Hablar un idioma diferente en casa del que se habla en la escuela
Ser bilingüe no es un problema. A la luz de los datos, los niños cuyos progenitores manejan varios idiomas y que se exponen a ellos durante las etapas más emergentes de adquisición del lenguaje no presentan problemas en el desarrollo gramatical, léxico o fonológico. De hecho, la American Speech-Language Hearing Association (ASHA) recomienda que las familias hablen a sus hijos en tantos idiomas como estas manejen.
Sin embargo, lo que sí puede poner a los niños en situación de vulnerabilidad es que estos accedan a los centros educativos desconociendo el idioma que se maneja en las aulas. Este alumnado, puede ver, en muchas ocasiones, agravadas sus dificultades por el hecho de pertenecer a minorías lingüísticas cuyas familias, además de desconocer el idioma, tienen un bajo estatus socioeconómico (pocos ingresos, bajo estatus laboral y un bajo nivel de estudios). Este puede ser el caso, por poner un ejemplo, de muchos niños árabes escolarizados en España y en cuyas casas no se maneja el castellano.
De forma más específica, las dificultades en la lectura de los niños que acceden a los centros educativos sin manejar el idioma han sido considerablemente estudiadas. En el ámbito anglosajón, por ejemplo, se ha reportado en diversos estudios que cerca del 70% de los estudiantes que presentan esta condición están por debajo del nivel mínimo de lectura a los 12 años.
Esto no es de extrañar, ya que las habilidades lingüísticas son el fundamento de la comprensión lectora. Aspectos como no representar y manipular correctamente los fonemas que componen el idioma (conciencia fonémica) puede hacer difícil aprender los sonidos de las letras y, por tanto, leer y escribir las palabras de forma precisa y fluida. El hecho de no manejar el vocabulario académico (palabras frecuentes en los textos, pero infrecuentes en el lenguaje cotidiano), también es una barrera para el desarrollo de la comprensión lectora. Palabras como ‘predominar, ‘carecer’ o ‘adherir’ que son, en realidad, muy transversales a las diferentes asignaturas, pueden ser difíciles de aprender de forma implícita para un alumnado que debe aprender muchas palabras en poco tiempo y con una menor exposición.
La mera inmersión no parece ser suficiente. El alumnado que accede a los colegios desconociendo el idioma precisa de programas tempranos, intensivos y focalizados que aborden de forma explícita y bien fundamentada aspectos como la conciencia fonológica, la enseñanza de vocabulario (básico y, posteriormente, académico) o las habilidades narrativas. Estos programas deben de ser aplicados por profesionales que tengan una preparación específica en esta área. Hay un buen número de estudios de corte experimental que nos dan buenas ideas para mejorar el rendimiento académico y la calidad de vida de este alumnado. Parecen de gran interés ya que, a la luz de los datos, los esfuerzos realizados hasta la fecha no parecen ser suficiente.
Eso lo obsevamos en las aulas y además añadiría la diferencia entre chicos y chicas.
Las chicas todavía lo tienen más difícil porqué su “rol” es más familiar, más de puertas adentro.
Los chicos tienen más oportunidades de relacionarse con el exterior de las familias y casas…