Huevos con patatas
–Virginia, ¿por qué no te dejas de florituras y fríes unos huevos y unas patatas? Ya sabes que a mí, lo que haya me da igual –pronunció el abuelo mientras buscaba una bolsa de picos en la alacena.
–Higinio, porque no. Hoy es Nochebuena, y las tapas de bar las dejamos para el resto del año –le respondió la abuela mientras metía el rodaballo en el horno.
Esta misma conversación se escuchaba en la cocina de la abuela cada 24 de diciembre, mas, esta vez, la eterna rivalidad terminó vencida por un acuerdo de paz: cenarían huevos fritos con patatas. El pescado sería para el día siguiente, Navidad.
–Parecería insólito que al recoger la mesa de Nochebuena haya manchas de yema de huevo y aceite en las servilletas, en lugar del jugo de las cabezas de los carabineros o la mayonesa de los canapés.
El abuelo decía que las cosas no son como antes, que uno se puede dar un festín de marisco en cualquier momento del año, y que por eso hay que romper el orden de las cosas. Razón no le quito: vivimos inmersos en un consumismo que, sin quererlo, va a devorarnos. Tanto es así que nos olvidamos del valor de las circunstancias. Es decir, entre tanta parafernalia no sabemos qué estamos festejando: si un cumpleaños, la Navidad, un ascenso laboral o la declaración de la renta… Para descifrar el misterio, no hay mejor manera que aquella que propuso Higinio:
–Si nos juntamos, que no sea para aprovecharnos de que la suegra ha comprado angulas, o para lucir un conjunto de lentejuelas o unos zapatos nuevos. Que sea porque tengamos algo o a alguien a quien festejar. Mira, en Navidad llega un niño sin hogar, el mismo que nació arropado por el amor de unos padres que confiaron en los designios de Dios, aunque las calles se atoren de transeúntes cargados de regalos.
Sabía el abuelo que leeríamos sus palabras entre sorbetes de cava y patas de lechal. Eso está bien, siempre y cuando no olvidemos que con unas boqueras de yema, si existe una razón para festejar juntos, el regocijo debería ser el mismo.
Riamos, brindemos, cantemos, acojamos con una sonrisa los chistes del invitado más cargante sin olvidar al bueno de Higinio, que lo mismo disfrutaba de un rodaballo que de unos huevos fritos con patatas… siempre que fueran compartidos con sus seres queridos.
Julia Montoro, ganadora de la XIX edición www.excelencialiteraria.com