Alberto Durán (Fundación ONCE): "El que se ha inventado eso de diversidad funcional no tiene discapacidad, ya te lo digo yo"
Y sigue con los eufemismos al uso: «¿Capacidades diferentes…? Bueno, vale… pero alguna capacidad le falta, te lo aseguro», añade, dejando en evidencia su rechazo a un lenguaje que, aunque bien intencionado, considera desconectado de la experiencia real. Para Durán, la clave está en el reconocimiento: «Si tú no me reconoces la discapacidad, ¿cómo voy a recabar apoyos?»
Y remata con firmeza: «Nosotros somos personas con discapacidad. Lo vemos en el CERMI. Tiene reconocimiento legal. No me venga usted con historias». Además, compara este derecho terminológico con otros colectivos: «Al colectivo gay yo no le digo cómo quieren que se les llame. Si ellos han decidido llamarse de una forma, y eso tiene reconocimiento legal, se respeta. Pues lo mismo nos pide».
«Cuando alguien levanta la mano y pide ayuda, no tiene que hacerlo a gritos»
Desde su vivencia personal, Alberto Durán ofrece un testimonio que da voz a muchas personas. «Veo poco, veo mal… y hay cosas que tienes que hacer de otra manera. Y eso cuesta», relata. Confiesa que durante años mantuvo en secreto su discapacidad visual: «Veo lo suficientemente bien como para que mis compañeros no sepan que veo mal. Solo lo saben mis amigos muy cercanos».
Este silencio, explica, no es raro en entornos donde la discapacidad se vive con miedo al estigma oa la compasión. «Eso cuesta. Tiene que haber una aceptación. Hay gente que lo lleva solo y hay gente que necesita ayuda y apoyo externo», reflexiona. Y añade con firmeza: «Cuando alguien levanta la mano y pide ayuda, no tiene que hacerlo a gritos».
La salud mental, la otra pandemia.
«No todo el mundo tiene el mismo aguante. Un golpe lo puede aguantar a cualquiera, pero cinco seguidos en poco tiempo… hacemos crack», afirmó al abordar la problemática de la salud mental, especialmente en personas con discapacidad.
Durán insistió en que no se puede confiar solo en los recursos médicos: «Desde las empresas para sus trabajadores, desde las entidades sociales para las personas a las que atienden, desde los colegios… todos tenemos que poner de nuestra parte».
Empleo: un camino a la dignidad
El vicepresidente de la Fundación ONCE considera el empleo como el mejor tratamiento para esos problemas de malestar emocional y salud mental que aquejan a nuestra sociedad. «En nuestro caso, el empleo es un fin en sí mismo, porque es parte de la herramienta que utilizamos para la integración», afirmó Durán, dejando claro que el Grupo Social ONCE no ve el trabajo como un simple medio económico, sino como un camino a la dignidad. Con más de 75.000 empleados, de los cuales el 60% tiene algún tipo de discapacidad, la organización se posiciona como el mayor empleador del mundo para este colectivo.
Eso sí, «no te damos el pescado, te damos la caña y te enseñamos a manejar la caña. La decisión de utilizarla o no es tuya», enfatizó.
Durán explicó la estructura del Grupo Social ONCE como un modelo tripartito que incluye la ONCE (los cupones…), la Fundación ONCE y la empresa social Ilunion. «Todo se reinvierte y tiene multas sociales. No se reparten dividendos», puntualizó. Esta reinversión se traduce en becas, rehabilitación, formación y generación de empleo inclusivo.
Educación inclusiva: con medios y elección real
El tramo polémico llegó con la cuestión de la educación inclusiva: en qué tipo de centros (ordinarios o centros de educación especial) conviene escolarizar a los alumnos con discapacidad y cómo conciliar esto con la libertad de elección por parte de las familias. Durán se escapó bien del aprieto: «Los padres deben poder elegir el colegio de sus hijos entre opciones con medios. Si no, no es una elección real».
Pero criticó también los intentos de imponer un único modelo educativo sin considerar la opinión de las familias: «Los padres son los que más conocen a sus hijos». Y denunció el desmantelamiento encubierto de la educación especial.
El deporte como espejo social
«El deporte es una forma muy empática de que la sociedad se dé cuenta de que a esta gente tenemos que darle una oportunidad», dijo al referirse al impacto del deporte adaptado. «Un niño con discapacidad que no pueda practicar deporte en su barrio es un medallista paralímpico que hemos perdido».
Con su lenguaje directo, a veces crudo pero siempre comprometido, Durán logra desmitificar la discapacidad, señalar las hipocresías del sistema y dar un mensaje esperanzador: la discapacidad no es un límite, es una condición que, con apoyos reales, puede integrarse con dignidad y plena participación. «Esta sociedad avanza cuando todos empujamos a la vez, y eso incluye a las personas con discapacidad. Sin paternalismos, sin prejuicios, y con respeto por sus derechos».