Paz y respeto mutuo como motores de la educación
Este 30 de enero se ha celebrado el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, una fecha clave para reflexionar sobre el papel de los centros educativos como espacios para construir puentes de diálogo, respeto y convivencia pacífica. Esta celebración internacional recuerda el legado de Mahatma Gandhi (1869-1948), líder pacifista que abogó por la no violencia y la justicia social a través de la resistencia pacífica.
Con motivo de este día, Coni La Grotteria, docente del Grado de Educación Infantil en la Universidad Internacional de Valencia (VIU) directora de escuela y formadora de futuros docentes, invita a familias, educadores y alumnado a reflexionar más allá de la celebración de un único día, siendo una oportunidad para asumir el compromiso de vivir y promover una auténtica cultura de paz en nuestro día a día.
La paz no se limita a la ausencia de conflictos, sino que se convierte en un reto y una oportunidad constante para desarrollar habilidades, enseñar y practicar el diálogo, el respeto y la empatía. Solo así podremos construir, juntos, sociedades más justas, críticas y solidarias
"Es por esto que ha elaborado un decálogo, desde su experiencia en el ámbito educativo y como defensora de la educación inclusiva, sobre cómo se puede educar desde la paz y el respeto mutuo, destacando la importancia de ello para construir sociedades más justas y solidarias.
Las pautas están diseñadas para ser aplicadas en casa y en el aula, porque “la construcción de una sociedad basada en la paz comienza con los pequeños gestos cotidianos”.
- Sé un modelo positivo: Los adultos somos el espejo en el que la infancia y la juventud se miran. Aprenden de lo que viven y experimentan. Es fundamental revisar cómo nos dirigimos a ellos, ofreciendo oportunidades de diálogo, mostrando una escucha activa y validando sus problemas e inquietudes, sin minimizarlos por su edad.
- Legitima sus emociones: Las emociones son el lenguaje del corazón. Validar lo que sienten no solo refuerza su autoestima, sino que les transmite seguridad y confianza. Acompáñalos en sus momentos de alegría y dificultad, haciéndoles sentir que no están solos.
- Promueve la paciencia y el respeto: El lenguaje no verbal comunica tanto como las palabras. Mantener una actitud calmada y respetuosa en situaciones tensas enseña a los niños y niñas a resolver conflictos sin recurrir a la violencia verbal o física.
- Utiliza un lenguaje inclusivo y respetuoso: Erradicar palabras y expresiones que perpetúan prejuicios o estereotipos es clave para educar en el respeto. Enseñemos a los niños y niñas a vivir en libertad sin muros, ni sesgos.
- Practica la corresponsabilidad: Educar en la corresponsabilidad significa enseñar que todos somos responsables del bienestar común. Las tareas del hogar o las actividades grupales no deben asignarse según roles de género, sino compartirse equitativamente.
- Enseña con el ejemplo la empatía: La empatía se cultiva cuando reconocemos nuestros errores, pedimos perdón y tratamos de entender el punto de vista del otro. Como adultos, tenemos la responsabilidad de modelar estas actitudes para que los niños y niñas las integren.
- Fomenta el tiempo de calidad: Las conexiones profundas se construyen dedicando tiempo a las personas que queremos. Apartemos las pantallas y dediquemos momentos exclusivos a compartir, conversar y crecer juntos como familia.
- Promueve la reflexión y el pensamiento crítico: Crear espacios para el diálogo y el debate en familia o en el aula fomenta el respeto por las ideas ajenas y ayuda a los niños a expresar sus opiniones de forma asertiva y respetuosa.
- Construye una convivencia sana: Evitemos el autoritarismo y la violencia en cualquiera de sus formas. Eduquemos desde el amor, la confianza y la coherencia, reconociendo las capacidades y logros de cada persona.
- Fomenta la responsabilidad social: La paz también se construye con acciones solidarias. Participar en proyectos comunitarios, ayudar a quienes lo necesitan y tomar conciencia de las injusticias del mundo educa en valores de respeto y compromiso social.
Según Coni La Grotteria, “la educación para la paz no es solo una tarea escolar; es una forma de vivir. A través de pequeños gestos diarios, como las palabras que elegimos o la paciencia que mostramos, podemos sembrar semillas de respeto, empatía y justicia en los corazones de las nuevas generaciones. Al hacerlo, estamos creando un mundo más digno, equitativo y humano”.