Carmen García de Andrés: “En el fracaso escolar ha influido mucho la ruptura entre la Primaria y la Secundaria”
La historia de la Fundación Tomillo arranca hace 35 años a partir de la voluntad de su fundador, Javier Lantero, y otro amigo suyo, Manuel Fierros. Los dos eran hombres del mundo empresarial que decidieron impulsar iniciativas sociales en barrios deprimidos entonces como el barrio de Orcasur de Madrid en el que se encuentra la sede de la Fundación y donde nos recibe su presidenta. Tomillo es sinónimo de equidad. Con dos obsesiones: conseguir que los jóvenes encuentren un empleo y contribuir a la mejora social y al desarrollo de las personas en general. Porque «no somos confesionales, pero no ocultamos que compartimos una visión trascendente de la persona».
¿Dónde tenéis puesto el foco, en el fracaso escolar…?
—De alguna manera lo que más nos resume es la equidad educativa. En el sentido de qué necesita aquel que está en una situación de mayor vulnerabilidad en la escuela, aquel que no lleva el ritmo normal. En la parte de prevención somos como una red que impide que te caigas. Y si te caes, somos una escuela de segunda oportunidad, formamos parte de la red de escuelas y somos una entidad promotora de esta iniciativa, que tiene mucho que ver con nuestro concepto de oportunidad. Empezamos trabajando en lo no reglado pero luego incorporamos lo reglado y ahora es una parte esencial de nuestro modelo. El objetivo es ir juntando lo no reglado y lo reglado.
¿Es bueno juntar las dos redes?
—Trabajamos mucho con centros escolares, sobre todo en la parte de prevención. Ahora el reto es integrar nuestra propuesta educativa no formal también desde nuestros programas de Formación Profesional.
Pero vayamos por partes. ¿En qué áreas trabajáis?
—Tenemos desde apoyos a la infancia en entornos vulnerables hasta Educación formal: campamentos, actividades artísticas, apoyo escolar curricular… Contamos con 10 centros con distintos niveles de dificultad o de riesgo, con jóvenes que nos vienen derivados de la escuela y otros que nos vienen de Servicios Sociales. Pero además somos un centro de FP Básica y Grado Medio de Administrativo, Informática, Electricidad, Domótica Doméstica y Hostelería.
Siento que hay mucha vocación docente, lo que pasa es que el mundo es cada vez más complicado
¿Y en el área del empleo?
—En efecto, ofrecemos formación directamente hacia el empleo a través de certificados de profesionalidad. Además, trabajamos con las empresas en la búsqueda de nichos de empleo para nuestros jóvenes. También tenemos un área de apoyo al emprendimiento, entendido como autoempleo juvenil y búsqueda de tu propio camino. Y, por último, tenemos un área de estudios e innovación social, con un enfoque de investigación acción que integra actualmente lo cualitativo con lo cuantitativo. En total el año pasado llegamos a unos 8.000 beneficiarios. Pero más allá de las cifras, lo que hacemos en todos los niveles es asegurar que tú como persona puedas conseguirlo porque, aunque no encajes en el modelo, tienes capacidad.
Te escucho y veo que rezumáis vocación educadora por los cuatro costados. ¿Crees que falta esta vocación entre el profesorado?
—Yo creo que no. Siento que hay mucha vocación, lo que pasa es que el mundo es cada vez más complicado. Donde más hay es en los arranques, pero luego el sistema te va minando… Y entonces lo que hay que hacer es renovar la vocación.
¿Por qué España ha llegado a tener un 30% de fracaso escolar? ¿Qué se ha hecho mal?
—Yo creo que es un problema muy sistémico. Es el resultado de muchas fuerzas que aisladamente ninguna es suficiente. Por un lado, creo que se ha desprestigiado la profesión. Por otro, la formación de maestros desde la propia universidad no funciona. También ha influido muy negativamente la ruptura de Primaria y Secundaria. En mi opinión hay un salto muy temprano y el análisis de los momentos en los que se incrementa el fracaso escolar apunta mucho a ese periodo.
'Aprendiendo a ser' nace para apoyar proyectos que apoyan a los maestros
¿Qué más hemos hecho mal?
—Creo que hay una mirada muy poco completa sobre el niño. Solo desde la transmisión de una serie de conocimientos. Por eso toda la información que se le transmite está muy fragmentada y así el aprendizaje es muy difícil que se haga significativo, que puedas ordenar las piezas. Creo que todas las asignaturas están desconectadas unas de otras.
Vuestra palabra-fuerza es la equidad. ¿Cómo la entendéis?
—Creo que la Educación obligatoria debe tener un componente equitativo fundamental. El fracaso escolar no es del alumnado, es del sistema. No hay nadie que fracase como persona, pero sí puede ocurrir que el sistema educativo no esté diseñado para él, que no sea flexible. Para mí la flexibilidad tiene que ver con la autonomía de los centros, que es un elemento esencial. En Tomillo, desde hace pocos años, nos hemos tomado en serio flexibilizar mucho más nuestro modelo dentro del propio currículum.
Tengo entendido que te has embarcado recientemente en un proyecto personal con un nombre tan ambicioso como estimulante. ¿Qué es ‘Aprendiendo a ser’?
—En efecto, Tomillo es una entidad muy grande, con 280 personas trabajando y de la que yo soy la presidenta. Pero mi marido y yo teníamos la necesidad de crear otros espacios de apoyo a la Educación. Así surgió ‘Aprendiendo a ser’, que nace con el objetivo de apoyar proyectos o iniciativas desarrolladas para apoyar a los maestros.
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