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Desprofesionalización y abandono docente

Antonio Montero Alcaide
Inspector de Educación
28 de abril de 2025
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Es de interés, tanto por su objeto como por su carácter único, el Informe mundial sobre el personal docente, realizado por la UNESCO y de reciente publicación (2025, UNESCO y Fundación SM), que pone el acento en la escasez de docentes y la necesidad de transformar la profesión que les ocupa. Es directa la relación de este informe con la Agenda Mundial de Educación 2030, asimismo dirigida y coordinada por la UNESCO. Particularmente, con el conocido Objetivo de Desarrollo Sostenible IV, cuya formulación lleva a “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. El ejercicio docente resulta, por ello, decisivo y, con perspectiva mundial –ha de tenerse especialmente en cuenta esta dimensión, dado que las conclusiones pueden no ser representativas de la situación en sistemas educativos nacionales–, se advierte la escasez de docentes –unos 44 millones de educadores adicionales– para cubrir la educación primaria y secundaria universal en 2030.

Las razones tal escasez pueden vincularse al estatus y atractivo de la profesión –que disminuyen–, así como a las posibilidades de atraer y retener al profesorado. No figura España entre los países más directa o intensamente afectados, si bien la situación influye. Y un patrón general se advierte: “Las tasas de abandono presentan un patrón en forma de U a lo largo de la trayectoria profesional del personal docente, ya que las más altas se encuentran tanto en los primeros años como cuando se acerca la jubilación”.

Algunas otras evidencias son asimismo de interés: el liderazgo escolar efectivo, la tutoría y el apoyo a los docentes noveles, e incentivos de distinta naturaleza, sobre todo para el ejercicio en escuelas desfavorecidas. Un nuevo “contrato social” para el personal docente también se señala como conclusión principal de este informe de la UNESCO, con el propósito de aumentar el prestigio de la profesión y su permanente profesionalización, teniendo en cuenta una adecuada estructura de carrera y la participación activa en comunidades de práctica.

Así las cosas, cabe aportar algunas consideraciones relacionadas. De carácter menor, aunque el nombre de las cosas importa, es la referida a la denotación de los términos, ya que el de “profesionalización” denota el hecho de dar carácter de profesión a una actividad y la docencia sí lo tiene, aunque con dificultades. Más bien, por ello, adoptar “profesionalidad”, puesto que esta se refiere a la cualidad de las personas, en este caso de los docentes, que ejercen sus actividades con capacidad y aplicación destacadas. En tanto que el uso de “desprofesionalización” sí es pertinente cuando se trata de quitar el carácter profesional al ejercicio docente. Parecerá retórico, entonces, preguntarse si la docencia es una profesión, o hacer parecida interpelación sobre si cualquiera, sin especial cualificación, puede enseñar.

Aceptado el carácter profesional de la enseñanza, sí debe advertirse que, por las condiciones del ejercicio, debidas a muy distintos factores, la docencia se puede convertir o desplazar hacia una “semiprofesión”. Esto es, que los requisitos de la formación inicial, el grado de autonomía y de control sobre el ejercicio, las retribuciones y el estatus, y la ética y la responsabilidad profesionales, entre otros aspectos, sean menos relevantes que los característicos de las profesiones genuinas. Por eso, la consideración atribuida a la docencia con actividad semiprofesional.

Las condiciones del ejercicio derivan, como se ha adelantado, de diversos elementos y uno relevante tiene que ver con la cualificación para el ejercicio en la formación inicial, particularmente en el caso de la educación secundaria como enseñanza básica. Así, el ejercicio docente requiere capacidades y competencias específicas, no derivadas solo de la formación disciplinar, puesto que, bastante más que “el conocimiento del contenido”, es necesario el “conocimiento didáctico del contenido”. Una de las cuestiones pendientes del sistema educativo español –además de la evaluación de la función pública docente–, que puede vincularse al desarrollo profesional, es la adecuación de la formación inicial para la docencia y del sistema de acceso al ejercicio. Del mismo modo, la opción por la enseñanza, motivaciones vocacionales aparte, debe ser objeto de atención, en lugar de la elección derivada de la inexistencia o de la dificultad de acceso a otras opciones consideradas al inicio de la formación inicial no dirigida a la docencia. Luego la adecuación específica de la formación inicial -incluido el acceso a esta-, así como del sistema de acceso a la docencia –centrado en advertir, sobre todo, la cualificación docente mediante la observación y valoración de su ejercicio– son dos ámbitos relevantes y decisivos para reconfigurar la profesión docente.

La preocupación del informe de la UNESCO es compartida en el ámbito de la Unión Europea, ya que el Marco estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y la formación con miras al espacio europeo de educación y más allá (2021-2030), adoptado por resolución del Consejo de la Unión Europea, que se publicó el 26 de febrero de 2021, incluye, entre sus prioridades estratégicas, “Mejorar las competencias y la motivación en la profesión docente”. A tal fin, se declara la necesidad de oportunidades de aprendizaje profesional y de apoyo a lo largo del ejercicio docente, de atender el bienestar de los docentes, o de aumentar el atractivo de la profesión, precisamente ante la escasez y el envejecimiento del profesorado en los países de la Unión Europea (UE). Algunas cuestiones y acciones concretas son, por ello, relevantes, como las que se formulan de este modo:

  • Reforzar la contratación y la selección de los mejores y más idóneos candidatos para la profesión docente y pedagógica a todos los niveles y en todos los tipos de educación y formación.
  • Aumentar el atractivo y el estatus de la profesión docente y pedagógica mediante una revalorización en términos sociales y también económicos.
  • Estudiar la posibilidad de elaborar una orientación europea para el establecimiento de unos marcos profesionales y una orientación permanente a escala nacional, respaldando así la progresión de la carrera de los profesionales de la educación escolar.
  • Estudiar la posibilidad de elaborar herramientas, concretamente marcos de competencia del profesorado, para aumentar la pertinencia de los programas de formación inicial del profesorado y la creación de oportunidades de desarrollo profesional continuo, y proporcionar orientación a los profesores en su progresión profesional.

Idónea declaración de intenciones, mas necesitada de materialización efectiva.

Finalmente, ante el abandono docente que centra buena parte del informe de la UNESCO, es oportuno referir que, en la carrera docente -si bien entendida, en este caso, como años de ejercicio-, pueden advertirse, de modo general, distintas etapas y estas, por otra parte, no pocas veces coinciden con las propias de la vida personal. Una es la de la iniciación profesional que, con el adelantado patrón de “U” en las tasas de abandono registradas en el desempeño docente, adquiere una significativa importancia y precisa medidas y actuaciones que redunden tanto en una adecuada “socialización profesional” como, principalmente, en la capacitación para el ejercicio. Los procesos de tutorización y de intercambio profesional son, por tanto, del todo pertinentes. La estabilización profesional es el periodo más extenso del desempeño, con diversidad de itinerarios, puesto que puede sostenerse en una profesionalidad satisfactoria o, en caso contrario, abrir la puerta a distintas formas de inadecuación –y de malestar– docente, con efectos evidentes, y que han de evitarse, en las prácticas de enseñanza. De resultas, estas dos vías de estabilización –si bien la segunda se hace inestable– llevan a un distanciamiento sereno, cuando se acerca la jubilación, o a un apartamiento conflictivo. Y este último está asociado a una desprofesionalización cuya causa deriva de una capacitación o cualificación insuficiente, además de la adelantada influencia de la opción profesional por la enseñanza, la formación para el ejercicio, el acceso al desempeño y el desarrollo profesional a lo largo de este.

Redefinir o adecuar la profesión docente resulta, claro está, una necesidad de primer orden, pues –recordar lo obvio importa– los logros escolares del alumnado tienen relación directa con la calidad de la enseñanza y esta resulta de la confluencia de muchos elementos, medidas y actuaciones. La realización de un primer informe mundial, como el que da referencia a este artículo, es una iniciativa valiosa y debería acompañarse, como concreción operativa de seguimiento y evaluación, de un conjunto de indicadores pertinentes que faciliten la revisión del grado e idoneidad de las respuestas adoptadas. La perspectiva mundial hace especialmente compleja esa tarea, pero la adopción de prioridades a escala nacional o europea permite que sean más factibles, y de sobra necesarios, el seguimiento, la evaluación y la revisión de las decisiones y medidas.

Significativa muestra del alcance de la docencia, sin necesidad de evidencias experimentales complejas, es el recuerdo que cada cual guarda de sus mejores maestros –acaso también de quienes no lo fueron tanto–, y la influencia determinante que su enseñanza tuvo en el devenir personal y profesional de sus entonces alumnos. No pocos ahora docentes, por cierto, y muchos que van a ser necesarios para el tiempo venidero.

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