Reforma universitaria (I)
En esta serie de artículos que comienzo esta semana, voy a tratar de asuntos decisivos que están pendientes para que el sistema universitario español supere rémoras que lleva acarreando desde hace décadas. Todo comenzó con el final de la Guerra Civil y el establecimiento de la dictadura franquista, cuando el régimen de Franco depuró a todos los catedráticos y profesores titulares que eran contrarios a él, y que no juraron los Principios del Movimiento. Los hombres y las mujeres más brillantes de la Historia de España hasta esa fecha en todos los campos de las Ciencias Exactas, Sanitarias, Sociales, Humanísticas y Jurídicas, que forman parte de la Edad de Plata de la Cultura Española, vivieron el exilio exterior o el exilio interior apartados de sus cátedras. Estamos hablando de los miembros de las generaciones del 98, del 14 y del 27. O lo que es lo mismo, personalidades de talla mundial como Unamuno, Ortega, Antonio Machado, Severo Ochoa, Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, Pedro Salinas, Julián Marías y Lolita Franco, etc… Como el propio Marías demostró en la obra coral La Edad de Plata de la Cultura Española, esta época fue más brillante y más completa que la conocida como la Edad de Oro de la Cultura Española, porque se ampliaron los campos de estudio y de investigación, y las publicaciones y editoriales de todo tipo realizados en España podían competir con cualquiera de las mejores que se estaban haciendo en el Mundo.
Fuera de nuestras fronteras de la Península Ibérica, el maestro estadounidense Harold Raley, posiblemente el hispanista más competente y sabio de nuestro tiempo, desde hace décadas señala que la regeneración de la civilización occidental (Europa, toda América y Oceanía) vendrá de la mano de la Filosofía de la razón vital e histórica, y de la convivencia intergeneracional, que crearon hace poco más de un siglo, primero Ortega y posteriormente Marías, y los discípulos de la denominada Escuela de Madrid, que como el propio Marías indicó ni es una escuela al uso ni tampoco se ciñe a Madrid (es abierta y universal).
Todo comenzó con el final de la Guerra Civil y el establecimiento de la dictadura franquista, cuando el régimen de Franco depuró a todos los catedráticos y profesores titulares que eran contrarios a él
¿Qué pasó a partir de 1977?, cuando se inauguró ese tiempo del que todos nos tenemos que sentir felices a pesar de sus lagunas y errores, que es la transición democrática española. El sistema universitario en lugar de abrirse a nuevos hábitos y usos, a nuevas ideas, salvo en honrosos y ejemplares casos, se enquistó y encerró en las rancias y caducas creencias establecidas. Éstas son: la endogamia; la mediocridad docente e investigadora en buena medida alentada por la primera; vetustos y anquilosados métodos de evaluación de la comunidad universitaria; y la politización partidista de las facultades, de las universidades y de una parte de los estudiantes. Esto último lo estamos viendo con claridad en el último mes con el tema catalán, jóvenes que han sido manipulados por políticos corruptos, resabiados e ignorantes, y alentando los episodios violentos desarrollados en Cataluña y en la frontera de España con Francia.
Sólo hay que tirar de hemeroteca y bases de datos para comprobar el cáncer universitario reinante: la endogamia. Es inadmisible que después de 40 años de democracia, tanto las universidades públicas como la Agencia que evalúa esta y otras cuestiones del sistema universitario a nivel nacional y sus clones regionales, sigan permitiendo que un docente e investigador sea licenciado, máster y Dr. por la misma universidad. Y además tenga una plaza como contratado o funcionario en la misma. Y lo peor de todo es que se hace en una democracia. Si en la dictadura era delictivo ética y legalmente, en la democracia vigente es una metástasis. O se corta de raíz, o el sistema universitario español va a sufrir los envites de los modelos de otros países de nuestro entorno occidental, con gravísimas repercusiones para el desarrollo social y económico de España y de los españoles. Una sociedad y una estructura que permiten la endogamia están condenados a empobrecerse, a morir.
Sólo hay que tirar de hemeroteca y bases de datos para comprobar el cáncer universitario reinante: la endogamia
Lectores, es fácil comprobar la realidad. Entren en cualquier página web de cualquier universidad pública y privada, y comprueben quiénes de los miembros de sus claustros, vienen desarrollando sus carreras en el mismo centro en el que se licenciaron, realizaron el máster y luego se doctoraron. Es un atentado ético y legal contra los doctores y las doctoras que nos hemos licenciado en un centro, hemos hecho el máster y la suficiencia investigadora en otro, y nos hemos doctorado en una tercera universidad. Atenta contra el bolsillo del honrado contribuyente que con sus impuestos también financia al sistema universitario (autónomos, funcionarios, empleados por cuenta ajena, empresas, jubilados).
Resulta de igual manera inadmisible en pleno s. XXI, que se ciña la evaluación de la calidad científica de los trabajos de cualquier investigador en cualquier campo por criterios obsoletos y torticeros de publicar en determinadas revistas o editoriales controlados por los propulsores y mantenedores de la endogamia: eso es caciquismo. Y éste sólo provoca el empobrecimiento de las aplicaciones científicas que se hacen en España en cualquier rama. Por ejemplo, en el terreno de la literatura, la novela, como demostró Ortega, es el género por excelencia para narrar y contar la vida humana. No es casualidad que la obra inmortal por antonomasia y más leída en español sea El Quijote. Y si a las innovaciones radicales que introdujo el maestro Cervantes, les sumamos los descubrimientos y hallazgos que realizaron tres siglos después Ortega y Marías, la novela del s. XXI y venideros no se podrá escribir para estar a la altura de la Historia y de la propia historia de la Literatura, sin los hallazgos que los tres llevaron a cabo.
Entren en cualquier página web de cualquier universidad pública y privada, y comprueben quiénes de los miembros de sus claustros, vienen desarrollando sus carreras en el mismo centro en el que se licenciaron, realizaron el máster y luego se doctoraron
Permitidme ahora que exponga algo muy personal, desde la humildad, pero también desde la reivindicación de la literatura como proceso científico. Hace unos años publiqué una novela: Volver a amar, Love again, en su edición en inglés. La misma la compuse siguiendo los modelos que creó Cervantes, y que después desde el campo de la Filosofía desarrollaron Ortega y Marías. En la misma, hay evidencias científicas que muestran realidades como: el análisis humano e intergeneracional de las personas y de la sociedad de nuestro tiempo; un homenaje a las mujeres que nos antecedieron como maestras de la Educación emocional, sentimental y de los hábitos de vida y de salud cotidianos; un viaje catártico para superar el desamor y volverse a enamorar; una interpretación exhaustiva, probada y argumentada de los movimientos migratorios interiores e internacionales entre finales del s. XX y las dos primeras décadas del s. XXI; o hacia dónde pretenden ir Europa y los europeos. Y todo ello escrito en un español pulcro, descriptivo, propio del lenguaje narrativo y cinematográfico. Porque como también demostró el maestro Azorín con su propia obra novelada, las raíces del lenguaje del cine radican en las semillas y en los frutos de la novela.
En el próximo artículo, abordaremos otras circunstancias del mundo universitario. Hasta entonces, no se olviden de ser felices.