Grooming: Dejarlos solos en internet es abandonarlos
La culpa, el miedo y la vergüenza de los niños son las armas de los ciberacosadores, un problema que crece con la hiperconexión de los menores.
Por Eva Carrasco
En los últimos cinco años el grooming, o lo que es lo mismo, el ciberacoso de adultos sobre menores con fines sexuales, ha aumentado exponencialmente. “Las redes sociales han ido evolucionando para ser utilizadas por los millenials, centennialls y generación X. De esta forma, Snapchat, Tiktok, Youtube, Twitch e Instagram se convierten en los sitios comunes donde los menores se pueden llegar a relacionar con desconocidos”, explica Laura Sali, CEO de White Rabbit y madre de dos niños. Pero no sólo las redes sociales, los juegos online son puerta de contacto con extraños.
Este problema se ha intensificado desde que comenzó la pandemia ya que, desde la opinión experta de la psicóloga escolar Mercè Rovira, “en este tiempo la conectividad ha llegado a tener el estatuto de normalizada a consecuencia de que los niños y adolescentes han tenido que usar Internet con una normalidad a la que ninguno de nosotros hemos estado preparados. No era pensable que la escuela se haría on line, utilizaría videoconferencias y redes sociales para compensar la falta de escuela presencial”.
Hablar el mismo idioma
Por ello, los padres deben conocer ese mundo on line de los niños para hablar el mismo idioma. Jugar y compartirlo con ellos para que cuando lleguen las dudas, tengan la confianza de hablarlo con sus padres y les puedan dar herramientas para reaccionar ante lo que se pueden encontrar. En el caso de los adolescentes es importante respetar su espacio privado, pero, la psicóloga recomienda hablar con ellos sobre los peligros de la red. “Los chicos, las chicas han de ver que entendemos que todos estamos expuestos a ser víctimas de ciberacoso y que ante ello lo primero es comunicarlo, hablarlo con un amigo, con un profesor. A veces los padres son los últimos en enterarse, pero lo importante es que alguien lo sepa para que corra la voz, generalmente el amigo no se lo puede callar y habla con sus padres y los de la víctima.” La culpa, el miedo y la vergüenza de los niños son las armas de los ciberacosadores, un problema que crece con la hiperconexión de los menores.
La mejor manera de concienciar y prevenir el ciberacoso en los niños es que los padres se pierdan por la red, curiosear, jugar on line con ellos, aconseja la psicóloga. “Eso nos permitirá conocer el medio y nos dará la complicidad para compartir con ellos nuestras experiencias. Pedirles ayuda. Los cambios generacionales son eso, llega un momento que los padres piden ayuda a los hijos. Cuántos mayores de 70 años han pedido ayuda para tener una cuenta de e-mail o un WhatsApp.
Las generaciones evolucionan y los padres quedamos desfasados a no ser que avancemos con ellos. Si no queremos entrar en internet, ellos no tendrán nuestra ayuda y estarán solos en ese mundo”, advierte.
En el aspecto más técnico Laura Sali nos, CEO de White Rabbit y madre, recuerda que “es importante concienciar a la sociedad y ayudar a viralizar medidas de prevención. Hay que explicarle a niños y padres que es necesario pensar antes de hacer clic, no confiar en desconocidos, no compartir vídeos o imágenes comprometidas, proteger la identidad digital, usar contraseñas complicadas y, sobre todo, denunciar el ciberacoso”.
Cómo detectar si un niño es víctima de ‘grooming’
- Los cambios de comportamiento, de humor, pérdida de apetito, insomnio, irritabilidad en el entorno familiar, con los padres y hermanos, son señales que deben alertar. A nivel escolar también pueden darse muestras con un bajo rendimiento, o una apatía social. Una sensibilidad incomprensible. “No es que estas manifestaciones sean la muestra, la sintomatología del ‘grooming’, sino que es la manera que tenemos de expresar que algo no anda bien en nosotros. Y es a partir de ahí que hemos de estar atentos como buenos exploradores, recoger datos para poder valorar, hablar con ellos, con sus amigos, sus profesores’, aclara Mercè Rovira.
- Sentimientos de miedo y de vergüenza impiden al niño hablar de lo que le ocurre. El acosador tiene como objetivo aislar a la víctima a través del miedo y muchas veces lo consigue. “La vergüenza es trabajo de los padres –asegura Rovira–. Los niños sienten vergüenza cuando creen que ellos son los culpables de lo que les está sucediendo, porque no han hecho caso a sus padres, porque creían que a ellos no les pasaría…”. Por esta razón, es muy importante que en la familia se hable del error y cómo nos enseña a aprender.