“Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir”
‘El profesor Don Pardino contra los titis’ (Editorial Plan B) es un cómic con estética de los personajes de Bruguera que nos ayuda a no cometer faltas de ortografía.
Por Diana Oliver
Dice que al colegio hay que ir, sobre todo, “porque te da valor como persona” porque “lo material se puede perder, pero lo que aprendes se queda ahí para siempre”. Y no le falta razón al autor del profesor Don Pardino, un personaje de cómic que, a través del humor, resuelve posible dudas y errores de ortografía y la gramática. Sus viñetas aparecieron hace cinco años en redes sociales y hoy han terminado materializadas en un cómic: El profesor Don Pardino contra los titis (Editorial Plan B). En la estética del personaje y de las viñetas se reconoce la herencia de los autores de Bruguera, aquellos que marcaron la infancia de quienes somos padres y madres hoy. “Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir. Hay menos letras que en una novela, por lo que «asusta» menos al joven lector. Y los dibujos ayudan a inferir el significado de palabras que no conocemos”. Su autor prefiere mantenerse en el anonimato pero en Padres y colegios no hemos querido perder la ocasión de preguntarle sobre algo que han demostrado saber: ¿cómo vamos niños, jóvenes y adultos de ortografía?
¿Cómo van los alumnos españoles en ortografía?
No me atrevo a generalizar. He leído noticias donde se señalaba que los alumnos llegan a la universidad con errores ortográficos. Quizá habría que valorar más este aspecto en las etapas anteriores y darle más peso en la evaluación. Y también habría que quitarle el estigma a actividades que han sido tildadas de antiguas o poco creativas (los dictados, por citar un ejemplo). Yo las incluiría en las rutinas diarias. La práctica controlada es un paso previo y necesario para luego poder escribir de manera creativa y libre.
¿Cuáles son los errores ortográficos que más hay que trabajar?
No se puede dejar de lado ninguno, pero yo insistiría mucho en la puntuación, que además enlaza la ortografía con la redacción. Una «v» mal puesta llama más la atención, pero para mí es fundamental saber usar las comas, los puntos, los signos de interrogación y exclamación, etc. De hecho, las principales carencias las observo en la redacción. Hay alumnos que escriben textos con las ideas desordenadas y sin ninguna coherencia. Si hay ilación y limpieza en un texto, luego resulta más fácil corregir los errores ortográficos.
¿Qué estrategias se usan en clase para evitar esos problemas con la ortografía?
Lo primero es trabajar mucho la lectura y ofrecer muchos modelos de habla culta. Lo segundo es enseñar a los alumnos a dudar y a acudir a fuentes que les resuelvan esas dudas en vez de poner lo primero que se les ocurra para probar suerte. En este sentido, y a partir de niveles que ya lo permitan, se debería trabajar más el uso del diccionario, tanto en papel como en formato digital. Y, en tercer lugar, hay que practicar la escritura, yendo de lo fácil y controlado hacia lo más libre y creativo.
Hablo de alumnos pensando en franjas de edad menores pero recordando una reciente oposición en la que hubo un inmenso número de suspensos por la ortografía me pregunto si es un “mal” que afecta tanto a niños y jóvenes como a adultos.
Afecta a todos. Yo mismo no hago otra cosa que dudar. Si nos damos una vuelta por las redes sociales, veremos grandes medios de comunicación y también cuentas de personas muy famosas con errores lingüísticos. Es más una cuestión de molestarse en dudar y de poner interés en no equivocarse que de edad.
¿Hasta qué punto es importante leer en este sentido? ¿Tiene una mejor ortografía quien lee más?
Yo entiendo que quien lee más tiene mejor ortografía. Pero deben ser modelos de calidad. Las obras editadas que han pasado por un corrector, por ejemplo, son un buen modelo. En este sentido, habría que mejorar los modelos de lengua escrita que ofrecen los medios de comunicación. Imagine la cantidad de maestros que hacen falta para enmendar un error ortográfico que han leído tres millones de personas en un faldón de un informativo o en un programa de entretenimiento.
¿Leen, leemos, o la tecnología nos ha arrebatado el placer de la lectura?
La tecnología ha ampliado las oportunidades para leer y escribir, ya que nunca en la historia nos hemos comunicado tanto y de manera tan inmediata por escrito. Es algo que puede jugar a nuestro favor si lo usamos bien. Yo intento poner mi granito de arena para que así sea.
El cómic recuerda mucho en estética a aquellos de Mortadelo y Filemón que tanto disfrutamos en la infancia quienes hoy somos madres y padres. Además del componente lúdico, ¿por qué dirías que el cómic debería estar presente?
No solo a Mortadelo y Filemón. También recuerda a Sir Tim O’Theo, a Zipi y Zape, al tío Vázquez… Yo me considero heredero de los autores de Bruguera. Los tebeos nos han ayudado a todos en el proceso de aprender a leer y escribir. Hay menos letras que en una novela, por lo que «asusta» menos al joven lector. Y los dibujos ayudan a inferir el significado de palabras que no conocemos. Por ejemplo, recuerdo que yo aprendí el significado de «sendos», «numismática» y «colombofilia» en los tebeos de Escobar.
“La letra con humor entra” es el lema del profesor Don Pardino. ¿”Sin emoción no hay aprendizaje”, que dirían los neuropsicólogos?
Para que haya aprendizaje hace falta motivación. Esa motivación puede ser la emoción en el mejor de los casos, por supuesto, pero no es lo único. Al colegio hay que ir, sobre todo, porque te da valor como persona. Cuanto más sabes, más vales. Lo material se puede perder, pero lo que aprendes se queda ahí para siempre. Mis viñetas tratan de aportar una motivación extra para llamar la atención sobre la ortografía y la gramática que, en principio, suenan a algo muy sesudo. Pero lo ideal es que ese «cebo» te lleve finalmente a amar la lengua y a abordar un estudio más científico.
¿Qué dirías que pueden hacer las familias en casa para fomentar una escritura libre de errores ortográficos?
Dar ejemplo en lo referente a la lectura y el cuidado por hacer las cosas lo mejor posible.