Carta al Parlamento Europeo (I)
Carta al Parlamento Europeo (I)
Señorías les escribo esta reflexión desde mi esquina en el periódico Magisterio, el medio semanal más longevo español (1866) y el tercer medio más antiguo de España tras El Norte de Castilla y el Diario de Cádiz.
Les emplazo como periodista, profesor universitario, pero ante todo como persona. Como europeo por realidad humana, histórica y legal. Y soy europeo antes y después de que mi país, España, perteneciera a la Unión Europea. Sé de lo que hablo por varios motivos: uno, la Comunidad Económica Europea como todos sabemos es una reciente creación de 1957 en adelante, con sus balbuceos desde los años veinte del pasado siglo.
Dos, porque formo parte de la primera generación de españoles que se formó en un Máster Doctorado en Estudios Europeos, en concreto en el prestigioso Instituto Ortega y Gasset, donde doctores españoles, británicos y de otras latitudes nos guiaron. Y que con la sabia dirección de los Dr. Fusi y Dr. Charles Powell conservó siempre la originalidad española, aquella que el Maestro Ortega irradió desde 1914 y se hizo universal en cuatro momentos de su biografía y obra: Meditaciones del Quijote (1914); La rebelión de las masas (1930), Los encuentros en Aspen (1949) y su célebre Meditación de Europa (7 de septiembre de 1949), libro nacido de la conferencia dada en el Campus de Berlín ante más de 200.000 estudiantes, profesores y curiosos que escucharon asombrados, admirados y consternados a aquel celtíbero.
La Comunidad Económica Europea como todos sabemos es una reciente creación de 1957 en adelante, con sus balbuceos desde los años veinte del pasado siglo
Cuando Ernest Robert Curtius presenta a Ortega en Aspen lo hace con estas palabras: “Ahí tienen ustedes el Mediterráneo y un pueblo que ha mandado en el mundo”. Cuando Ortega lo comentaba en Madrid, como apuntaba con precisión cirujana Julián Marías, decía: “No me interesa el éxito personal; he tenido muchos en esta vida; me ha interesado el éxito étnico”. Y les aclaro para quienes no lo sepan, que Ortega fue español, iberoamericano, europeo y occidental, como muchos de ustedes y yo. Y fue un hombre con las manos tendidas a africanos y asiáticos.
Miren ustedes, señorías, yo que soy entusiasta practicante de deportes y aficionado desde mi infancia, ningún deportista ni ningún equipo a día de hoy ha sido capaz de reunir a tanta gente expectante y deseosa de escuchar a alguien en un estadio en cualquier parte del mundo, ni incluso en Maracaná. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Tampoco ustedes ni tantos políticos nacionales de cualquier país que salen a diario desde hace años en los medios de comunicación van a generar tanta admiración y magisterio como la que causó aquel buen hombre, aquel genio de la Filosofía, de las Humanidades y las Ciencias Sociales.
Pues bien, señorías, a pesar de sus nocivas tendencias politicuchas a salir aunque sea unos segundos en cualquier medio, no lograrán que se acuerden de ustedes por su ejemplaridad, por su nobleza, por su sabiduría. Sean humildes, tráguense sus egos, y no sean unos imbéciles como el Werther de Goethe que se quitó la vida por una relación estúpida sin fundamento.
Sean humildes, tráguense sus egos, y no sean unos imbéciles como el Werther de Goethe que se quitó la vida por una relación estúpida sin fundamento
Y viene todo esto a cuento de las repugnantes palabras y decisiones del presidente de Holanda en los últimos días y de quienes le están apoyando, y de un gobierno de Merkel y grupos de interés con mirada miope. El conocido lema alemán –“hablar es plata y callar es oro”– que tanto se conoce en la realidad comercial, industrial y de la política, es hora de que caiga. Esa costumbre, esa creencia, se ha demostrado con datos científicos irrefutables, caduca, moribunda. Delenda est el austericidio. Delenda est la corrupción y la barra libre. Alea iacta est la inversión humana, social, institucional y empresarial responsable.
Sí, amigos y hermanos alemanes que piensan, sientan y coexisten así. Ese ya no es el aforismo, ni el modus operandi y vivendi que vamos a tolerar ni a permitir en la Vieja y siempre tan viva Europa. Y como les decía en el párrafo anterior, tampoco permitiremos la insensatez llena de ignorancia vital de Werther. Una conducta la del pobre desgraciado personaje literario, recreación de la vida en aquella época, que se ha reproducido desde entonces en cualquier lugar del mundo y que se han encargado de ensalzarla gente con cortedad de miras en cátedras universitarias y actos académicos públicos. De los románticos sólo hemos de aprender para la vida y la convivencia su defensa de la libertad personal y compartida, y su valentía. Justo es honrarles por eso. Pero la locura sin fundamento fruto de desconocer los matices de la realidad, y tirarlo todo por la borda, no, nunca más. Es lo que tiene cuando se ejerce un cargo en cualquier nivel y ocupación desde la mediocridad, la titulitis y los cargos dados a priori por los dedos que tejen los boletines oficiales de cada país o de cada región, con las decisiones y los tejes y manejes intermedios que los van facilitando. Mutatis mutandis, ídem, en los consejos de administración de lo privado.
Enseñemos esto a las nuevas generaciones y compartámoslo como un lema intergeneracional.
Me despido por hoy, señorías, advirtiéndoles de que o se toman ya medidas inteligentes, sanas y compartidas en el seno de la Unión Europea, como ocurrió en su día con la creación del Programa Erasmus tras mucha justa y sabia lucha de los jóvenes europeos encabezados desde Francia entonces, o pronto se verán ante una de las mayores encrucijadas de la Historia. Y uno de los caminos a los que desembocarán sus decisiones, no les quepa la menor duda, conducirá hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Allí les emplazaremos y esperaremos millones de europeos si ustedes no actúan como las circunstancias de nuestro tiempo demandan. Que tengan un buen día.
Querido Manuel,
Una vez más, tus palabras han sabido reflejar claramente y sin titubeos las opiniones que tenemos y compartimos muchos de nosotros.
Me quedo con algo que tiene que ver y mucho con lo siguiente: «Es lo que tiene cuando se ejerce un cargo en cualquier nivel y ocupación desde la mediocridad, la titulitis y los cargos dados a priori por los dedos que tejen los boletines oficiales de cada país o de cada región, con las decisiones y los tejes y manejes intermedios que los van facilitando».
¡Enhorabuena!
Querida Juana:
Muchas gracias por tu lectura y comentarios que me enriquecen. Ahora tras el efecto post pandemia empiezo a ponerme al día con los comentarios a mis artículos. Un abrazo.