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Las pruebas de final de etapa y su necesaria mejora

La única forma de estimular el esfuerzo del alumnado en aprender y del profesorado en enseñar es estableciendo pruebas externas a los centros con valor académico.
Antonio JimenoLunes, 21 de abril de 2025
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Alumnos realizando la prueba final de etapa.

Muchas pruebas pero pocas mejoras

En Cataluña, entre el 7 y el 11 de abril de 2025, los 78.252 alumnos de sexto curso de Primaria y los 88.740 alumnos de cuarto curso de ESO hicieron las llamadas pruebas finales de etapa. Se trata de los alumnos de unos 3.400 centros educativos. Lamentablemente los resultados de estas pruebas no influirán en las calificaciones finales de los alumnos, es decir no influirán en la decisión de si estos alumnos pasarán o no a la etapa siguiente. Obviamente el interés de los alumnos en obtener unas buenas calificaciones en dichas pruebas ha sido mínimo, por lo que el efecto de estas pruebas en la mejora de su nivel educativo es prácticamente nulo. Tampoco han servido para estimular a los centros a mejorar, ya que los padres no tienen acceso a los resultados de cada centro en el momento de decidir en qué colegio matricular a sus hijos.

El organismo responsable de hacer estas pruebas, el llamado Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo (CSASE), ha dicho que estas pruebas sirven para valorar la eficacia o ineficacia de las decisiones del Departamento de Educación y para que los equipos directivos de los centros sepan en qué deberían mejorar. Mucho esfuerzo para tan escaso beneficio. Por otro lado, eso mismo también lo sabrían si los resultados de estas pruebas influyeran en las calificaciones finales de los alumnos y si los resultados de los centros fueran públicos, dos aspectos que sí servirían para estimular muchísimo el esfuerzo de alumnos y profesores.

Las pruebas finales de etapa no son las únicas que se van a hacer este año en la enseñanza obligatoria, sino que  entre el 24 de abril y el 16 de mayo los alumnos de 4º de Primaria y los alumnos de 2º de ESO harán las pruebas de diagnóstico, tal y como establece la actual ley de educación, la LOMLOE. Los resultados de los alumnos en estas pruebas tampoco influirán en sus calificaciones, por lo que el interés del alumnado en obtener unos buenos resultados también es mínimo y, por lo tanto, no sirven para aumentar su interés en aprender. El organismo responsable de hacerlas también es el Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo (CSASE), el cual ha dicho que estas pruebas pueden servir para orientar al propio centro sobre la situación de su alumnado dos años antes de que finalicen la etapa, es decir con tiempo suficiente para ayudar a los alumnos a mejorar sus deficiencias académicas. La realidad es que el profesorado ya las conoce, porque son sus alumnos, por lo que estas pruebas solo sirven para trasladar al profesorado la responsabilidad de un posible fracaso académico del alumnado. En cambio, si los resultados del alumno en estas pruebas influyeran en sus calificaciones finales de 4º de Primaria y de 2º de ESO, los alumnos si se esforzarían en aprender más para hacerlas mejor y constatarían que no todo se puede arreglar yendo sus padres a quejarse a su colegio.

Por otro lado, entre el 31 de marzo y el 16 de mayo, los alumnos de 15 años a los que les corresponda por sorteo, que son alumnos de 3º o de 4º de ESO, realizarán las pruebas PISA 2025, cuyos resultados se conocerán a finales de 2026. Los resultados de estas pruebas tampoco influirán en las calificaciones de los alumnos, por lo que su interés en hacerlas bien vuelve a ser muy bajo, tan bajo que en las pruebas PISA 2018 tuvieron que anularse sus notas en comprensión lectora, porque según la OCDE eran demasiado bajas. Debido a ello España fue el único país de los 78 países participantes que no apareció en los resultados finales. La gran ventaja de las pruebas PISA es que al ser internacionales nos permiten conocer la realidad de nuestro país en comparación con la de los demás países y su tendencia, es decir si seguimos bajando o por fin se produce alguna mejora.

Cómo las pruebas externas sí producirían mejoras

En primer lugar hay que tener en cuenta que un niño y un adolescente, al igual que un adulto, solo se esfuerza cuando es necesario. Por ello, en general, un alumno solo aprende los conocimientos establecidos en el curso, si ello es imprescindible para pasar al curso siguiente, de la misma forma que un adulto solo trabaja, si ello es necesario para cobrar un sueldo. En segundo lugar hay que tener en cuenta que mientras los alumnos no se esfuercen más en aprender, ni van a mejorar su nivel de conocimientos ni van a adquirir hábitos de trabajo y capacidad de esfuerzo, dos cualidades imprescindibles para acceder al mundo laboral y para permanecer en él. La única forma de estimular el esfuerzo del alumnado en aprender y del profesorado en enseñar es estableciendo pruebas externas a los centros con valor académico.

Es imprescindible que tanto los responsables de enseñanza del gobierno, como los responsables de enseñanza de los partidos de la oposición, como las familias con hijos en edad escolar y sus profesores y maestros entiendan que han de existir pruebas externas al final de cada etapa con valor académico, es decir cuya superación sea imprescindible para poder promocionar a la etapa siguiente, a la vez que ha de existir una diversidad de vías académicas para que todos los alumnos puedan encontrar una que se adecúe a sus capacidades e intereses personales. Sin estas pruebas es imposible mejorar.

 En Cataluña las pruebas que se realizan al final de la Primaria y al final de la ESO podrían desempeñar esta función, si sus resultados influyeran, en un determinado porcentaje, en la calificación final del alumno. No se pide que la prueba final de etapa sea la única que decida la calificación final del alumno, ya que la ley actual, la LOMLOE, no lo permite porque deja esta competencia exclusivamente al centro educativo, sino que influya en ella, lo cual sí se puede hacer porque dicha ley no lo prohíbe. Por otro lado decir que tampoco se pide que se haga un listado de todos los centros educativos con sus resultados en las pruebas finales de etapa, sino que, por ejemplo, se establezcan cuatro categorías (A, B, C y D) y que esta información esté a disposición de las familias.

Finalmente decir que las pruebas finales de etapa deberían abarcar todas las materias y no solo lengua, matemáticas, lengua extranjera y ciencias y tecnología, como actualmente abarcan, ya que todas las materias que no son objeto de controles se degradan con el tiempo.

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