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Fernando Molero: ¿Por qué no se incluyen las grandes obras maestras del cine en los programas educativos?

En “Cine y educación. Treinta miradas del cine sobre la escuela” (Editorial Berenice), el profesor y crítico de cine, Fernando Molero Campos aúna su pasión por la docencia junto con su amor al séptimo arte y sus obras maestras para brindar a los docentes un recurso didáctico sumamente útil para cualquier asignatura.
Eva R. SolerViernes, 7 de febrero de 2025
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Fernando Molero Campos.

Los alumnos de 3º de la ESO de uno de los institutos de Secundaria situados en la localidad de Fernán Nuñez de Córdoba tienen la suerte de contar como profesor de Lengua Castellana y Literatura con Fernando Molero Campos. Autor de doce libros, ha ganado con sus narraciones breves, más de cien premios literarios. Además, ejerce también como crítico cinematográfico (durante diez años colaboró con el Diario de Córdoba y, actualmente, cuenta con su propio programa en Onda Marina Radio).

En su último libro Cine y educación. Treinta miradas del cine sobre la escuela destaca películas como Cero en conducta, Rebelión en las aulas, El club de los poetas muertos… para las que, con una práctica selección de secuencias, propone actividades y temas que llegan a todas las asignaturas.

En una entrevista concedida a MAGISTERIO opina que “el cine debería estar incluido en todos los programas educativos” y que, a lo largo de sus 35 años de docencia, “él siempre ha intentado colarlo por las rendijas del sistema”. En el IES Luis de Góngora coordinó la extraescolar “Encuentros con el cine”, pero las películas también encuentran hueco en las horas lectivas que Molero Campos imparte como docente. Ahora, como profesor de Lengua y Literatura de Secundaria, pero también cuando fue maestro de Educación Física de alumnos de Primaria, “porque siempre se pueden encontrar películas interesantes para todas las materias”.

¿Cómo nace su pasión por el cine y cómo surge la idea de escribir un libro como éste?

–Siempre me ha gustado mucho el cine, desde que era niño. En Fernán Núñez, el pueblo de Córdoba donde nací, había tres cines (dos de verano y uno de invierno) y ese era, prácticamente, el único entretenimiento para niños y jóvenes. Veíamos películas de Bruce Lee, de kárate… Pero yo siempre digo que el Cine con mayúsculas lo descubrí gracias a la televisión y a esos ciclos que ponían en la segunda cadena dedicados a grandes directores como Alfred Hitchcock o Francois Truffaut.

Esta pasión por el cine que tengo desde pequeño siempre he intentado trasladarla al aula a lo largo de mis 35 años de trayectoria como docente. Considero que el cine entendido como arte debería tener presencia en los programas educativos. ¿Por qué estudiamos el Quijote (que por supuesto hay que estudiarlo) pero no estudiamos grandes obras del cine como, por ejemplo, Ciudadano Kane, las películas de John Ford o cualquiera de las grandes obras maestras que ha dado el cine a lo largo de la historia? Puesto que no existe una asignatura dedicada al cine como tal, yo siempre he intentado colar el cine por las rendijas del sistema. Primero, como maestro de Educación Física en Primaria y después, como profesor de Lengua y Literatura en ESO y Bachillerato siempre he intentado llevar el cine a la escuela. No hay materia para la que no exista un importante abanico de referentes cinematográficos. Y así surge la idea de escribir un libro que utiliza las películas de educación para hablar de la propia educación y proponer valores en los centros educativos.

Esta pasión por el cine que tengo desde pequeño siempre he intentado trasladarla al aula a lo largo de mis 35 años de trayectoria como docente

¿Qué principales beneficios aporta el cine al aprendizaje de los alumnos?

–Evidentemente, la imagen en movimiento resulta muy atractiva para el alumnado. En mi opinión, de esta forma, captan mejor el mensaje y atienden más.

No hay docente que se precie que no haya puesto alguna vez en su clase una película. El de historia, por ejemplo, puede recurrir a películas que narran hechos históricos de interés sobre el tema que esté explicando, el de valores puede buscar filmes sobre Gandhi si quiere trabajar temas como la paz… No hay asignatura donde no podamos encontrar una película que podamos enseñar a los alumnos, ya sea deporte, arte, matemáticas, idiomas, historia… da igual: hay películas para todos, Y aunque la película no trate específicamente sobre el tema en cuestión siempre se pueden encontrar fragmentos o secuencias que se pueden utilizar para apoyar las explicaciones del profesor o de la profesora.

Como afirma en el prólogo, uno de los objetivos del libro es que sea una herramienta útil tanto para docentes, como para futuros docentes, ¿de qué forma pueden sacar el máximo partido a este recurso?

–En el libro he intentado fusionar mis dos pasiones: la pasión personal por el cine y la pasión vocacional por la enseñanza y la educación. Alguien que no sea profesor también puede acercarse a él para conocer qué tipo de películas se han hecho que ponen de relieve la práctica docente, pero, evidentemente, el libro está, sobre todo, enfocado a profesores en activo y para universitarios que aspiran a convertirse en profesores. El libro es una selección de 30 películas  que reflejan una mirada del cine sobre la escuela.  En cada capítulo aparece una sinopsis en la que se cuenta de qué va la película y en qué tipo de centro educativo transcurre. Pero, además, hay dos apartados fundamentales: uno que propone actividades según la temática o el contenido de la película: un montón de propuestas que incluyen ideas para trabajar, por ejemplo, el acoso escolar, la escuela como espacio de paz, el racismo, un club de lectura. Pero hay otro apartado que también es esencial pues incluye una selección de secuencias.

¿Por qué es esencial este apartado? Porque sabemos que los profesores van siempre muy ajustados al programa y, a veces, no se puede dedicar tiempo a actividades que se lo pueden quitar a otras cosa. En la selección de secuencias aparecen las que yo he considerado más ilustrativas: cualquier docente que quiera utilizarlo como herramienta tiene una gran ventaja, ya que puede ir directamente a la película y seleccionar ese fragmento de cinco minutos que puede dar pie a actividades, debates, comentarios…

Pero cuando ya estaba el libro en marcha, casi terminado, caí en la cuenta de que el libro también podía ser una herramienta muy interesante para aquellos estudiantes de Magisterio, Filología o cualquier universitario que aspire a convertirse en docente, porque todas las películas transcurren en la escuela y en ellas aparecen situaciones de relaciones entre alumnado y profesorado. En muchas ocasiones, los que se estrenan como profesores se enfrentan por primera vez a una aula con 25 ó 30 alumnos y en ese sentido, el libro puede suponer una herramienta importante, porque las películas seleccionadas reflejan muchos modelos de profesorado.

No hay docente que se precie que no haya puesto alguna vez en su clase una película

Desde su propia experiencia, ¿qué feedback ha recibido por parte de los alumnos? ¿Cómo consigue captar su atención e interés con un tipo de películas que tienen un ritmo más lento de lo que están acostumbrados a ver?

–Voy a responder acorde a toda mi trayectoria profesional y no ciñéndome solo a los alumnos de ahora. Evidentemente, a los alumnos les cuesta ver películas en blanco y negro, que tienen un ritmo más lento y con un tipo de narrativa que, a priori, les echa para atrás. En la selección de películas señaladas en el libro se incluyen películas de todas las épocas y de hasta quince nacionalidades distintas para proporcionar una visión más amplia. Yo nunca les pondría a mis alumnos actuales que cursan 3º de la ESO una película antigua en su totalidad pero sí elegiría un fragmento. Sería distinto si existiera, como he mencionado antes, una asignatura dedicada al cine en su totalidad.

Sin embargo, la aceptación es diferente según el curso al que te diriges. Cuando trabajaba con alumnos de 2º de Bachillerato la respuesta que obtenía era diferente debido a su mayor madurez. La primera película sonora que les puse a esos alumnos fue La parada de los monstruos (1932) y recuerdo después de la clase cruzarme en el pasillo con tres alumnas que me transmitieron que la película les había encantado. También recuerdo a otros alumnos que me dijeron: “Gracias, Fernando, si no es por ti, nunca habría visto Ciudadano Kane”, porque esa es otra: los chavales necesitan una guía porque si no, ven poco John Ford, poco Alfred Hitchcock; pero es difícil que, como docente, todo lo que tú quieras transmitir cale hondo y les deje un poso a la totalidad de los 35 alumnos que tienes en clase.

Más allá de la escuela, el cine sirve para cualquier asunto de la vida, afirma también en el libro.

–Sí, estoy convencido que el cine es una escuela fantástica para todos los aspectos de la vida. Cuando yo veo una película, además de sus valores cinematográficos también le doy valor a lo que me quiere transmitir. Los docentes podemos aprovechar las imágenes en movimiento y los relatos que nos cuentan para llevar a las clases el valor práctico que tienen para cualquier asunto de la vida. Yo diría que en las películas, al igual que en los libros, está todo, pero el cine tiene el poder de llegar a un público mucho más amplio que la literatura.

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