Las formas de las nubes

Siempre me ha gustado observar el cielo. La sensación de infinitud es sobrecogedora. En estos días de confinamiento siempre reservo unos minutos para mirar por la ventana y observar el movimiento, lento pero imparable, de las enormes masas blancas que cruzan el cielo.

Las formas cambiantes de estas masas de agua me evocan al aprendizaje de mis alumnos (es inevitable no pensar en ellos durante estos días). Algunas nubes son dinámicas y a poco que sople el viento, se mueven sin pausa hacia su destino, cambiando de forma según sean dirigidas por ese aire en movimiento que hace las veces de alfarero. Sin embargo, hay otras nubes más densas, que parecen más reacias al cambio. Van despacito, a veces de forma imperceptible, pero no dejan de avanzar. Apenas transforman su apariencia, pero si tenemos paciencia veremos al cabo de un rato que ya no tienen la misma forma que hace unos minutos.

Los ritmos de aprendizaje en un aula son diversos, y muchas veces no tenemos la paciencia suficiente para apreciar los avances de aquellos a los que les cuesta más. No dejemos de ser el viento imparable que empuje y dé forma a nuestros alumnos. Si no hay viento, las nubes no se moverán.