El uso intensivo de la tecnología, incluso con fines pedagógicos, empeora los resultados
En muchos países occidentales, el acceso a dispositivos ha sido rápido y generalizado, pero a menudo sin una estrategia clara. © ADOBE STOCK
El decreto en el que trabaja la Comunidad de Madrid para restringir el uso de móviles y dispositivos digitales en las aulas ha reabierto un debate que lleva años latente: ¿hasta qué punto es beneficioso el uso de tecnología en la escuela? Mientras algunas voces acusan a esta medida de ser un retroceso educativo, otras la defienden como una decisión fundamentada en evidencia científica y en el sentido común pedagógico.
Uno de los informes más sólidos que alimentan este debate es el elaborado por el Instituto ISEAK en colaboración con la Fundación Cotec, titulado Tecnología en la educación: ¿cómo afecta al rendimiento del alumnado?. El estudio, basado en microdatos del informe PISA 2018, desvela que un uso intensivo de la tecnología en las aulas —incluso con fines educativos— está asociado a un menor rendimiento académico, especialmente en matemáticas.
Cuando más no es mejor
La principal conclusión del informe de ISEAK es clara: la relación entre tecnología y rendimiento no es lineal. Un uso moderado puede tener beneficios, pero el uso excesivo (más de 1 o 2 veces por semana para actividades digitales en el aula) se vincula sistemáticamente con peores resultados académicos.
En el caso de España, el alumnado que hace un uso intensivo de la tecnología en el colegio obtiene puntuaciones en matemáticas equivalentes a medio curso por debajo de quienes hacen un uso muy bajo. El efecto, además, es más acusado entre el alumnado con nivel socioeconómico bajo y entre chicas jóvenes.
Otra conclusión inquietante del estudio es que quienes tienen peores resultados tienden a ser los que más utilizan la tecnología, incluso con fines educativos. Esta paradoja sugiere que el acceso masivo a dispositivos no solo no reduce las brechas educativas, sino que podría incluso ensancharlas si no se acompaña de una integración pedagógica adecuada.
Schleicher: “Las pantallas provocan un aprendizaje más superficial”
Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE y responsable del informe PISA, ha reforzado esta misma línea de análisis en múltiples intervenciones. En una entrevista reciente, afirmaba: “Las formas más tradicionales crean un aprendizaje más profundo. Las pantallas provocan un aprendizaje más superficial.”
Para Schleicher, el problema no es la tecnología en sí, sino su implementación apresurada y sin estrategia: “Nuestros estudios muestran que leer de forma tradicional prepara mejor a los estudiantes que pasar horas frente a una pantalla.” Y advierte: “La distracción digital no es solo un inconveniente: tiene una asociación tangible con los resultados de aprendizaje.”
Además, señala un fenómeno creciente: el desinterés del alumnado por unos entornos escolares que no conectan con su experiencia vital. “Si no logramos que el aprendizaje sea relevante, los estudiantes buscarán fuera lo que no encuentran dentro del aula”, advierte.
Ismael Sanz: “Un uso abusivo del móvil lastra los resultados”
Esta misma preocupación se refleja en las palabras de Ismael Sanz, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos y experto en políticas educativas. En declaraciones recientes, respaldó la decisión de la Comunidad de Madrid: “Un uso abusivo del móvil lastra los resultados de los alumnos españoles. La tecnología no mejora por sí sola el aprendizaje si no está integrada de forma pedagógica.”
Sanz ha participado en evaluaciones internacionales como PISA y TIMSS, y señala que el uso intensivo de tecnología no garantiza mejores competencias, y que, en cambio, puede desplazar tiempos de concentración, lectura profunda y razonamiento. Por ello, defiende el establecimiento de límites y normas claras sobre su uso en el entorno escolar.
Oriente y Occidente: dos modelos, dos resultados
El informe PISA 2022 ha confirmado una tendencia preocupante: mientras los países occidentales tienden a perder rendimiento, los países orientales mejoran sus resultados. Y una de las diferencias clave está en la forma de utilizar la tecnología.
En muchos países occidentales, el acceso a dispositivos ha sido rápido y generalizado, pero a menudo sin una estrategia clara. El resultado: un uso intensivo, poco dirigido, y con escasa formación docente.
En cambio, en países como Japón, Corea del Sur o Singapur, el enfoque ha sido más selectivo, disciplinado y pedagógicamente estructurado. La tecnología se introduce de forma gradual, en contextos específicos, y con un fuerte acompañamiento docente. Además, se combina con una alta valoración de la cultura del esfuerzo y la disciplina académica.
Mientras que algunos países occidentales han perdido hasta 5 puntos en las pruebas PISA entre 2018 y 2022, varios países asiáticos han registrado mejoras de hasta 12 puntos. Esta diferencia refleja que no se trata solo de usar tecnología, sino de cómo se usa.