. Y esa aportación está oculta, está disimulada. A mí me duele que a veces tecleas en Wikipedia ciertos personajes de la Inspección y pone, por ejemplo, Alejandro Casona, «dramaturgo…». Y este hombre fue inspector de educación, y además fue el creador de lo que hoy llamaríamos el teatro escolar cuando fue inspector de Lleida, de Lérida, con los alumnos de Infantil.

¿El inspector debería pasar de ser un mero controlador burocrático a ser un asesor pedagógico o es ir demasiado lejos? 
–En el término medio está la virtud: que hay que seguir controlando algo, sí, porque nosotros atendemos muchas denuncias, quejas de que esto no funciona bien, de que no me atienden, reclamaciones de notas… de escolarización. Y no podemos ser solo asesores. Primero, porque el asesor pedagógico tiene su propio perfil, un perfil muy didáctico, muy de materia. Nosotros hacemos muy bien el asesoramiento legal, el asesoramiento de temas de proyectos de innovación, de dar ideas, de dar propuestas, de difundir buenas prácticas. Yo creo que el perfil de la inspección es muy variado, es un perfil de supervisar, en este caso vinculado un poco a controlar, es un perfil de evaluador y es un perfil de asesor y de orientador, que es el nuevo perfil que nos ha dado la nueva ley orgánica.

¿Se dejan los directores en ese último perfil de orientador y de asesoramiento?
–Hay de todo. Las nuevas promociones de directores y directoras sí que se dejan asesorar. Somos el único país en Europa que no tiene un cuerpo de de directores oficial y todos llegamos a la dirección por una serie de coyunturas: porque presentas un proyecto y una candidatura, pero no tenemos esa formación estable y consolidada de tal forma que cambias de centro y sigues siendo director, como pasa en Francia, por ejemplo.

¿Deberíamos tener un cuerpo de directores?
–Yo pienso que de alguna forma sí. A los directores les pedimos mucho, porque además cambian mucho su rol, como les pasa a los inspectores. Pasas de un rol pedagógico didáctico a un rol de gestión, y la gestión cada vez se ha complicado más. Una gestión burocrática administrativa cada vez más compleja, que además es una gestión económica, en el caso de la pública muy evidente, que además es una gestión de conflictos de convivencia, que además es una gestión de liderazgo pedagógico. A los directores les pedimos mucho y les pagamos regular-mal, pero es que además la formación es insuficiente, y yo no creo que sea sólo un problema de directores. Hay que apoyar a todo el equipo directivo en su conjunto. El jefe de estudios tiene unas grandes responsabilidades, el secretario del centro y secretarios del centro también, y los tenemos siempre un poco abandonados.

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A los directores les pedimos mucho y les pagamos regular-mal, pero es que además la formación es insuficiente

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Esto de reivindicar el cuerpo de directores ahora se puede decir. Hasta hace poco era como mentar el pasado, una cosa un poco franquista, ¿no? 
Los propios directores hablan de profesionalización, pero no se puede profesionalizar alguien que coge un cargo y lo deja a los cuatro años. De alguna forma había que crear algo que mantenga un proceso democrático, de elección, pero también que tengamos gente muy preparada. Yo he visto pasarlo muy mal a directores cuando tienen reclamaciones y, claro, ellos desconocen el procedimiento administrativo, o cuando tienen que afrontar cuestiones de gestión económica y ni ellos están preparados ni cualificados, ni nosotros tampoco para llevar estos temas.

Que además que dices que es «la excepción ibérica».
Sí, porque o hay un cuerpo o hay una especie de casting que hacen muchos países nórdicos, donde una comisión los selecciona porque tienen esa preparación previa y luego los evalúa y les deja el cargo o no. Pero aquí siempre hablamos del profesorado, que cumple un excelente papel, sigue siendo el motor del sistema educativo, es fundamental. Pero, en relación a los equipos directivos, habría que plantearse por qué muchas veces no se presenta nadie a las candidaturas. Porque es un reto y en el fondo es otra profesión, digan lo que digan. El director o directora sigue dando clases, pero tiene una tarea y unas responsabilidades que no tienen nada que ver con la parte más didáctica.

¿Cómo reducir la carga burocrática, de la que todo el mundo siempre se queja?
–Yo siempre digo lo mismo cuando sale este tema, y sobre todo sale en reuniones con directores y directoras: «Si a vosotros os preocupa hacer los papeles, pensad que al inspector lo que le preocupa es que va a tener que revisar todos esos papeles y no solo el vuestro, sino el de muchos más centros, porque en España un inspector tiene una ratio media de atender 20 o 25 centros».

Yo creo que nuestros políticos son especialistas en meter en la escuela todos los problemas que hay, e intentar que se solucionen allí. La propia Lomloe creó el tema de la estrategia digital, que se ha reconvertido en un plan digital, creó un plan de emergencia, que, por cierto, hablando del plan de emergencia, nadie lo ha puesto en marcha. Sí, y con lo de la DANA alguien debería pensarse ese tema, y sacarlo de nuevo… O, por ejemplo, se habla de algo de lo que ya se habló en su día que quedó ahí como muerto, esos planes de mejora, con lo cual ha creado a nivel estatal, ha impulsado, tres planes. Pues si seguimos este ritmo… Pero bueno, yo solamente hago una reflexión, tú te coges un proyecto educativo del centro (artículo 121 de la LOE-Lomloe) y habla del plan de lectura, del plan de atención a la diversidad, el plan de convivencia, las normas de funcionamiento… y sigue y sigue y sigue.

¿Se puede hacer algo? Sí, en Castilla y León, donde yo tengo ahora el destino y el trabajo, se está haciendo un esfuerzo de simplificación burocrática. ¿Cómo? Es un ejemplo de algo que está funcionando aceptablemente bien: evitando que en todos los proyectos, en todos estos planes, haya ese maldito apartado de contexto del centro. Bueno, ya sabemos en qué centro estamos. Está puesto al principio del proyecto educativo, no hace falta repetirlo en 12 documentos distintos, y vamos a simplificarlo: Objetivos, contenidos, actuaciones, ideas de mejora, responsabilidades. Cuatro cosas muy básicas, no páginas y páginas y páginas que nadie se lee, que nadie puede leer.

¿Estáis detectando más problemas relacionados con la salud mental de los alumnos? 
–Casos concretos tenemos. A mí me preocupa mucho el suicidio, todas las comunidades están haciendo protocolos. Tenemos casos de un falso absentismo escolar, que esconde un problema de de de salud mental que no se quiere reconocer. Y luego tenemos un problema de docentes, profesores quemados. Los informes de algunos colectivos y algunos sindicatos lo están dejando claro. Sí que tenemos que plantearnos tanto a través de los centros, a través de los planes de mejoría, que están vigentes y que sí que son fundamentales, a través de una buena orientación, porque a la orientación educativa le deberíamos dar una potente vuelta.. pero también en las universidades, en las facultades de Educación. Deberíamos plantear, aparte de los contenidos típicos que se enseñan de didáctica, temas de de resiliencia, de afrontar la conflictividad en las aulas. Eso es necesario, imprescindible.

A veces se dice que esto está sobrediagnosticado, que en el fondo es lo de siempre, pero que ahora hemos puesto la lupa.
Yo creo que hay más que antes. Yo ahora estoy ejerciendo de inspector central, pero recuerdo en mis últimos años de inspector de centros cómo habían crecido, casi duplicándose, el número de alumnado diagnosticado. ¿Que tenemos ahora más recursos para diagnosticar? Sí ¿Que se diagnostica posiblemente mejor? También. Pero también es verdad que tenemos más situaciones que antes. Por ejemplo, cuando ves familias que al niño de tres añitos lo tienen todo el día con el móvil en la mano o la tablet, dices: «Este niño que va a tener luego dificultades para socializarse».

¿Cómo os sentís cuando hay un caso de de violencia en un centro o de bullying e inmediatamente se trata de responsabilizar a la inspección: «¿Cómo no descubrió esto, no se dio cuenta…?» 
–Yo me siento mal, la verdad, como es lógico, pero cuando veo que el inspector no ha reaccionado, aparte de que hay que reaccionar correctamente: atendiendo al centro, atendiendo a la familia, teniendo alumnado, a mí lo que me preocupa es qué ha fallado en la cadena, porque esto es una cadena: ¿quién está con el alumno, con la alumna? un profesorado, sobre todo en Primaria está un tutor, ¿nadie ha visto nada? Aparte de esto está un conjunto de profesores, un equipo directivo. En todas las comunidades insisten mucho los equipos directivos que más vale poner incidencias en las plataformas, dar el toque de aviso, tirar del botón de emergencia, que decir «Bueno, como puede ser que no sea nada más que una chiquillada…». No, aquí más vale poner en marcha el extintor y luego ojalá no haya pasado nada. Pero a veces sí he visto cierta resistencia en ciertos centros, en ciertos equipos directivos, a poner esto. Porque, claro, ¿el inspector cómo se entera? El inspector no está en el centro. O alguien le avisa, que a veces son las familias, pero lo lógico es que te avise el centro, y el centro te avisa con un correo electrónico pero con una aplicación que en todas las comunidades tenemos para detectar estos casos. Cuando el director le salta un aviso, dice «Ostras, ¿qué está pasando aquí?» ¿Qué tienes que hacer? Inmediatamente presentarte en el centro. El papeleo ya más tarde. Ahora lo importante es el alumno, la alumna y el centro y la familia.

A mí siempre me han llamado la atención los escasísimos expedientes que se abren en los centros a los profesores en la pública, en un colectivo tan numeroso de cientos de miles de profesionales… Algunos directores me han comentado que es complicadísimo abrir un expediente o trasladar un profesor o mandarlo a su casa. ¿Es que son todos magníficos? ¿Ninguno genera ningún problema? 
Ahí discrepo un poco. Primero, hay más expedientes de lo que la gente se cree, muchísimos más. Lo que pasa es que que los expedientes son de varios tipos. Yo en mi vida profesional… Ahora mismo llevo dos, pero en mi vida profesional creo que he hecho siete u ocho ya. Y en este sentido hay de varios perfiles: el profesor que falta a clase o falta a reuniones de departamento. Esos expedientes son fáciles, porque son muy objetivos: ¿Ha ido o no ha ido a la reunión? ¿Ha ido o no ha ido a la clase? Y ya está. Son más complicados todos aquellos que son sobre el desarrollo de su ejercicio profesional, lo que pasa en el aula, porque tienes a unos menores normalmente y a un adulto, y entonces ahí empieza qué me ha dicho, qué no me ha dicho, qué le dijo que le contó, y es muy difícil buscar ahí testimonios. De hecho, a veces yo he citado alumnos y los padres han dicho «No, evitemos líos…». Pero aún así sí que es verdad que un expediente disciplinario puede durar un año. Para que te hagas una idea la normativa vigente –a nivel de procedimiento, no de sanciones– es el Real Decreto 33/1986. Es un proyecto muy garantista, pero muy lento, y debería tener mejor regulado el hecho de que si algo no te gusta puedes aplicar una sanción cautelar y a esa persona apartarla del centro y evitar problemas. Yo creo que a esto habría que darle una vuelta, porque, claro, la gente ve que es un proceso muy largo, que es un proceso con mucha documentación, que tiene que dar testimonios, y eso a la gente le echa para atrás.

En una ocasión, en plan de broma, un director de un centro público me dijo que, en comparación con lo que pueda pasar en la privada o concertada «Nosotros para trasladar a un profesor por algún problema tiene que asesinar a un alumno en presencia de algún compañero. Si no, es imposible mover a un profesor».
–Afortunadamente era un ejemplo muy exagerado, pero algo de razón llevaba porque para proceder a que un funcionario o funcionaria en ejercicio pierda su destino, que es cambiarle de centro, tiene que ser una falta muy grave, y eso es un problema. Por eso digo que habría que revisarlo todo. Lo que pasa es que aquí estamos hablando del Estatuto Básico del Empleado Público, que está actualizado en el 2015, estamos hablando de las leyes de función pública de cada comunidad autónoma, más luego este real decreto que he comentado. O sea, el ensamblaje ya lo pone un poco complicado. Y luego debe haber una mejor graduación para tomar medidas. Y ha habido algunas iniciativas que han sido polémicas pero a veces han funcionado bien. Por ejemplo, yo recuerdo el caso de Andalucía, donde los directores podían aplicar una sanción leve, una falta leve, sin llegar a una situación de un expediente. Pero para mí el problema es de partida. Somos el único país que no evalúa a nadie, y habría que evaluar a todos, incluidos los profesores, los inspectores y el desempeño. La evaluación del desempeño profesional hoy está reducida a la evaluación de los funcionarios en prácticas, que también es un poco de risa.

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Somos el único país que no evalúa a nadie, y habría que evaluar a todos, incluidos los profesores, los inspectores y el desempeño

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¿Y vincularlo a la remuneración?
–En Francia lo hacen y en muchos países lo hacen. Pero aquí, claro, cada vez que hablas de evaluar todo el mundo se pone nervioso. Si somos capaces de evaluar a los alumnos, también alguien será capaz de evaluarnos a nosotros. Alguien puede decir si somos puntuales o no en el trabajo, si presentamos los papeles a tiempo. Si nuestra implicación en el colegio es buena. En Francia, un profesor para ciertos pluses tiene un inspector que va al centro, entra en el aula, está allí un día, otro día, también tiene un informe del director. También se miran otro tipo de quejas…

Que evidentemente es el desempeño, no aquel profesor cuyos alumnos sacan mejores notas, porque sería una simplificación. 
Porque no sería bueno. Porque todos hemos tenido promociones de alumnos maravillosas que casi les dirías «Os voy a suspender para que os quedéis un año más conmigo», y a veces ocasiones que dices «Dios mío, que esta promoción se vaya ya pronto porque no puedo con ella». Yo creo que deberíamos evaluar a todos. La ley lo dice, que hay que evaluar a la propia Administración, y también sería bueno hacerlo.

Otro director de un instituto, en este caso de Madrid, me decía, y dime si estás de acuerdo: «Para que te hagas una idea, en un claustro de profesores estándar tienes a un tercio del profesorado a favor, un tercio que ni fu ni fa y otro tercio que rema en contra». ¿Te cuadra?
–Bueno, es un pelín pesimista, pero algo de razón sí que lleva. En esta profesión de la educación siempre tienes a un colectivo, yo creo que es más de un tercio, que se cree la educación, que hace su tarea y va más allá, que es el que permite que esto funcione. A aquellos otros que han acabado en la educación porque como salida profesional les ha parecido interesante, pero tienen una mentalidad más funcionarial. Y luego tenemos el club que yo llamaba en mi instituto El Club de Dime de qué se trata, que me opongo. Hacen su trabajo, lo justo, pero no les pidas ninguna iniciativa, ningún compromiso. Y, bueno, vamos a lo anterior: Como todos cobramos igual a fin de mes y como todo el mundo tiene el mismo mérito, a la hora de papeles, pues qué más da.

Dos cuestiones que ahora mismo están un poquito en la opinión pública y te pido tu opinión. Una es en este debate que se ha abierto sobre retrasar ese tránsito a los institutos, que parece que para mucha gente es un poco prematuro hacerlo a los 12 años y que se quiere vincular el primer ciclo de la ESO a los CEIP y que ese tránsito sea los 14 como era antes, donde el chaval esté ya un poquito más maduro, ¿cómo te suena?
En el fondo el problema lo tenemos en el alumnado de primero y segundo de la ESO, que era lo que en la época de la Ley General de Educación de 1970 era 7º y 8º de EGB. Es un debate profundo. Tenemos comunidades que en en el mundo rural o en pequeñas comarcas sí que primero y segundo de la ESO se sigue dando en el CEIP. Yo creo que como están las cosas habría que mantenerlas.

Yo el problema lo veo de otra manera. Cuando estuve de inspector en la Comunidad Valenciana me llamó la atención una cosa. Allí en Valencia teníamos un plan que cuando se hacía bien salía muy bien, que era el plan de transición de Primaria a Secundaria. El plan consistía en que tú reunías a los tutores de 6º y 5º, pero sobre todo a los de 6º, y a los tutores de 1º. Los reunías junto a los dos equipos directivos, básicamente los jefes de estudio. Y durante un tiempo teníamos que establecer un plan de trabajo común. ¿En qué sentido? No sólo en el típico de que los chicos de 6º, chicas de 6º vayan al instituto, se instalen, sino además que la forma de evaluar, la forma de hacer actividades, fuesen muy parecidas. Porque ¿por qué viene el problema del salto? Viene por varias cuestiones: una cuestión psicológica. Ya Piaget hablaba de que la edad de los 11, 12 años es un salto psicológico importante al pensamiento, pero también viene en que un crío, una cría está en un centro de Primaria y tiene ocho asignaturas, ocho o nueve asignaturas según la lengua cooficial, y de repente se planta en un instituto y tiene 11.

Eso ya es un choque, pero el choque mayor para mí no es ese. Para mí lo que habría que replantearse quizás son las tutorías en la ESO. Un tutor de la ESO puede ser un profesor que da tres horas, por ejemplo, Geografía e Historia. Luego, ve tres horas a la semana a sus alumnos. Si da la de tutoría son cuatro horas. Por tanto, hay un día que no sabe nada qué ocurre allí, no se entera de nada, pero el tutor de Primaria, no, el tutor de Primaria normalmente es el generalista, el que da matemáticas, ciencias naturales, etcétera. Por tanto, es un profesor que todos los días ve sus alumnos a su hora, a sus horas. Con lo cual, de 25 horas este señor está con ellos igual 12 mientras que el tutor de Secundaria no. Habría que poner en valor la tutoría de Secundaria.

Pero todo esto ¿no se solucionaría con esa otra medida? A lo mejor hay que retrasar la transición a los 14 años y que 1º y 2º de la ESO tenga el mismo sistema de tutoría, de cercanía del profesor…
–Yo no lo tengo claro porque ahora supondría una reorganización de espacios y de plantillas brutal.

Otra cuestión: ¿jornada continua o partida
Sabes que tenemos una tendencia enorme a la jornada continua, pero yo últimamente me hago la reflexión de si realmente vale la pena. Me gustaría que alguien me diese evidencias. Y faltan estudios reales, para mí, potentes de qué ventajas tienen. Yo creo que a las familias, a muchos padres, les viene muy bien la partida si el niño se queda en el comedor, si no tiene más problemas. Yo personalmente prefiero una jornada partida, pero eso significa que el alumno tiene que comer en el comedor y, claro, eso ya depende de las localidades.

Hemos tenido un varapalo en PISA y TIMSS, aquí tendríamos que hablar de la excepción castellanoyleonesa, ¿qué nos está pasando?
–Yo creo que lo que está pasando es que hay que apostar por la educación realmente. Una cosa es llevar a los alumnos a los colegios…

Y en Castilla y León se apuesta.
–Una cosa que observo mucho en Castilla y León es el papel protagonista de las familias en la educación de sus hijos de forma aplastante. Todavía en Castilla y León y alguno de estos territorios la educación sigue siendo un ascensor social. Los padres piensan «Si mi hijo tiene estudios o mi hija tiene estudios, podrá elegir la profesión, podrá mejorar», y eso sí sigue siendo importante.

O sea, que no es tanto mérito de las políticas educativas.
Bueno, algo hay, porque por ejemplo, en Castilla y León, como en otras comunidades, pero sobre todo en Castilla y León, la apuesta que se ha hecho por el mundo rural ha sido brutal, de apoyar a todos los niños en los pueblos que estén como sea. Y eso es fundamental también. Y también allí existe una formación del profesorado basada en competencias profesionales, Castilla y León fue pionera en este tema, es una de las pocas que tiene publicado y generalizado todo su sistema de itinerarios formativos. Y eso también cuenta, aparte de un profesorado en cierta manera muy receptivo a los cambios, pero también muy a la antigua usanza de «Aquí hay que aprender». Yo creo que que es un compromiso mutuo: las familias y el profesorado.

Me comentabas antes que había un plan de establecer unas competencias profesionales que estaba liderando el Ministerio, pero que quedó interrumpido.
–Sí. La película es muy fácil. En la Lomloe hay una disposición, la séptima, que hablaba de crear en el plazo de un año a partir de la puesta en marcha de Lomloe la carrera profesional docente, cuestión que el Ministerio ha incumplido y llevamos ya tres años de incumplimiento, voy a recordárselo. Los sindicatos deberían ser en este sentido más cañeros con este tema, sobre todo los más potentes, que se lo están consintiendo en cierta forma.

El Ministerio cuando se vio en esta situación, que se le pasaban los plazos, sacó ese documento de 24 propuestas de la mejora… Entre las 24 propuestas había una muy oportuna, muy interesante y adecuada, que eran las competencias profesionales. ¿Por qué? Porque en la ley están las funciones que hay que cumplir: artículo 91 de la LOE-Lomloe para los docentes, artículo 151 para los inspectores. Pero para ejercer esas funciones hay que ser competente, estar preparado, estar formado y en sentido el Ministerio tuvo la buena iniciativa de poner en marcha una comisión tripartita formada por responsables de decanos de facultades de Educación, Ministerio de Educación y consejerías de Educación y se trabajó durante un año y pico, 2022-23 largo, sobre este tema. E hicimos bastantes documentos sobre las competencias profesionales, cuáles eran comunes a otro tipo de profesionales, por ejemplo, las TIC, pues hoy día todo el mundo tiene que saber TIC, y cuáles otras son específicas, como la competencia pedagógica, por ejemplo, la competencia organizativa, etcétera. Y eso se empezó a trabajar muy bien. Había comunidades como Castilla y León o Galicia, etcétera, que las tenían ya muy trabajadas y otras no tanto, pero íbamos por muy buen camino. Luego llegaron las elecciones generales y, una vez más, las buenas ideas, el buen proyecto, mucho consenso, se quedaron metidos en un cajón y nunca más supimos.

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Comentarios

  1. Concha
    13 de enero de 2025 17:00

    *Información complementaria sobre USITE.* Quería aclarar que la USITE (1978-2012), anterior nombre de USIE, en su Estatuto Sindical fundacional, artículo 6, se define como humanista, pluralista, independiente, profesional, reivindicativa democrática y representativa.
    Los artículos 7-13 explican estas características. En concreto, el art. 9 dice:
    *Se declara independiente de cualquier partido político o ideología que pueda asumir la Administración Pública Educativa, independencia que se manifestará en una actuación marginal de tales partidos*
    Muchas gracias por la inclusión de este complemento informativo.