Rompiendo moldes
El curso pasado tuve la fortuna de tener en clases a dos estudiantes, Beatriz Calvo Gil y Sira López Rayuela que rompen moldes. La primera en su cuarta década de vida. La segunda, en la quinta década. Ambas madres, con amplia experiencia humana y profesional. En el caso concreto de Beatriz ya en los años 90 había completado su primera carrera universitaria en la Complutense. Luego, como cualquier persona de nuestra generación, los nacidos entre 1967 y 1981, se incorporó al mundo laboral, donde ha estado unas dos décadas ocupando diferentes puestos y responsabilidades.
En el caso de Sira quería cumplir su antigua razón vital e histórica de ser universitaria tras haber completado en su día los estudios de Bachillerato y la selectividad de entonces. Después ha desempeñado durante casi tres décadas múltiples ocupaciones laborales e incluso puestos de responsabilidad política en una legislatura en su municipio. Junto a su socia, gestiona una empresa de organización de eventos.
Ambas están casadas y formaron con sus maridos una familia. Por tanto, forman parte de esas dos o tres generaciones de mujeres que empezaron con la de nuestras abuelas y sobre todo con la de nuestras madres, y que vienen compatibilizando la vida personal y la vida profesional, dos circunstancias decisivas en la cotidianidad de la mayoría de los 7.000 millones de seres humanos que vivimos hoy en el mundo.
Forman parte de esas dos o tres generaciones de mujeres que empezaron con la de nuestras abuelas y sobre todo con la de nuestras madres
Están como muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo en una etapa de esplendor de sus vidas porque aúnan conocimientos, experiencia, madurez y capacidad para mirar a cada circunstancia desde los matices. Beatriz cursa el doble Grado de Fundamentos de la Arquitectura y Diseño Integral. Y Sira el doble Grado de Protocolo, Organización de Eventos y Comunicación Corporativa.
Ambas fueron líderes espontáneas de sus respectivas clases. No porque ningún ego personal las llevara a ello, sino porque están en la universidad por vocación, compromiso y decisión libre personal. Son espíritus jóvenes con la experiencia del adulto que ha sabido ponderar los altibajos de la vida. Son dos casos ejecutivos de las trayectorias humanas que radiografió como nadie Julián Marías, y que ya el Maestro Ortega y Gasset empezó a mostrarnos con su propia biografía y sus maravillosos ensayos Goya y Velázquez.
Esa actitud y ese ejemplo cotidiano que nos mostraron el curso pasado ambas, y que continúan en este segundo año, tiene que ser un referente no solo para sus compañeros, que ya lo son, sino también como en los casos de otros hombres y mujeres, para sus seres más cercanos, para sus vecinos, y también para la sociedad y las instituciones públicas y privadas de España y del mundo.
Están como muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo en una etapa de esplendor de sus vidas porque aúnan conocimientos, experiencia, madurez y capacidad para mirar a cada circunstancia desde los matices
Hay que acabar con el prejuicio y el erróneo e injusto uso de expulsar de la vida académica o profesional a cualquier persona por lo que marca una fecha en su DNI. Como demostró Julián Marías con su propia vida y su obra, las circunstancias y cuestiones humanas son cualitativas, no cuantitativas. Por ejemplo, él junto a otros sabios de su generación creó, a finales de los años 80 del siglo pasado, el Círculo Libre de Eméritos. ¿Qué les movió a ello; para quiénes lo hicieron; cómo lo organizaron; con quiénes contaron?
Les movió seguir disfrutando de sus vocaciones después de los 70 años, edad de jubilación para los profesores e investigadores universitarios. Les impulsó seguir aportando a la sociedad española lo mejor de sus personas y de sus creaciones. Se sentían en forma, y bien que lo estaban. Lo organizaron contando con otros hombres y mujeres con los que habían compartido otros proyectos a lo largo de sus vidas, y tuvieron la inteligencia y la capacidad de seducción para que fueran apoyados por la Fundación BBVA, entre otras entidades. ¿Qué ejemplo nos brindaron?
Que la vida es un fecundo camino que hay que vivirlo dándole sentido a cada jornada. Aprendan ineptos ejecutivos públicos y privados desde pymes a multinacionales, pasando por instituciones administrativas y políticas públicas, que el talento, la sensibilidad, la voluntad, las experiencias de vida asimiladas con inteligencia y capacidad de superación siempre suman, siempre hacen crecer a uno mismo, al otro y al mundo que nos rodea.