Un problema pendiente
En las dos últimas décadas, la investigación que gira en torno a cómo enseñar a leer al alumnado con discapacidad intelectual ha aumentado sensiblemente. Este esfuerzo ha traído luz y ha ayudado a desterrar prácticas poco fundamentadas que subestimaban gravemente a algunos de estos niños. Sin embargo, hay algunos problemas pendientes. Un tercio de los niños con discapacidad intelectual no puede comunicarse verbalmente debido a que tiene necesidades complejas en el lenguaje y la comunicación. Muchos de estos niños tienen intención comunicativa y lenguaje simbólico y suelen emplear cotidianamente sistemas alternativos y aumentativos de comunicación. Pues bien, al menos en el ámbito anglosajón, los estudios dicen que nueve de cada diez de estos niños abandonan la escolaridad sin aprender a leer. A falta de datos más cercanos a nuestras aulas, no es difícil observar que nosotros tenemos una realidad muy parecida.
Cuando uno se acerca a este problema, parece que son varias las causas que lo sostienen. Por supuesto, muchos de los niños que usan sistemas alternativos y aumentativos de comunicación tienen déficits cognitivos y lingüísticos graves que dificultan la tarea de alfabetizarlos. No obstante, esta no parece ser la único causa. Anne-Laure Linder, una investigadora francesa, ha reportado mediante varios estudios bien ejecutados que el profesorado suele subestimar las capacidades de estos niños para aprender a leer o que, incluso, suele considerar de forma errónea que es imposible que estos niños accedan a la alfabetización. Esas concepciones equivocadas, que suelen partir de la confusión entre habla y lenguaje, pueden ser otra causa que contribuya a estos malos datos.
Además, faltan programas específicos, recursos técnicos y personales para una tarea que requiere de una buena capacitación profesional. Sin embargo, es esencial que los niños con discapacidad intelectual que usan sistemas aumentativos y alternativos de comunicación aprendan a leer. De ello depende buena parte de su calidad de vida, su inserción laboral, sus relaciones sociales y sus oportunidades a largo plazo.
No todos son malas noticias. Varios diseños experimentales de caso único bien ejecutados y algún estudio cuasi experimental han mostrado que, con programas bien fundamentados, la alfabetización de estos niños es posible. La propia Linder, usando técnicas como el modelado de habla interna y modificando los programas de enseñanza de la lectura para que los niños puedan completarlos mediante tareas de señalar, sin tener que expresarse oralmente, ha demostrado que se puede mejorar la alfabetización de estos niños.
Es, en todo caso, un problema pendiente y urgente que es necesario abordar. Como decía Albert Camus, ningún hombre tiene un problema hasta que este hace consciente de él. Este es siempre el primer paso para enfrentarlo.