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La serie 'Adolescencia': "un espejo crudo pero honesto"

Diana Al Azem, profesora, escritora, fundadora de la plataforma Adolescencia Positiva y autora de 'Quiero entenderte-Claves para comprender y manejar (de forma positiva) el nuevo paradigma de la adolescencia', profundiza en cómo la serie del momento nos interpela a todos.
Saray MarquésMiércoles, 26 de marzo de 2025
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La impactante miniserie 'Adolescencia', creada por Jack Thorne y Stephen Graham, ha sido lo más visto en Netflix desde su lanzamiento, la semana pasada.

La serie de Netflix Adolescencia no está dejando impasible a nadie por el universo que retrata y por las reflexiones a las que da pie. Hablamos con Diana Al Azem, experta en adolescencia, sobre este fenómeno que ha situado esta compleja etapa en el centro del debate social.

¿Qué le ha parecido la serie ‘Adolescencia’? 
–La serie me ha parecido impactante y profundamente necesaria. No es fácil de ver, pero justamente por eso tiene tanto valor: pone sobre la mesa realidades que muchas veces se silencian. No me sorprende que haya sido lo más visto en Netflix; vivimos en un momento donde padres y educadores necesitamos herramientas para entender el mundo adolescente, y Adolescencia funciona como un espejo crudo pero honesto.

¿Están los padres de hijos adolescentes más desnortados y desbordados (y ciegos) que nunca?
–Muchos padres se sienten desbordados y sin referentes claros. La adolescencia siempre ha sido una etapa compleja, pero hoy se suma la aceleración tecnológica, las redes sociales, la presión académica y emocional. No diría que están “ciegos”, pero sí muchas veces desconectados, más por falta de tiempo o recursos que por falta de interés, y la serie muestra justamente esa brecha.

¿Cree que todo lo que retrata esta ficción inspirada en hechos reales que transcurre en el Reino Unido es trasladable a España?
–Totalmente. Aunque el contexto social y educativo británico tiene sus particularidades, los problemas que refleja —bullying, incomunicación, presión social, masculinidad tóxica— son universales. En España, muchos adolescentes viven situaciones similares, y el acceso a contenidos online y comunidades nocivas como la cultura incel o la pornografía no conoce fronteras.

¿Cuáles de las realidades que aborda la serie le parecen más preocupantes?
–Me preocupa especialmente la soledad emocional de los adolescentes y el vacío educativo respecto a sexualidad, afectividad y salud mental. También el papel de las redes sociales como criadoras silenciosas de frustración y violencia. Muchos jóvenes buscan respuestas en internet porque no las encuentran en casa o en la escuela.

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Muchos jóvenes buscan respuestas en internet porque no las encuentran en casa o en la escuela

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¿Cree que es positivo que la vean padres de hijos adolescentes? ¿Con sus hijos? ¿A partir de qué edad? ¿Es la edad mínima recomendada de 12 años demasiado prematura?
–Sí, creo que verla es positivo, pero con preparación. Recomendaría que los padres la vean primero, solos, para poder procesarla, y luego decidir si verla con sus hijos. A partir de los 14 años puede ser una edad adecuada, aunque depende de la madurez emocional del adolescente. Verla a los 12 podría ser prematuro para algunos, dado el contenido fuerte. Lo importante es acompañar y generar diálogo.

¿Cómo valora el hecho de que se estén restringiendo las pantallas en los centros educativos? Pero el problema, ¿está en la escuela o está en casa?
–Creo que las restricciones son positivas si van acompañadas de educación digital y crítica. El problema no está solo en la escuela ni solo en casa: está en la falta de límites claros y de orientación. En casa se necesita más acompañamiento; en la escuela, más herramientas para enseñar a usar la tecnología de forma responsable, no solo prohibirla.

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En casa se necesita más acompañamiento; en la escuela, más herramientas para enseñar a usar la tecnología de forma responsable, no solo prohibirla

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¿Son los 12/13 años, que en nuestro país coinciden con el paso de Primaria a Secundaria, una edad clave? ¿Por qué? ¿Ve interesantes iniciativas como la de la Comunidad de Madrid, que apuesta por que los alumnos de 1º y 2º de ESO sigan en el colegio esos dos cursos, y pasen al instituto ya en 3º de la ESO?
–Sí, los 12 y 13 años son una etapa clave en el desarrollo de cualquier persona, y coinciden con una de las transiciones más sensibles del sistema educativo: el paso de Primaria a Secundaria. Este cambio, que podría parecer meramente académico, en realidad tiene un impacto emocional, social y psicológico profundo.

A nivel biológico, esta edad marca el inicio de la adolescencia. Comienza la pubertad, con todos los cambios físicos y hormonales que eso conlleva: alteraciones en el estado de ánimo, necesidad de autonomía, cuestionamiento de normas y búsqueda de identidad. Es una etapa de inestabilidad emocional, pero también de enorme plasticidad y crecimiento personal.

Socialmente, los chicos se enfrentan a nuevos grupos, nuevos profesores, más exigencias y menos contención. En muchos casos, pierden el vínculo cercano con un tutor único y pasan a entornos más impersonales, lo que puede generar inseguridad y desorientación. Es también cuando surgen con más fuerza la presión por encajar, la comparación social y la influencia del grupo de pares.

Por lo tanto, que los alumnos de 1º y 2º de ESO permanezcan en entornos más contenidos podría ayudar a reducir el estrés del cambio y fortalecer la madurez emocional antes de dar el salto al instituto. Retrasar la entrada a los centros de Secundaria me parece una propuesta interesante (al menos para los de 1º ESO) que debería evaluarse con la participación de familias y docentes.

  • Diana Al Azem es autora de varios libros, entre ellos Quiero entenderte-Claves para comprender y manejar (de forma positiva) el nuevo paradigma de la adolescencia, que pretende ayudar a los padres a entender –¿por qué se enfada tanto? ¿porqué ya no muestra cariño? ¿cuándo empezó a volverse narcisista?– y conectar con sus hijos adolescentes.

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