Ligera apología del fin de curso
El fin del curso escolar suele condicionar el transcurso de otros ciclos de la vida personal, familiar o social. Por eso, retirado el apellido “escolar”, el curso de las cosas se detiene y, en alguna medida, se atempera. Pero el final de la actividad educativa en los centros tiene características propias que resultan de interés. Una, aunque parezca evidente, es la gradación del sistema educativo en niveles y etapas, de modo que la duración de un curso escolar se asimila a un nivel educativo y las enseñanzas, desarrolladas en el currículo, se reparten de la misma manera. De ahí que la flexibilización resulte compleja con la determinación de los cursos escolares. A modo de muestra, los ciclos de la Educación Primaria pocas veces han sido tales, ciclos, sino la agrupación de dos cursos sucesivos, con efectos más administrativos que de flexibilización de la escolaridad y el agrupamiento del alumnado. Si se avanza en los niveles escolares, en la Educación Secundaria Obligatoria resulta poco factible no ya la “flexibilidad vertical”, en la duración o límites de los cursos, sino la “horizontal”, referida a la organización y agrupación de las materias de un mismo curso en ámbitos. En definitiva, las vacaciones son una más o menos ociosa solución de continuidad entre los cursos en que se reparte la escolaridad del alumnado.
Evidente es asimismo el carácter del fin de curso como momento de evaluación y balance. Generalmente, son objeto de evaluación los aprendizajes del alumnado, con los consiguientes efectos para la promoción de curso y las opciones y medidas que respondan a la situación y necesidades educativas del propio alumnado. Mas también se acometen actuaciones que consideran el desarrollo de la enseñanza y el ejercicio de las prácticas docentes, con alguna constatación en memorias resultantes de la evaluación interna en los centros y propuestas de mejora formuladas en una planificación para el curso venidero.
El fin de curso es un hito en el desarrollo profesional docente que se relaciona con los ciclos del ejercicio (iniciación, estabilización, consolidación, distanciamiento) y, también, con las etapas vitales
Tal revisión y evaluación de las prácticas docentes, efectuada además, de manera progresiva, durante el curso escolar, en las repartidas sesiones de evaluación, guarda relación, preferentemente, con la evaluación formativa. Esto es, con un análisis de los resultados orientado a apreciar el efecto de las buenas prácticas, para mantenerlas y reforzarlas, o la insuficiencia o inadecuación de otras, a fin de adecuarlas o mejorarlas. El marco de la autonomía escolar –aunque pueda resultar más declarado que viable y, por ello, efectivo– también explica un carácter “sumativo” de la evaluación de la enseñanza; toda vez que el rendimiento de cuentas, o la responsabilidad de los resultados, es indisociable del ejercicio de la autonomía. Para ello, importa considerar los factores propiamente escolares. Esto es, las respuestas adoptadas ante las necesidades educativas del alumnado, sin prescindir de aquellas ante la indudable influencia de otros factores extraescolares.
Por último, el fin de curso es asimismo un hito en el desarrollo profesional docente que se relaciona con los ciclos del ejercicio (iniciación, estabilización, consolidación, distanciamiento) y, también, con las etapas vitales. De ahí que, vacías las aulas de escolares, momento es de esa otra autoevaluación, más individual que compartida, con la que cada docente revisa y valora el resultado de su desempeño, desde el inicio al final del curso, dirigido al alumnado que fue destinatario de su enseñanza. Ejercicio, este, en el que no ha de faltar una evidencia mayor: la contribución principal de las prácticas docentes a los logros escolares del alumnado. De modo que se procure la permanente idoneidad de la enseñanza materializada en las interacciones educativas con los alumnos. Muchos de estos, entonces, guardarán en su memoria, preservado del olvido, el recuerdo de los docentes que, con la enseñanza, contribuyeron a que su devenir resultara favorable y ventajoso.
Razones hay, en fin, para disfrutar de las vacaciones escolares, concluido el curso.