“He visto colegios que se dicen Montessori con un aula para jornadas de puertas abiertas que luego no usan”
Miriam Escacena lleva años trabajando para la Administración educativa de distintas comunidades autónomas, acompañando a colegios públicos, privados y concertados con formación y consultoría para ayudarles a iniciar su proceso de transformación desde un modelo tradicional a uno Montessori. Asegura que sigue habiendo mucho miedo a cambiar y muchas ideas falsas en torno a esta pedagogía, como que en la pública no se puede hacer, que requiere de un elevado presupuesto o que debe restringirse solo a la etapa de Educación Infantil, de 0 a 6 años. Así lo demuestra la encuesta que han llevado a cabo desde Tuguiamontessori.com
Su experiencia es que eso no son más que mitos, pues ha sido testigo de proyectos transformadores en escuelas de difícil desempeño, como por ejemplo el CEIP Ramón y Cajal en Torrejón de Ardoz (Madrid), ha visto cómo esta pedagogía sirve para acompañar a los adolescentes y ha constatado sus beneficios no solo en los alumnos sino en los maestros, que están mucho más tranquilos en el aula y vuelven a conectar con la belleza de la vocación de su profesión.
De todo ello se hablará en el VI Congreso Internacional Montessori, que se celebrará del 30 de junio al 4 de julio de forma virtual y gratuita, y que incluye un pase de pago para poder ver las conferencias durante un año, descargar los audios en mp3 y acceder a bonos y materiales extra que ofrecen ponentes y colaboradores. Un congreso, además, acreditado como 40 horas de formación para docentes de todas las CCAA.
Las pantallas han sido un tema central este curso y también lo serán en la sexta edición del Congreso Internacional Montessori, ¿qué es lo que más le preocupa de la sobreexposición actual de niños y adolescentes a las pantallas?
–Muchas cosas. Por un lado, tal y como alerta la investigadora educativa Catherine L’Ecuyer, se está observando una crisis de atención en la educación, sobre todo en los niños más pequeños. En los adolescentes también se ven los efectos de tantísimas distracciones. Ha llegado un momento en que, cuando hay tablets en las aulas, los profesores en lugar de dar clase delante de los chavales tienen que moverse por el fondo de la clase a modo de inspectores para vigilar que no naveguen por contenidos no adecuados. Es humano, hay muchas tentaciones y sabemos todos que los dispositivos están diseñados para atraer y hacerse irresistibles…
Lo que me preocupa es que los neurocientíficos están hablando ya de que la hiper conexión a las TRIC (Tecnologías de Relación, Información y Comunicación) está haciendo que nuestro cerebro cambie, y no sabemos qué consecuencias va a tener esto a futuro.
David Bueno, catedrático de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona y miembro de la recién creada Comisión para una Digitalización Responsable en los centros educativos de Cataluña, explica que “el cerebro digital es una realidad”. La conexión con lo real y las interacciones humanas son más necesarias que nunca.
Hace poco leí sobre estudio publicado en JAMA Pediatrics que constata que el contacto pantallas interactivas deja huella en todo el cableado del órgano que nos gobierna, tal y como demuestran las pruebas de imagen (PET y TAC).

Y respecto al uso de internet, es una ventana al mundo en que encuentran todo tipo de contenidos que muchísimas veces no son adecuados para ellos. Me impresiona en cuanto a lo que es la imagen corporal, que con todos los trastornos de la alimentación que hay puedas entrar en internet y acceder en cinco minutos a “cómo vomitar sin que mis padres se enteren” o “los 10 mandamientos de la anorexia”.
Como adolescentes están en una etapa en que necesitan pertenecer a un grupo, sentirse identificados y están buscando también su propia identidad. Estar expuestos a todo ese tipo de contenidos es muy peligroso.
También hay mucho discurso de odio: racismo, machismo, homofobia, humillación al físico… Es un mundo totalmente distorsionado, y está surgiendo la ingeniería social, toda esta información que se está volcando en redes les hace que sean muy propensos a ser captados por personas sin buenas intenciones. Es una forma de manipular muy peligrosa, y ellos no son conscientes de que están dejando mucha información sobre su vida, una huella digital tremenda que les deja expuestos y les hace vulnerables. Hace poco estuve charlando con unos policías tutores que me contaron que hicieron una prueba en la estación de Atocha, en la que un hacker creó una red wifi con el nombre “Atocha free”, los jóvenes siempre se conectan porque se quedan sin datos o porque creen que va a ser una conexión más rápida. En menos de 5 minutos el hacker que iba con ellos ya se había colado en el móvil de una chica y sabía dónde vivía, a qué instituto iba, quiénes eran sus padres, sus amigos… Es alarmante la cantidad de información que se puede conseguir de casi cualquier persona en muy poco tiempo y lo que se puede hacer con todo eso pone los pelos de punta. Somos muy vulnerables, y por eso hay que insistir en las buenas prácticas como no tener el bluetooth activado ni conectarse a redes que no sean la de nuestro propio hogar, colegio o centro de trabajo.
En el Congreso tenemos una conferencia sobre seguridad en entornos digitales de una ponente que imparte boot camps en la Universidad y ayuda a los adolescentes en los institutos a través de una actividad extraescolar enfocada en este tema, pero pienso que este conocimiento debería estar al alcance de todos y debería incluso formar parte del currículo educativo.
¿Es más partidaria de límites en la edad de acceso, de tiempo de uso o de contenidos?
–Los tres. También hace falta legislación, porque las familias no podemos estar solas en esto. Mientras las redes sociales o las plataformas permitan darse de alta sin una verificación de edad (y creo que en tema de redes debería ser a partir de los 18), las familias estamos solas ante esto, porque prohibir es despertar el deseo.
Ahora lo que pasa en el patio continúa en las redes, y el fenómeno FOMO (Fear Of Mising Out) o el miedo a perderse algo hace que nuestros hijos quieran estar continuamente conectados, pero el scroll infinito nunca acaba y las gratificaciones instantáneas de las redes generan descargas de dopamina que funcionan como las adiciones: siempre se quiere más.
Yo le puedo decir a mi hija que no se meta en TikTok, pero si no se mete en su móvil se va a meter en el móvil de una amiga. Van a conseguir la manera, mucho más siendo adolescentes. Necesitamos una ayuda por parte de la Administración.
Y sí, es verdad que podemos instalar controles parentales sobre contenidos, tiempos de uso…(algo que hacemos muy pocos padres), pero tal y como explica Rosa Jové en su libro Niños atrapados por las pantallas lo que debemos hacer es hablar, hablar y hablar con nuestros hijos, porque por mucho que prohibamos si ellos no entienden los peligros que hay, van a seguir encontrando el camino para conectarse.
Pero la corriente antipantallas parece haber llegado a la Administración, con decretos como el de la Comunidad de Madrid.
–El de la Comunidad de Madrid es de marzo, y ahora parece que se ha quedado un poco descafeinado, porque hablan de dos años de plazo, por ejemplo. En Cataluña hace dos semanas han hablado no solo de retirar las pantallas en Infantil sino todos los dispositivos móviles, smartphones, relojes inteligentes en todas las etapas, incluso en Secundaria, en la que hasta ahora sí se permitía un uso ocasional del teléfono. De hecho, mi hija va al instituto y a veces la han regañado porque su móvil no tenía batería y tenía que hacer un ejercicio utilizando una app en línea como Kahoot, cosa que me impacta, porque si yo no quiero que mi hija con 12 años tenga móvil, ¿por qué me obligan?
Me parece razonable esta corriente antipantallas, y ya vamos tarde. Ya sabemos lo que hizo Suecia, Quebec, Nueva York, en muchísimos países están dando marcha atrás en esto, porque nos están advirtiendo los sanitarios, los neurólogos, los pediatras de los efectos negativos de las pantallas. La Asociación Española de Pediatría cambió recientemente sus recomendaciones y son muy tajantes: cero pantallas de 0 a 6 años. Esto hay que hacerlo sí o sí, porque ya es un problema de salud pública. Ya antes de Madrid y Cataluña también había iniciativas en Canarias, Galicia, etcétera, pero esto ya tiene que pasar a nivel legislativo y a nivel nacional.
En Cataluña están observando el problema de que, igual que en todas las comunidades, como mucha inversión en pantallas vino de fondos europeos, si se quitan las pantallas se van a perder esos fondos. Ante esto, en vez de eliminarlas de golpe, van a empezar por la etapa de Infantil 0-6 y las van a llevar a Formación Profesional, con chavales más mayores.
No es que yo demonice las pantallas, la tecnología tiene que estar ahí, es una fuente de información increíble y puede ahorrarnos mucho trabajo. Y hay una previsión de la Comisión Europea de que en un futuro próximo nueve de cada diez trabajos requerirán competencias digitales, que actualmente el 44% de los europeos no tiene.
Por supuesto que hay que formar en competencias digitales, reducir la brecha digital y dar respuesta a los nuevos desafíos educativos del siglo XXI tal y como dice la LOMLOE, pero creo que es necesario ver cuáles son las necesidades en cada etapa (Infantil, Primaria y Secundaria), y formar tanto en el buen uso como en la prevención y seguridad.
Como reclama Diego Hidalgo, impulsor del movimiento OFF y también ponente del congreso, “el colegio no puede ser parte del problema, tiene que ser parte de la solución”, porque ya bastante expuestos están en casa y en otros entornos.
Mi conclusión es clara:
- En la etapa de Educación Infantil las pantallas son perjudiciales: es necesario retirarlas.
- En Primaria podemos comenzar a educar en competencias digitales, pero, del mismo modo que se enseña educación vial, hay que enseñar seguridad en entornos digitales.
- En Secundaria es imprescindible fomentar el juicio propio y el pensamiento crítico, enseñarles a detectar fakes news, clickbaits y hablarles de la Ingeniería Social.
¿Es la pedagogía Montessori una buena alternativa frente al exceso de pantallas?
–Sí, porque trabaja muchísimo con las manos, con materiales didácticos científicos de forma manipulativa. La conexión mano-cerebro está demostrada. María Montessori decía que todo lo que llega al cerebro pasa primero por la mano. Esto es muy importante sobre todo en la etapa de Infantil, en 0-6, donde la AEP nos ha dicho que cero pantallas.
Organismos como la Unesco han pedido a los Gobiernos que revisen sus planes de digitalización en los centros educativos y que evalúen la pertinencia del uso de dispositivos. La escuela no puede convertirse en un espacio donde la tecnología se imponga sin reflexión.
Los niños están en un periodo de mente absorbente, con muchísima capacidad de aprender el mundo que les rodea. El mundo ya es maravilloso en sí mismo, para descubrirlo no hace falta meterse en un dispositivo que les capture. Es mucho mejor tocar materiales, entender, conquistar el aprendizaje, salir a la naturaleza, etc. Y yo estoy observando mucho interés. Me llaman de muchas Administraciones, en Madrid ya he trabajado en todos los CTIF (centros de formación del profesorado): Norte, Sur, Este, Oeste, Centro. Y también de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía. Cada vez veo más demanda, y me parece una buena señal que sean las Administraciones las que quieren formar a sus maestros. Porque está demostrado que es la mejor manera de aprender.
A mí cuando me dice algún padre, alguna familia, “yo es que le tengo una tablet para mi hijo, pero le pongo aplicaciones educativas”, le explico que no es para nada lo mismo que tu hijo haga un puzle de forma digital en una pantallita en que solo tiene que coger un dedito y arrastrar la pieza a que haga un puzle en la realidad, que tiene que usar sus manos, realizar la pinza digital con los dedos para agarrar la pieza y utilizar habilidades como la coordinación óculomanual, medir la distancia, emplear la inteligencia visual espacial… No tiene nada que ver. No se puede comparar la cantidad de aprendizajes que hay con algo que se está haciendo solo con un dedo en una pantalla en dos dimensiones.
Además, en un aula basada en la filosofía Montessori niños y niñas trabajan cada día las funciones ejecutivas más importantes:
- El control inhibitorio, ya que sólo hay un material de cada tipo y tienen que aprender a esperar.
- La memoria de trabajo, ya que cuando aprenden con materiales manipulativos deben recordar una secuencia de pasos de lo que tienen que hacer.
- La flexibilidad cognitiva, ya que continuamente se ajustan a lo que sucede alrededor.

¿Cómo es el tránsito del niño Montessori al adolescente Montessori, de jugar con materiales de madera a tener TikTok en el smartphone?
–Esta pedagogía fomenta mucho el pensamiento crítico. Mientras que creo que la pedagogía tradicional al final tiende a la estandarización, a la homogeneización, –“Esto es así porque sí”–, en Montessori es justamente al revés, desde pequeños están conquistando su propia autonomía, haciendo muchísimos aprendizajes.
Al ser una pedagogía deductiva, los niños tienen que sacar el conocimiento tocando materiales, experimentando, relacionándose. La tradicional es inductiva: Yo te cuento en una clase magistral y tú te lo crees sin cuestionarlo. Los niños Montessori están acostumbrados a hacer pequeñas investigaciones, contrastar, preguntarse las cosas.
Y para mí es fundamental trabajar el juicio propio y el pensamiento crítico, más hoy en día, que parece que no se lleva pensar, que hay que hacer las cosas de manera normativa, porque todos las hacen. El sistema educativo tradicional nos enseña a ser obreros, a trabajar en el sistema capitalista, a ser parte del sistema.
Montessori busca un poco lo contrario, crear librepensadores. Por eso, los adolescentes Montessori son supercríticos, no paran de hacer preguntas, cuestionarse todo, hacer pequeñas investigaciones, algunos incluso hacen movimientos de desconexión digital. Claro, ellos también se relacionan a través de las redes, pero lo hacen desde otro lugar, con otro punto de vista.
Por ejemplo, hay una escuela en Vigo, Eleven School, que también tiene Secundaria y está reconocida por la Xunta, en que tienen desde pequeñitos una asignatura que se llama Professions, para buscar su vocación y pensar a qué se quieren dedicar en la vida, pues muchas veces cuando llegan a los 18 toman esta decisión sin saber, totalmente perdidos, o “me han dicho que se me da bien estudiar, que soy de ciencias, que haga una ingeniería”, o en la familia hay una tradición de abogados o de médicos, y van siguiendo el camino que se les ha marcado, sin saber muy bien qué les gusta, y luego ya sabemos las altas tasas de abandono que hay en las carreras universitarias.
En este colegio me encantó esta asignatura, en que cada trimestre va a visitarles una persona profesional en diferentes campos. Cuando yo fui habían tenido a un biólogo que los sacaba al campo, cogían bichitos, los miraban luego en el laboratorio con un microscopio, o a una historiadora de arte con la que estuvieron en museos, y restaurando obras… De esta forma se enfrentan de otra manera a la edad adulta, buscando qué quieren hacer o su misión en esta vida, qué pueden ofrecer al mundo.
Como María Montessori además de pedagoga era médico, antropóloga, etc, conocía muy bien las necesidades de cada etapa y en la Secundaria empiezan a hacer pequeños proyectos económicos, pues los chavales ya están en las puertas de la edad adulta y lo que más les interesa, aparte de buscar su propia identidad, es entender cómo funciona el mundo y el dinero. En muchas escuelas Montessori ellos producen pequeñas artesanías y luego las venden y empiezan a darse cuenta de lo que pueden hacer, del valor del trabajo con sus manos o con su mente. Lo que están pidiendo los adolescentes es entender cómo funciona el mundo y cómo pueden moverse y qué pueden aportar. Yo los veo mucho más preparados para los desafíos que presenta la vida. Yo creo que todos los padres tenemos cierto miedo ante la generación que hubo durante un tiempo de ninis, que no querían estudiar ni trabajar, ¿qué hacemos si tenemos un hijo con 18 años que no quiere hacer nada? Frente a esto los adolescentes Montessori son muy “echados para adelante”, por decirlo de forma coloquial.
¿Y qué hay de la IA? ¿Cree que nos potenciará o que limitará ciertas capacidades?
–Los psicólogos están hablando de un fenómeno que está apareciendo en adultos: la amnesia digital. Es curioso, porque estamos delegando no solo nuestras relaciones sociales en dispositivos, sino también nuestras capacidades cognitivas. Si nos ponemos a pensar cuándo fue la última vez que hemos ido a un lugar sin utilizar un navegador, un GPS… Ya somos incapaces de orientarnos en una ciudad, somos totalmente dependientes del dispositivo. Nos fiamos tanto que si llegamos a un sitio sin salida nos metemos, porque lo dice el GPS. Antes nos sabíamos los teléfonos de casa de nuestros abuelos, de nuestros amigos, hoy en día no sabemos ni el de nuestros hijos. Confiamos tanto en que el dispositivo lo va a recordar que ya no hacemos ningún esfuerzo.
Con la inteligencia artificial lo que estoy observando es que en nuestra época escolar yo tenía una profesora de Arte que nos mandaba trabajos: del Romanticismo, etc, y yo me iba a casa de unos vecinos que eran maestros y tenían la casa llena de enciclopedias. A mí me encantaba coger un libro, otro, otro, y tenerlos todos en la mesa y luego hacer ese esfuerzo de síntesis, de reunir varias ideas de diferentes fuentes y decir “cómo elaboro mi información”, “cómo estructuro el trabajo”.
Hoy en día no tienen eso. Se ha perdido esa capacidad de síntesis y de organizar ideas, porque se lo preguntan a ChatGPT y lo pegan tal cual, como no hay pensamiento crítico no se lo cuestionan. Puede haber un 10% de alucinaciones, pero si no conoces mucho sobre ese campo te lo crees. Sí nos puede ahorrar tiempo para tareas más mecánicas, más repetitivas, pero no para hacer un trabajo de investigación tal cual.
Y hablo de niños de Primaria, de Secundaria, pero yo dirijo dos posgrados y lo he visto en mis alumnas de la Universidad. Te pones a leer el trabajo y al final es todo como muy rimbombante, dando círculos continuamente, pero está vacío de información, y hemos tenido que prohibirlo. Si yo pido tareas a mis alumnas de posgrado es para que piensen, no para que hagan copia-pega de un dispositivo sin ni siquiera verificar si es real o no.
El líder del del movimiento OFF me decía en una entrevista que los alumnos hacen la tarea con la inteligencia artificial y los profesores también corrigen con otra inteligencia artificial, y que, de esta forma, el método educativo se reduce a la interacción entre dos máquinas ¿Quién está aprendiendo? Ni uno ni otro. Esto es grave y o nos planteamos otra manera de hacer las cosas o apaga y vámonos.
¿Cómo se presenta el VI Congreso Internacional Montessori?
–Tendremos los cinco ejes temáticos de siempre: Educación Montessori (cómo se enseñan las matemáticas con materiales manipulativos, cómo es el proceso lectoescritura, cómo se estudia la ciencia…), Desarrollo de competencias, Proyectos Transformadores, Adolescencia y Diversidad y necesidades especiales. Cada vez hay más neurodiversidad, más TEA, TDH, trastornos mentales, cada vez tenemos aulas más diversas y debemos poder ofrecer respuestas a cada niño y cada niña. Montessori encaja muy bien, porque la propia María Montessori empezó trabajando en lo que vulgarmente se llamaba un manicomio de deficientes mentales, donde ella vio niños y niñas abandonados por el sistema, porque antes no había educación especial, y se llevó las manos a la cabeza y dijo “No puede ser, todo niño, toda niña se merece una educación para que pueda tener una vida digna y no estar condenado a ser una carga para la sociedad”.
Fue como el origen de la educación especial, y nos ofrece muchísimas opciones. Para un niño que pueda tener un trastorno del espectro autista o una hipersensibilidad sensorial, un problema de atención, es mucho más interesante trabajar con materiales manipulativos y que cada niño, cada niña, pueda construir su propio aprendizaje. La pedagogía Montessori es mucho más individualizada, mira mucho más las necesidades de cada niño. Al estar basada en la observación científica conoces muy bien a cada niño y sus retos, sus necesidades y potencialidades. Este apartado está interesando mucho, y también hemos entrevistado a expertos, como a la fundadora de una asociación que entrena a perros de asistencia a niños con TEA, que les ayuda mucho a su regulación del sistema nervioso central, mejoran su calidad del sueño e incluso pueden hacer que se reduzca la medicación.
¿Cree que cada vez hay más conocimiento acerca de la pedagogía Montessori?
–Todavía veo desconocimiento. Uno de los mitos más extendidos, aparte de que es una pedagogía elitista, es que los niños hacen lo que quieren, que no hay límites, que más que libertad es libertinaje. Este me hace mucha gracia, porque he oído las dos cosas: que hacen lo que quieren, que están saltando por las mesas, o que es una pedagogía muy rígida, una secta. Al final es desconocimiento puro, porque, sí, uno de los principios de las bases científicas de Montessori es la libertad de elección y la libertad de movimiento dentro del aula, porque cada niño está construyendo su aprendizaje, se están levantando de la mesa, tomando materiales, los vuelven a llevar… Hay esta libertad, pero eso no implica que no haya límites. Hay libertad de elección dentro de los materiales que el guía o maestro preselecciona. Y hay unas normas muy claras. Pero es uno de los mitos que siguen. Hace unos meses salió en La Revuelta de Broncano un gag de una cómica que hablaba de alguien que había llevado a su hija a un colegio Montessori y como estaba basado en la libertad hacía lo que quería y que en el parque ella estaba tomándose un vino y los niños por ahí haciendo yo qué sé. Hubo un poco de revuelo y personas especialistas de la pedagogía decían que no podía ser que la televisión pública hubiera hablado así.
Lo que María Montessori intuía hace siglo y medio con sus observaciones e investigaciones hoy lo demuestra la ciencia, y en especial la neurociencia. No, esto no es una moda. Sí que está dentro del saco de pedagogías activas o alternativas al sistema tradicional, pero realmente hoy sabemos cómo funciona el cerebro, cómo aprende, qué es la neuroplasticidad, cómo se potencian esas sinapsis, esas conexiones neuronales, cómo se produce un aprendizaje significativo, que tiene mucho que ver con esa conexión mano-cerebro y esa conexión humana. No hay color entre estar con una pantallita o estar realmente conectado con otros e interactuando con tus propias manos para construir el aprendizaje. Yo cuando veo una fotografía de una clase de Infantil con todos los niños y niñas de tres añitos embobados con la pantalla, incluso la maestra con su móvil… La esencia de la educación no es esto.
Ha comentado sus nexos con el movimiento OFF, ¿también tiene conexión con el Slow Learning?
–Totalmente. Vivimos en un mundo capitalista que nos está continuamente creando necesidades “Lo quiero todo y lo quiero ya”. Ahora se está viendo que aparte de la crisis de atención en la infancia se está dando una pérdida de habilidades como la tolerancia a la frustración. Yo a veces les cuento a mis hijos cómo cuando nosotros éramos pequeños si te gustaban unos dibujos animados y los ponían los miércoles a las 18:00 tenías que esperar una semana entera para ver el siguiente capítulo. Hoy en día lo tienen todo en Netflix. Consumo rápido, instantáneo. Lo compro en Amazon, porque me viene mañana, ya no voy a la tienda del barrio, ni a la papelería. Qué triste. Esto está haciendo que vivamos en el mundo de la inmediatez, de lo efímero, de lo irreal.
La pedagogía lenta me encanta porque tiene mucho que ver con Montessori, con el estar en el aquí y en el ahora y hacer las cosas despacio. El proceso educativo es maravilloso, y esto tenemos que pararlo, porque los adultos vivimos en este estrés continuo y estamos contagiando a los niños estas prisas, esta agenda apretada, estas mil extraescolares para que se adapten a la vida laboral de los padres, les estamos saturando de cosas y los niños tienen que tener tiempo para aburrirse y para jugar.
Asegura que la pedagogía Montessori tiene beneficios para los niños pero también para los maestros.
–Creo que maestros y sanitarios son las profesiones con mayor índice de burnout, de querer dejarlo. Es tremendo, porque la profesión de maestro es de las más bonitas y vocacionales que hay. Y debería estar mucho mejor valorada, como en el resto de Europa.
A mí en las clases que doy en Centros de Formación del Profesorado y posgrados me han dicho “he vuelto a conectar con mi vocación”. Tenemos a maestros ahogados entre tanta burocracia, cambios legislativos y demás, lo que les hace olvidar esa vocación tan hermosa.
Como en Montessori dedicamos tanto tiempo a observar a los niños y las niñas, en qué momento del desarrollo están, cuáles son sus necesidades, sus desafíos, al final vuelve esa conexión humana tan bonita maestro-discípulo. No solo se observan muy buenos resultados en niños y niñas porque el aprendizaje es mucho más significativo, sino que también yo observo cada vez más beneficios en los propios docentes. De hecho, tengo una alumna que hizo un doctorado en Montessori y al final su investigación derivó a eso, a cambios que estaban experimentando los propios docentes de ir mucho más tranquilos al aula, mucho más relajados, más conectados consigo mismos.
También sabemos la importancia de las neuronas espejo. En Montessori se habla de ese ambiente preparado, que un aula Montessori es muy diferente a un aula tradicional. Pero nosotros como maestros, como adultos, somos el ambiente psíquico. Cuando un maestro entra al aula super agobiado, estresado, pensando en todo lo que tiene que hacer, que está explicando una actividad y ya está pensando en la siguiente… Tenemos todos mucha prisa, pero cuando nos paramos a pensar qué es lo importante en educación todo es mucho más tranquilo. Se pueden hacer las cosas de forma lenta y los resultados son mucho mejores.
En educación Montessori, ¿no es oro todo lo que reluce?
–Tengo algún artículo al respecto en el blog. Lo que veo es que se ha hecho muchísimo negocio con el nombre Montessori. Montessori nació en 1870, tiene más de un siglo y medio de historia, pero parece que ha habido como un boom en los últimos 10 años. Especialmente en el 2020, cuando se cumplió el 150 aniversario, se hicieron muchos eventos a nivel internacional, y eso ha llevado a que se haga mucho negocio tristemente, porque además Montessori nos dejó un gran legado universal, no está registrado su nombre como en otras filosofías, por ejemplo, la Disciplina Positiva, que está registrado su nombre en la asociación americana y no lo puedes usar.
Pero María Montessori nos dejó todo su legado, 21 libros, para que fuera accesible a todos. ¿Qué pasa? Que como parece que hay mucho interés, el nombre Montessori vende mucho: en un catálogo de juguetes, en redes sociales… Todo es Montessori ahora, todo lo que sea de madera es Montessori, lo cual es completamente falso. O le ponen un sellito Montessori, y los padres dicen “parece que es bueno”: una cama Montessori, o yo he visto escuelas infantiles de 0 a 3 que se ponen una torre rosa en el logo y ya son Montessori, y entras y dices “Madre mía, si esto de Montessori solo tiene el logo”.
Realmente en lo que se ve que un proyecto es de filosofía Montessori es en la propia transformación del adulto, en esa mirada hacia la infancia no adultocéntrica –“Esto es así porque yo soy el adulto y yo mando”– sino que realmente somos capaces de ponernos a la altura del niño, no solo a nivel físico, de que nos agachamos y miramos a los ojos, sino que entendemos que los niños y las niñas no son ciudadanos de segunda, que tienen derechos por ser niños, que no son adultos incompletos. Eso es lo que más se ve, y de hecho es lo que más cuesta cuando haces una formación en pedagogía Montessori, como yo, que soy Guía Montessori, que es como se llama a los maestros en esta pedagogía.
Si tú te pones a estudiar los materiales científicos, cuáles son los objetivos pedagógicos, cómo se trabaja con ellos, eso es técnica, pero la parte de introspección personal, de reflexionar cómo ves tú a la infancia, cómo tú eres un modelo continuamente, requiere mucho trabajo. Los cerebros se conectan, si tú estás estresado al final estás contagiando el estrés a la persona que tienes delante. En Montessori hacemos mucho trabajo de introspección, no solamente observamos a los niños y niñas, nos autoobservamos cada día antes de cruzar el umbral del aula, siendo conscientes de que estás modelando con tu ejemplo el cómo se comportan los niños. Es muy habitual ver a padres, madres o maestros: “¡No se corre!” “¡No se grita!”, y lo dicen gritando y corriendo. Es un sinsentido, pero lo hacemos. Creo que era Teresa de Calcuta quien decía: “No te preocupes si tus hijos no te escuchan. Te están viendo continuamente”.
Son mucho más importantes tus actos que tus palabras, y tomar conciencia de eso no es fácil, requiere mucho trabajo de introspección, y eso es lo que diferencia un aula Montessori. Luego puede tener más materiales o menos, depende de la inversión económica que hayan hecho, y los ambientes o aulas más o menos bonitas… Bueno, yo incluso he visto colegios que dicen ser Montessori que tienen un aula como escaparate en jornadas de puertas abiertas y luego no la usan, la tienen cerrada. Lo que hay que ver es el día a día, cómo son esas personas que están acompañando a los niños y niñas y si realmente se han hecho ese cuestionamiento.
Por ejemplo, Montessori tampoco trabaja con métodos punitivos, pues se suele trabajar mucho con la Disciplina Positiva, desde el respeto, límites amables pero firmes. Al final los castigos y todos estos métodos conductistas son cortoplacistas. Yo puedo castigar a un niño porque no me gusta lo que está haciendo mirando a la pared o fuera aula, pero ¿ese niño está pensando por qué estaba mal lo que estaba haciendo o está enfadado esperando que se le quite el castigo? Esta forma de educar es mucho más a largo plazo, pero al final estamos educando al ser humano, al adulto que va a ser en un futuro.
Y… leer una nota tan larga… no es perjudicial?
Montessori podrá saber de niños pero esos niños van a ser adultos y van a tener que ubicarse en el MUNDO REAL y creo que eso olvidan estos pedagogos o díganme señores pedagogos:
¿Que va a hacer un joven de sus filas cuando llegue a la universidad o el trabajo y no sepa usar herramientas tecnológicas como una computadora o una fotocopiadora?
Muy bonita la entrevista Miriam, súper abarcadora con todos los aspectos importantes sobre el uso de pantallas en la infancia, tan bien fundamentado, como no podría ser de otra manera y en general sobre la pedagogía Montessori, con todo su potencial para la obtención de individuos libres, gestores de sus aprendizajes desde el presente y para el futuro, me ha gustado cómo explica sobre las muchas herramientas que contiene esta pedagogía para que con todo su contenido los niños tomen lo que necesitan para interactuar con el mundo dicho de otra manera, así como sus claras y demostrables posturas sobre lo que resulta más conveniente para los infantes, el ambiente preparado, el papel del maestro, la disciplina positiva y más. Me ha gustado también su alusión al papel de los Gobiernos, órganos y organismos en lo que debería ser su papel por el bien de los niños y adolescentes, entre otras tantas cosas interesantes que en verdad, ha sido fascinante. !Felicitaciones!
En el marco del modelo Social de la Discapacidad ya no hablamos de necesidades especiales. Todos tenemos necesidades especiales. Si es para nombrar a un estudiante con discapacidad simplemente decimos esa palabra sin miedo. Si es por dificultades de aprendizaje decimos necesidades educativas,. Es un aporte no un cuestionamiento.