Sergio Banderas: “Las iniciativas individuales de docentes apasionados están generando el cambio real”
Para el malagueño Sergio Banderas (43 años) ya fue un premio saber que estaba nominado dentro de los Premios Educa Abanca 2019 al mejor docente de España, dentro de la categoría de FP. Y lo era porque, para competir en estos llamados Goya de la Educación, el requisito imprescindible es que la propuesta de la candidatura surja de los propios alumnos. “Es muy bonito que sean los estudiantes los que reconozcan lo que haces”, indica este profesor de Informática del IES «Campanillas» de Málaga. Se enteró de que finalmente se había hecho con el premio dentro del aula, en el edificio que el instituto público tiene en el mismo corazón del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) de Málaga, cuando sus alumnos empezaron a aplaudirle en mitad de una clase.
Desde que el pasado 10 de enero se alzó con el galardón de esta tercera edición, su teléfono no ha parado de sonar y, aunque espera “volver pronto a la normalidad y al trabajo” después de unos días intensos de entrevistas y felicitaciones, cree que el reconocimiento es una oportunidad para hablar sobre la FP pública. Sobre sus carencias, pero también sobre sus potencialidades, y que es una buena excusa para poner la formación profesional en el lugar que se merece y para hablar de la profesión docente y de muchos profesores apasionados y motivados que están haciendo cambiar el mundo educativo.
Está siendo un año de reconocimientos. Hace poco recibía el Digital Skills Awards Spain 2019 por el videojuego ‘Las históricas aventuras de Daniela’, un proyecto en el que colaboran sus alumnos del Ciclo Superior de Desarrollo de Aplicaciones Web con estudiantes de Primaria del Colegio Público «Miguel Hernández», un centro rural de la localidad malagueña de Almogía.
—El proyecto con los alumnos de Primaria del CEIP «Miguel Hernández» ha sido muy completo en muchos sentidos. Ha supuesto el encuentro entre alumnos de edades diferentes que han trabajado en clase de forma conjunta. Por otro lado, no se me ocurre mejor forma de acercar la FP a estas edades tempranas que haciéndoles participar de forma práctica en el desarrollo de un videojuego. Hemos enseñado competencias digitales interesantes de nivel profesional a niños muy pequeños. Y para los estudiantes de FP, han podido idear un videojuego desde cero, como si fuera un producto profesional, desde su concepción hasta su publicación, pasando por el marketing.
Se habla mucho de gamificación en el aula. ¿Cree que llevar los videojuegos a las clases puede ayudar a mejorar la motivación de los estudiantes?
—Tiene un atractivo enorme para los jóvenes. Cuando yo era estudiante me gustaban mucho los videojuegos, pero era algo aún minoritario. Sin embargo, hoy en día juegan todos los jóvenes. Se pueden hacer cosas muy interesantes, por ejemplo, para estudiar Historia.
Entonces, no es partidario de dejar los teléfonos móviles o las tablets fuera del aula.
—Hay que usar la tecnología en su justa medida. En mi instituto, por ejemplo, se han dejado siempre los móviles en la entrada y hemos comprobado que los alumnos se distraen menos y se relacionan más entre ellos. Pero eso no quita que se plantee una actividad en la que pueda ser una herramienta de trabajo importante y que puedan utilizarse las tablets para hacer una investigación. Pero sí creo que hay que guardar un equilibrio.
“El futuro de la Educación pasa por una apuesta por la FP, con centros innovadores e implicación decidida de las empresas”
¿Cree que el uso de metodologías innovadoras en el aula puede servir para mejorar el aprendizaje de los alumnos?
—Hay una cosa clara. El alumnado que tenemos hoy, en plena sociedad digital, es muy distinto al que había hace 20 o 30 años y necesita cosas diferentes. El profesor tiene que adaptarse a esa nueva realidad. Existen nuevas metodologías, como la gamificación –es decir, introducir el juego en el aula–, que están dando grandes resultados y que enganchan al alumnado con herramientas que van mucho más allá de memoria, disciplina y examen. Eso no significa que tenga que estar todo el día jugando ni inventando cosas nuevas o bajando el nivel. Pero hay que buscar alternativas para llegar al alumno.
¿Y para luchar contra la desmotivación que parece existir en parte del profesorado?
—Para mí, el secreto está en buscar lo que te apasione y llevarlo al terreno de la Educación. A mí, por ejemplo, me gusta viajar y eso ha hecho que me haya implicado mucho en proyectos de internacionalización. También me gustan los idiomas, he podido formarme en lenguas a mayor nivel y los alumnos se han beneficiado porque he tenido más recursos para ayudarles, empleando el inglés aplicado a las soft skills de las empresas. O me gustan los videojuegos y los he usado para que aprendan programación avanzada. Si te centras en lo que te apasiona, eso va a arrastrar todo lo demás, va a transformar tus clases para hacerlas más interesantes, vas a implicar más al alumno. La Educación es una profesión muy bonita, con un gran potencial.
¿Cree que los docentes están siendo el motor de cambio de la Educación en la actualidad?
—Hasta ahora, son las iniciativas personales de docentes motivados y apasionados con su profesión las que están provocando cambios en la enseñanza. El peso de la transformación de la Educación está recayendo en el profesorado. Está claro que esas actuaciones individuales deberían estar más institucionalizadas y que el sistema premiase de alguna forma esas actitudes para que se produzcan en mayor grado. No solo con reconocimientos o premios, sino con ventajas económicas o con días de vacaciones que realmente animasen a los docentes a poner en marcha nuevas ideas.
¿Para ello, ¿es imprescindible que el profesorado siga formándose?
—Cuando entras en un centro, corres el riesgo de encerrarte en ese pequeño mundo y de no ver que existen muchas posibilidades de aprender, de participar en proyectos y de realizar colaboraciones. En la empresa privada esa actualización es constante y hay que estar continuamente buscando. Aun así, dentro del sistema educativo, la FP es la que más mantiene ese contacto directo con el mundo laboral, porque hay que colaborar con la empresa para las prácticas del alumnado. Más aún ahora con la FP dual. Pero también requiere una implicación por parte del profesorado.
“Cuando entras en un centro, corres el riesgo de encerrarte en ese pequeño mundo”
Gracias a su experiencia en la docencia, también forma a otros profesores en diferentes competencias…
—Coordino el programa Erasmus+ desde hace muchos años en mi instituto. Es un programa que funciona muy bien en el centro y del que estamos muy orgullosos, tanto de la parte de movilidad como la de proyectos europeos, en los que colaboramos tanto docentes como alumnos para presentar ideas y compartirlas con institutos de otros países. Los estudiantes están encantados con estos programas. Desde hace algunos años, a raíz de esta experiencia, he formado a otros docentes a través del Centro de Formación del Profesorado de Málaga, Cádiz y Córdoba sobre programas de internacionalización. Además, desde el año pasado también imparto cursos de formación para profesores de Informática de FP que, tras ver los buenos resultados de la programación de videojuegos, quieren introducir esta práctica en sus clases.
¿Su cargo de coordinador del programa Erasmus+ le ha hecho estar en contacto con otros sistemas educativos. Siempre se habla del modelo alemán en lo que se refiere a la FP. ¿Nos queda mucho para llegar al nivel de calidad de este país en la Formación Profesional?
—Aún queda mucho por llegar a ese nivel. Conozco bien el sistema alemán, porque de los más de 200 estudiantes de movilidad que hemos mandado a otros países, muchos han estado en Alemania. También hemos acogido en nuestro instituto a alumnos de allí y tenemos centros socios y empresas colaboradoras en ese país. Para empezar a señalar las diferencias con España, la gestión de la FP alemana no la lleva Educación, sino las cámaras de comercio. Se van creando titulaciones en función de la demanda de las empresas. Además, es la empresa la que contrata al estudiante y, una vez contratado el alumno, tiene que buscar un centro para formarse dentro de la FP dual. Y mientras se forman, los alumnos están cobrando. Es un sistema muy distinto. Aquí se habla de dar más protagonismo a la FP, pero hace falta que la empresa apueste de verdad por este modelo. Tampoco podemos igualarnos en cuanto a que Alemania tiene mucho más tejido industrial, pero sí se pueden hacer cosas muy interesantes aún en nuestro país con la FP.
“Creo que lo ideal es que la FP Ocupacional y la Educativa estén unidas, algo que no se había conseguido hasta ahora salvo en algunas comunidades autónomas”
Una de las primeras declaraciones que hizo la ministra Celaá después de su confirmación en su puesto es que daría prioridad a la FP, que ampliaría el número de ciclos y que unificaría todas las competencias en Educación. ¿Qué pide al nuevo Gobierno?
—Hay que darle un voto de confianza y hay que esperar a ver qué ocurre. Me alegra que una de las primeras cosas que haya destacado sea mejorar la FP. Creo que lo ideal es que la FP ocupacional y la FP educativa se unan. Es algo que siempre se ha planteado, pero que no se ha conseguido, salvo en algunas comunidades donde existen centros integrados, que cuentan con FP para el empleo, FP ocupacional y FP de Educación. Eso le daría un punto positivo a la FP porque se crearían centros especializados en temas concretos y se convertirían en referencia.
El premio Educa Abanca da visibilidad también a las experiencias que se están haciendo en la FP. Después de 15 años dedicado a la docencia, ¿ha cambiado mucho la Formación Profesional en ese tiempo?
—La demanda ahora es mayor que hace algunos años. Pero aun así es mayor el número de estudiantes que opta por una formación universitaria, a pesar de que lo que requiere la empresa es una formación más técnica. Queda mucho recorrido por hacer. Ha mejorado la situación en cuanto a que la FP está ganando protagonismo, pero queda que se cumplan esas intenciones. Que no se queden en promesas, que la apuesta sea real, con centros innovadores con más formación y equipamientos, y con una implicación decidida de las empresas.
Ha trabajado antes en la empresa privada, ¿le ha servido esa experiencia en sus clases? ¿Cree que es importante conocer el mundo laboral de cerca para ser un buen docente?
—La experiencia en el sector privado es un valor añadido a la hora de dar clases. En países como Finlandia, exigen un mínimo de tres años en la empresa privada en la profesión que vas a impartir en Formación Profesional. Aquí no es un requisito, pero da mucha riqueza. Desde que entré en la docencia tenía muy claro cómo era el mercado laboral porque el puesto al que iban a enfrentarse mis alumnos era el mismo que yo había desempeñado durante seis años. Creo que eso me ha hecho tener un contacto más directo con la realidad.
La experiencia de crear un videojuego
¿Cuál es el reto de este año en su clase?
– La experiencia de crear un videojuego el pasado año me hizo este curso plantear de otra forma las clases de la asignatura que imparto, Desarrollo Web en Entorno Cliente. Los primeros dos meses estuvimos aprendiendo programación a través de la ingeniería inversa, es decir, los alumnos tenían que hacer modificaciones en videojuegos pequeños ya acabados. Después, dividimos el grupo en cinco equipos y en el primer trimestre hemos llevado cinco proyectos diferentes en el aula.
Por un lado, uno de los equipos ha seguido trabajando en el videojuego que creamos con el CEIP «Miguel Hernández». Luego, hemos empezado un proyecto similar, pero con otro centro de Málaga capital, el CEIP «Rectora Adelaida de la Calle», con alumnos de altas capacidades.
También hemos empezado otras dos colaboraciones: con el Centro de Ciencia Principia y con la Universidad de Málaga; además de otro proyecto que han propuesto los propios alumnos. Ha sido un trabajo totalmente colaborativo, en el que los estudiantes han diseñado los desarrollos, han repartido las tareas, han participado al mismo tiempo en la misma plataforma… El resultado ha sido el mismo que si hubiésemos sido una empresa con diferentes proyectos que trabajar a la vez. Ahora, en el segundo trimestre del ciclo, estamos completando el videojuego y estamos haciendo un taller de inteligencia artificial orientado a videojuegos con una empresa privada. Es algo que no está aún en ningún ciclo formativo. Es lo bueno de estar ubicados en el mismo Parque Tecnológico de Andalucía, que se crea mucha relación con las empresas que nos rodean y surgen oportunidades únicas como estas.
¿España se está convirtiendo en una potencia en la industria de los videojuegos? ¿Hay futuro en este sector?
– España tiene mucho potencial y se está creando una base importante. Pero las empresas de videojuegos fuertes están muy centralizadas, pasa como en el cine con las grandes producciones. En nuestro país hay muchos estudios independientes que crean buenos productos, pero no llegan al nivel de promoción que tienen grandes empresas en países como EEUU o Japón. Y gran parte de la industria del videojuego de basa en eso.
¿Hacia dónde se dirige a corto plazo la FP?
– Espero que muy pronto podamos ver la puesta en marcha de un curso de especialización de desarrollo de videojuegos. Precisamente, estoy colaborando con el Ministerio en el real decreto de esta formación. Será como un máster que se implantará en previsiblemente el próximo curso después de cursar el ciclo superior. Ahora estamos en colaboración con empresas para el desarrollo de los contenidos.
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