Docentes y alumnos reunidos para afrontar esta pandemia

El pasado 1 de abril, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Educación, y de una forma aún más especial por la unión del mundo en estado de confinamiento, Scholas organizó dos ciberencuentros: uno de 120 estudiantes de 60 países que hablaron sobre el coronavirus, y otro de docentes por una Educación para la esperanza.

Un total de 300 docentes de 21 países repartidos por los cinco continentes acudieron telemáticamente a esta reunión, que duró tres horas, en las que analizaron los efectos que está produciendo la pandemia en los niños y jóvenes.

En total hubo una decena de estudiantes españoles participando en este encuentro. Álex e Irene, desde Madrid, explicaron al presidente de Argentina, Alberto Fernández, que estuvo presente para escuchar y dialogar con los estudiantes, la sensación que tuvieron después del primer encuentro organizado por Scholas el 25 de marzo: “Todos empezamos hablando desde cuestiones del miedo, la incertidumbre, la tristeza de estar solos, pero poco a poco, el hecho de hablar con otros, de encontrarnos, pudo generar esa esperanza, que al final fue la palabra que más se utilizó”.

Muchos docentes están pasando por una situación de tensión teniendo que compaginar el trabajo desde casa con la vida familiar. Esta preocupación la planteaba Jairo Restrepo desde Cali, Colombia: “La parte que me preocupa es el entorno familiar de mis compañeros docentes, porque tienen esposas, tienen hijos. Me preocupan los estudiantes que, en un país como el nuestro, no tienen los medios para poder responder académicamente”.

Por su parte, Bárbara, desde Nápoles, valoraba la unión entre profesores y alumnos que se está formando gracias a la pandemia. El motivo, según la docente, es que los profesores necesitan ayuda de sus estudiantes en el entorno virtual porque ellos saben más, y es un modo de que se sientan valorados.

“Cuesta darse cuenta cuando las “seños” somos las que estamos yendo y viniendo, poniendo el cuerpo, y de repente ahora tenemos que estar detenidas para poder explicar a los padres”, contaba Marcela Andrea Galarza, maestra en un jardín de Resistencia (Chaco, Argentina). Desde este mismo país, pero en Córdoba, Norberto Almara explicaba: “Desde las propuestas hay secuencias didácticas homogeneizadas y cuando perdemos la presencialidad de la relación se acentúan las desigualdades”. Contaba también, que tanto padres como docentes y estudiantes, están experimentando un momento de sobrecarga de tareas que no pueden o no saben resolver.

Francois Vallaeys apuntaba desde Francia: “Vemos con claridad que se acabó la torre de marfil de la Educación: siempre busca aislarse del mundo y el mundo se le vino encima porque irrumpe la desigualdad. Los alumnos que no tienen ordenador, los que no tienen una casa decente para trabajar, los que no tienen conectividad… Irrumpen las fallas de los profesores; el profesor, por fin, no sabe, y lo tiene que decir. Irrumpe la casa, porque la escuela siempre está separada de la casa, y aquí vemos todos la casa de todos”.

Hubo unanimidad en la sensación de que los profesores necesitan tener estos ciberespacios para encontrarse y dialogar, sentirse acompañados e intercambiar experiencias para facilitar el afrontamiento de esta crisis. “Creatividad, flexibilidad, responsabilidad, tiempo, empatía, solidaridad, aprendizaje colaborativo, esperanza y oportunidad” fueron las palabras que más se pronunciaron.

El director mundial de Scholas, José Mª del Corral, dio unas palabras de ánimo a los docentes: “Seamos docentes y no enseñantes. Tenemos un espacio único en la historia de la humanidad, somos médicos de las emociones, de la salud mental y espiritual. Creo que esto vino para quedarse. Nuestros alumnos nos están pidiendo a gritos otra cosa”.

Los resultados después del encuentro fueron que la intensidad de alegría había aumentado un 21,77% y el orgullo por los compañeros un 15,83%; la prosocialidad un 16,5% y la angustia bajó un 24%.