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Nuevas narrativas en la Educación ambiental: transversales y que se traduzcan en acciones

Combatir el cambio climático es una tarea intergeneracional, que necesita de nuevas narrativas que sean transversales, involucren a toda la sociedad y se traduzcan en acciones prácticas, y no exclusiva de los más jóvenes, según cuentan expertos en Educación ambiental consultados por Efe coincidiendo con la celebración de su día mundial este domingo.
Redacción / EfeLunes, 27 de enero de 2025
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La Educación ambiental, cuyo objetivo es el generar conciencia en la población, debe trascender las aulas y dirigirse también a otros sectores de la sociedad. ADOBE STOCK

Tras un 2024 marcado por ser el año más cálido a nivel global desde que hay registros y el primero en que la temperatura media superó en 1,5 °C el nivel preindustrial, esta disciplina se presenta como una de las medidas que demanda la realidad que actual, explica el presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental (AEEA), Federico Velázquez de Castro. Según el especialista en Ciencias Ambientales, el papel de quienes transmiten esta información, como políticos, educadores o medios de comunicación, es fundamental para intentar hacer comprender a la población que si se continúa con unos determinados hábitos, habrá que enfrentar «cada vez mayores problemas, como sequías, incendios e inundaciones».

Educación intergeneracional

Descubrir el entorno que les rodea y generar respuestas frente a los desafíos medioambientales que marcarán la realidad de las nuevas generaciones son motivos clave para que, según Velázquez de Castro, la Educación ambiental se implemente en los colegios a través de nuevas narrativas. Además, subraya que cuando los estudiantes interiorizan estos mensajes, se convierten en agentes de cambio dentro de sus propios hogares, motivando y educando a sus familias. Sin embargo, el experto lamenta que, actualmente, esta disciplina este relegada a las materias de ciencias sociales y naturales y, generalmente, situada al final del temario, lo que limita su alcance.

De igual manera, asegura que la Educación ambiental, cuyo objetivo es el generar conciencia en la población, debe trascender las aulas y dirigirse también a otros sectores de la sociedad, pues «el que causa los daños ambientales y del que aprende el niño, es el adulto». Velázquez de Castro recuerda que para que se cumpla este objetivo debe haber una implicación y, por ello, destaca la importancia de promover acciones prácticas a todos los niveles que sigan la filosofía del «aprender haciendo», desde impartir un curso a involucrarse en una actividad o la participación en un debate.

Llegar a través de redes sociales

En el contexto actual, surgen iniciativas innovadoras que aprovechan las redes sociales para acercar el mensaje medioambiental a un público más amplio, como Climabar, un proyecto liderado por Carmen Huidobro, ambientóloga, y Belén Hinojar, creativa. Hinojar explica que su fórmula ganadora radica en funcionar como «la puerta de entrada» para muchos usuarios de Instagram al tema medioambiental. Con vídeos cortos en los que combinan humor y divulgación científica logran llegar tanto a quienes ya están concienciados como a aquellos que aún desconocen el impacto de la crisis climática.

Las dos jóvenes abogan por la creación de más narrativas en torno a la educación ambiental que inciten al cambio, alejadas del catastrofismo, indica Huidobro, con proyectos como programas de televisión, pódcast o eventos que introduzcan estas ideas «en distintos espacios y que lleguen a más tipos de personas y no solo aquellas que ya están concienciadas». Al mismo tiempo, advierte sobre los peligros de la desinformación y el negacionismo en redes y pide «herramientas para que todos estos bulos se frenen, que se dé información correcta y que no hagan tanto daño».

Desafíos: cambiar nuestro modo de vivir

El paso más difícil llega a la hora de aplicar los conocimientos a la práctica. Por un lado, el presidente de la AEEA señala que uno de los mayores desafíos es la falta de implicación ciudadana. Acciones como ahorrar agua, luz, reciclar o mantener la limpieza diaria son comunes, pero «el problema comienza cuando se requieren cambios que transforman el estilo de vida con una alimentación, ocio o movilidad diferentes», indica.

Por el lado de Climabar, Hinojar, ante esta situación, sugiere transmitir cambios sencillos que conecten con las preocupaciones y gustos de cada persona. «Quizá a alguien no le importe la biodiversidad, pero sí el hecho de pagar 300 euros de factura de luz cada invierno» o que se cancelen partidos de fútbol por fenómenos climáticos extremos, ejemplifica. Otras acciones que menciona incluyen desde «dar la turra», sensibilizando a las personas cercanas sobre la crisis climática y sus efectos, o ejercer el derecho al voto de manera consciente.

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