Deterioro "alarmante" del bienestar del profesorado y del alumnado en las aulas
Educo y Fundación SM han presentado hoy, en el Colegio Santa Susana de Madrid, Mejorando la protección y el bienestar en las escuelas, un informe que refleja el deterioro alarmante en el bienestar socioemocional de estudiantes y docentes en España a través de sus propias voces.
Las cifras de malestar son altas: el 39% de los docentes muestra síntomas compatibles con la ansiedad y la depresión, mientras que un 20,8% de los adolescentes españoles manifiesta algún problema de salud mental. Ante esta situación, Educo y Fundación SM han realizado una investigación cualitativa, basándose en la experiencias de los alumnos y profesores, para conocer en profundidad los factores que afectan a su bienestar. La metodología incluyó entrevistas grupales y talleres con profesorado y alumnado de centros públicos y concertados de cuatro comunidades autónomas (Madrid, Cataluña,Valencia y Galicia), y entrevistas en profundidad con profesorado de diversas partes de España distribuido en atención a las variables de género, titularidad y experiencia docente.
Los testimonios de los docentes destacan un deterioro generalizado en el bienestar socioemocional de los estudiantes. Según ellos, existen al menos dos factores clave que pueden estar contribuyendo a este malestar: por un lado, las relaciones familiares, provocadas en parte por la dificultad de padres y madres para dedicar tiempo de calidad a sus hijos; y por otro, el uso excesivo de la tecnología, especialmente el tiempo prolongado que los estudiantes pasan frente a las pantallas.
Muchos de nuestros alumnos vienen totalmente dormidos porque a lo mejor han estado con el móvil o con las redes sociales o con Internet hasta las 3:00 h de la mañana
"Los docentes identifican que esta problemática tiene tres consecuencias principales: mayor vulnerabilidad socioemocional en los estudiantes (baja autoestima y poca tolerancia a la frustración); aumento de conductas disruptivas en el aula por la falta de atención en el hogar; y dificultades para mantener la concentración en el aprendizaje.
Entre el alumnado existe consenso al señalar que el origen de los problemas que afectan a su bienestar en clase está también fuera del centro educativo y, a su juicio, se relaciona con el entorno familiar y el tecnológico.
Las redes sociales te desconcentran. Por ejemplo, si estás estudiando y tienes el móvil al lado y te hablan, dejas lo que estás haciendo y contestas
"El alumnado de Secundaria destaca que la principal causa de los conflictos entre ellos son insultos, rumores o bromas que muchas veces trascienden el ámbito escolar por las redes sociales. Y cuando se producen, prefieren mantener distancia con el profesorado, lo cual demuestra la importancia de que estos sean referentes de confianza y promuevan entornos seguros: “Hay una gran cantidad de profesores y profesoras que se dan cuenta. Entonces yo se lo digo, pero si no, no digo nada, simplemente espero a que se vaya solucionando”.
El informe también expone los factores que están deteriorando el bienestar del profesorado, cada vez más sobrecargado por el exceso de responsabilidades y la complejidad creciente en las aulas: “Veinticinco alumnos que vienen de casas diferentes, con medios distintos, con estimulación y motivaciones diferentes en una clase no es viable porque de esos 25, hay 5 o 6 con muchísimas necesidades”, explica un docente de Galicia. Además, los docentes sienten que se les asignan responsabilidades que van más allá de su labor educativa, a menudo superando sus capacidades para formarse y los recursos a su alcance. “A veces tienes la sensación de que estás haciendo de psicólogo, educador social, de padre, de madre”, explica una docente de Cataluña.
Las ratios elevadas también dificultan la atención individualizada. La falta de reconocimiento al profesorado es otro problema persistente que se agrava en las etapas inferiores, así como sentirse cada vez más cuestionados por las familias: “La gente ve la cara bonita, la cara amable de la docencia. Pues que estás con niños pequeños, que yo creo que se piensan que estamos pintando, jugando”, son algunas de las quejas recogidas.
A todo ello se le añade la desconexión entre la formación docente y las necesidades reales de las aulas; la burocracia excesiva o los cambios legislativos constantes. Además, la ausencia de apoyo emocional también es palpable y se echa de menos más empatía. “No es muy lógico que nosotros no tengamos un psicólogo en el centro o algún terapeuta. Alguien que nos pueda ayudar en momentos de estrés”, admite una profesora.
La investigación no solo buscaba analizar las causas que afectan el bienestar de alumnos y docentes, sino también proponer soluciones basadas en sus propias perspectivas para crear entornos escolares más seguros y acogedores. Entre las principales medidas destacan la necesidad de promover una mayor colaboración entre familias y centros educativos para construir relaciones de respeto mutuo. Además, se resalta la importancia de contar con estructuras y recursos de apoyo emocional en los centros para atender las necesidades de la comunidad educativa. También se subraya el papel clave de los equipos directivos que fomentan un liderazgo participativo. Así se contribuye a la cohesión del profesorado y se genera un clima de confianza y autoeficacia.
“Cuando las familias y los docentes no caminan juntos, se pierde una parte esencial del proceso educativo. Necesitamos reconstruir esa confianza para crear un entorno en el que los estudiantes y el profesorado se sientan apoyados y seguros, este es el fundamento de una escuela que cuida”, subraya Mayte Ortiz, directora general de Fundación SM. “Además, es necesario reivindicar el espacio de autonomía y responsabilidad que debe tener el equipo docente, y para ello se debe reducir la burocracia y dotar de más recursos”.
El estudio también señala que la Administración tiene la responsabilidad de abordar la pérdida de bienestar en las escuelas, garantizando medidas efectivas para crear entornos educativos seguros, saludables y propicios para el aprendizaje. Invertir en protección y bienestar no es un gasto, es una inversión en el futuro de la infancia.
En este sentido, el informe subraya que hay que impulsar la figura del Coordinador de Bienestar y Protección, introducida por la LOPIVI (Ley Orgánica de Protección integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia). Su rol es vital para mejorar el ambiente en el aula y garantizar un entorno escolar seguro y respetuoso. Tiene la responsabilidad de promover una cultura de buen trato dentro de la comunidad educativa, facilitando estrategias de prevención, detección e intervención en situaciones de riesgo. Sin embargo, esta nueva figura, que debería ser clave, no consigue cumplir las funciones y alcanzar los logros para los que fue creada.
“A pesar de su potencial, su implementación enfrenta importantes desafíos. Muchos profesionales encargados de esta función no disponen de la formación ni del tiempo necesario, lo que limita su impacto y los obliga a centrarse en acciones reactivas en lugar de preventivas. Además, que no sea una prioridad estratégica de algunos centros y la ausencia de presupuesto específico dificultan la consolidación de esta figura”, recalca la directora general de Educo, Pilar Orenes. La falta de visibilidad y reconocimiento dentro de la comunidad educativa también es un obstáculo, ya que muchos alumnos y familias desconocen su existencia y funciones.