Javier Urra y la singularidad: hay que "educar a los niños en que sean asertivos"
Si hace unas semanas hablaba de lo «normal«, en este nuevo episodio de ¡Hip, hip, Urra! el psicólogo Javier Urra analiza el significado de sentirse distinto, que va mucho más allá de la singularidad.
Según Urra, «somos singulares. No somos clónicos: no somos el mismo ordenador, no somos un algoritmo previsible». Dentro de esa autenticidad, no obstante, advierte que «hay personas que se sienten singulares en el punto de no ser entendidos, no ser comprendidos, no ser aceptados. Quizá no ser queridos. Y algunos de ellos lo que gustarían es de cambiar a los demás en su forma de ser, en su forma de pensar, en su forma de transmitir. En vez de decir «oye, ¿quizá yo tuviera que ser más flexible?, ¿quizá en mí está adaptarme a las circunstancias?».
«La vida es darse la mano»
Partiendo de la belleza de ser únicos y de la certeza de que «cada uno procesamos y escuchamos la radio que nos gusta, vemos la televisión que nos parece, con la que nos identificamos más», Urra recuerda que, en una sociedad como la nuestra, «nuestra singularidad debe de compaginar con la de los demás«. Y apunta una cuestión a tener en cuenta: «cuando alguien tiene una profunda dificultad para ser entendido, para entender a los otros, para ponerse en el lugar del otro«. «Esto exige de los demás un esfuerzo, una adaptación», asegura.
En ese sentido de la vida en sociedad, como en otras ocasiones, el Doctor en Psicología destaca que «conocerse a uno mismo significa verse en los ojos de los demás: no es una labor sólo de introspección, de mirarse el ombligo. Es salir a pensar, a sentir, a hacer, a cooperar, a competir con los otros». Lo importante, insiste, «es el tú, son los demás». En esta línea, el especialista ofrece la clave para vivir en comunidad: «La vida es darse la mano, caminar junto a otros, apoyarse por y para con los otros. La vida es para los demás».
Educar en la asertividad
Para Urra, «el ser humano es singular en cada momento, en cada percepción«, y, por eso, es importante «educar a los niños en que sean asertivos, sepan decir sí, sepan decir no» y huyan de «creencias fanáticas». «Que sientan que hay que ponerlo en interrogantes, que lo que para mí está bien, a lo mejor para otros no lo está tan bien«, explica.
Tal y como describe, «el ser humano puede sorprender… y sorprenderse a sí mismo. Y en esa incertidumbre, en esa duda, en ese tener que tomar un camino u otro y acertar, fallar, equivocarse, pedir perdón, aprender… Es ahí donde el ser humano se hace persona».
Sea como sea, independientemente de las percepciones y las características que nos hacen «distintos, porque somos singulares», Urra concluye recordándonos que, «al final, somos seres humanos, que reímos y lloramos por lo mismo«.