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Recursos educativos

Carlo Acutis y el ejemplo de su exposición sobre milagros eucarísticos

La canonización de Carlo Acutis, el 27 de abril de 2025, es ocasión para dar un repaso al principal recurso educativo que elaboró este joven fallecido con 15 años: la exposición sobre milagros eucarísticos. Lo hacemos de la mano de su comisaria en España, Olga Domínguez Martín.
Santiago MataLunes, 24 de marzo de 2025
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En su breve vida –en realidad, entre los 12 y los 15 años–, Carlo Acutis recopiló y trabajó los materiales para cuatro exposiciones: la de Milagros eucarísticos, la de Apariciones y santuarios marianos, la de Ángeles y demonios y la de Infierno, purgatorio y paraíso. Con mucho, la más elaborada y famosa es la de Milagros eucarísticos, cuyos materiales pueden pedirse directamente, pero que tiene en España la ventaja de poderse organizar con ayuda de su Comisaria, Olga Domínguez Martín, quien proporciona una introducción y visita guiada, se acompaña con una reliquia de Carlo Acutis. La exposición tiene una versión breve (EC o ExpoCarlo) y una presentación virtual (TEC o TecnoExpoCarlo) en sesiones de dos horas específica para centros educativos. Le preguntamos ahora por algunos detalles de su experiencia. Además de en su página web, se le puede contactar en el teléfono 686 046 460 y el correo olgadmartin@gmail.com.

¿Por qué es más práctica en un centro educativo la charla (TecnoExpoCarlo) que la exposición (ExpoCarlo)?
–El ritmo de las clases en los colegios no permite ver la exposición ni mucho menos. Y luego, no es lo mismo un alumno de seis años que uno de segundo de secundaria o de bachillerato. La experiencia me dice que lo mejor es hacer charlas. Incluso, si tienen un salón de actos, se pueden juntar según las edades y hacer varias. Así llevo funcionando en muchos centros, y permite tener una idea general de cómo son esos niños, qué situaciones familiares tienen. Entonces, insisto más en unos temas que en otros.

Cuando voy, por ejemplo, a un instituto público, ya sé que me voy a encontrar de todo: gente no bautizada, incluso en clase de Religión. En un instituto, un chico dijo: «Oye, pues yo no estoy bautizado, ¿tú me puedes bautizar ahora o al final de la charla?». Se producen situaciones así. Hay muchos sitios donde no se les ha hablado de Cristo y, de hecho, algunos preguntan: «¿Quién es ese que está colgado en la cruz? ¿Por qué está ahí? ¿Por qué existe el mal?». Partes desde cero totalmente.

Olga Domínguez Martín difunde en España la exposición de Carlo Acutis sobre milagros eucarísticos.
Olga Domínguez Martín difunde en España la exposición de Carlo Acutis sobre milagros eucarísticos.

¿Carlo Acutis fue en este sentido un buen pedagogo al diseñar esta exposición?
–Pues sí, en ese sentido, Carlo, como ha sido alumno, permite tocar todos los temas con chicos y personas de otras religiones, con ateos, con gente no bautizada o que no vive con coherencia la vida cristiana. Carlo mete el dedo en la llaga continuamente. Y la experiencia creo que está siendo muy buena. Es verdad que hay quienes están anestesiados, con los ojos y oídos bloqueados, y todo les resbala. Pero yo al profesor de Religión le digo: «Me basta con que el 1% de lo que han escuchado se les haya quedado; si al menos un 1% de la clase se lleva algo, ya ha valido la pena venir hasta aquí». Me encanta esta experiencia, porque hay que evangelizar no solo en las parroquias, sino en todas partes.

¿No es en sí mismo milagroso que un chico de esa edad realizara un trabajo de tal calidad y extensión?
–Claro. Él trabajó en formato web, y yo creo que ni siquiera se podía imaginar las bendiciones que iba a traer su trabajo. Él trabajaba porque estaba consagrado al Sagrado Corazón, una consagración que repitió hasta cinco veces en su corta vida, y se puso al servicio del Señor, con el afán de evangelizar.

Con 11 años, después de estar en Rímini y conocer lo que es un milagro eucarístico, le dijo a su madre: «Mamá, esto hay que darlo a conocer al mundo. Yo, que tengo talento para la informática, voy a usar esas herramientas para ello». Ya no era necesario recorrer países caminando como los apóstoles; con solo teclear, llegaba hasta Australia.

Entonces, Carlo empezó a investigar. Y hay que recordar que en su época no existía el Google de hoy en día. Puedes imaginar las llamadas telefónicas que tuvo que hacer, los correos electrónicos, los viajes a muchos países para recabar información. Su afán era dar a conocer la belleza y la profundidad de la Eucaristía, que es la gran desconocida.

Para mí también ese es el motivo por el que estoy recorriendo todos los lugares desde los que me llaman. Yo no elijo las sedes, nunca he elegido una. Me llaman y yo digo: «Bueno, aquí hay trabajo». Mi tarea es recabar todas las peticiones y organizar tiempos y modos.

Y con Carlo ha sido igual. Surgió nueve meses después de mi encuentro con la exposición internacional que se hizo en la Catedral de Toledo. Como arquitecto, sentí la necesidad de facilitar el acceso a esa exposición, que era enorme y se entregaba sin montar. Dije: «No, aquí hay que hacer algo manejable, transportable». Así nació Expocarlo, la hermana pequeña de la exposición internacional.

Olga Domínguez explicando la exposición de Carlo Acutis.
Olga Domínguez explicando la exposición de Carlo Acutis.
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Su afán era dar a conocer la belleza y la profundidad de la Eucaristía, que es la gran desconocida.

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¿Cuál es la diferencia entre la exposición internacional y la que usted presenta, ExpoCarlo?
–En España soy comisaria de las dos, pero cuando la gente se entera de cómo es una y otra, suelen elegir ExpoCarlo (EC). La entrego montada, es más pequeña y permite visitas guiadas. En cambio, la exposición internacional es mucho más grande, tiene muchísima literatura para leer, y sin una guía se hace muy complicada de recorrer.

Cuando asumí la organización de la internacional hace tres años, vi que era necesario incorporar visitas guiadas y hablar de Carlo Acutis. Porque, en la versión original, solo aparecía una foto suya con la camiseta roja y nada más. Y eso era una asignatura pendiente. Había que hablar del autor, porque el autor es un santo.

Un santo además que dominó la nueva tecnología de las pantallas, que ahora está en entredicho…
–No podemos pretender que, con 18 o 20 años, los jóvenes tengan capacidad de autocontrol con las pantallas si ni siquiera la tienen consigo mismos en tareas de disciplina, orden o en el esfuerzo por conseguir una meta.

Carlo estaba entrenado desde pequeño en ese sentido. Tenía una capacidad de autogestión impresionante. Por ejemplo, recuerdo el tema de la violencia: con cuatro años, le pegaban en el colegio y su niñera le decía: «Bueno, tú defiéndete». Pero él respondía: «Es que, si me pongo violento, eso no le gusta a Jesús». Lo lógico es que, de forma innata, le saliera responder con violencia, pero su mentalidad era otra.

Otro ejemplo: le encantaba la PlayStation y podría haber estado jugando todos los días, pero decía: «No, porque sé la capacidad que tiene de generar adicción, así que solo la uso una hora a la semana». Eso ya te indica que era una persona estructurada, con capacidad de decisión y dominio sobre sí mismo.

Fíjate en otra de sus frases sobre la santidad: «Menos yo para dejar más espacio a Dios». Se iba despojando de sí mismo, como San Francisco de Asís. ¿Qué chico hace eso hoy en día? La sociedad actual promueve todo lo contrario: el yo, el empoderamiento, mis intereses… Carlo rompía esos esquemas con su humildad.

Carlo dijo que moría contento porque no había perdido ni un minuto en cosas que no agradaran a Dios. ¿Era un superdotado?
–Él tenía unos talentos, igual que tú tienes los tuyos y yo los míos. Lo importante es identificarlos y usarlos bien. Esa introspección de preguntarse «¿Quién soy?» y «¿Para qué estoy aquí?» la hacía Carlo desde los tres o cuatro años. Buscaba respuestas, y quien busca, encuentra. Él tenía inteligencia, sí, pero lo fundamental es cómo la usó: no para su propio beneficio, sino para servir al prójimo y entregarse por completo.

Exprimía el tiempo de una manera impresionante, pero cuando uno está en sintonía con Dios, un minuto puede rendir como diez horas. Ahí está la clave. Es como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Dios no te pide imposibles, solo que te pongas en sintonía con Él y busques Su proyecto, no el tuyo.

Yo estoy a una distancia infinita de Carlo, pero me pasa algo parecido. La gente me pregunta cómo puedo compaginar todo: mi casa, mis hijas, mi trabajo… y yo digo: «Pues no lo sé». Porque, humanamente, es imposible. Pero el caso es que puedes pasar 14 horas seguidas haciendo visitas guiadas sin beber agua, sin ir al baño, sin comer, sin desmayarte y sin quedarte afónica. ¿Cómo lo haces? Evidentemente, no soy yo. Es Dios quien multiplica las fuerzas.

Para Olga, el ejemplo de Carlo Acutis se resume en dedicar el propio tiempo a Dios y a los demás.
Para Olga, el ejemplo de Carlo Acutis se resume en dedicar el propio tiempo a Dios y a los demás.
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Carlo exprimía el tiempo de una manera impresionante. Cuando uno está en sintonía con Dios, un minuto puede rendir como diez horas.

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