La universidad, un paso on line por delante
La universidad parece llevar la delantera a escuelas e institutos. El confinamiento a raíz del Covid-19 no ha supuesto cambios que repercuten negativamente en la labor docente. Hemos querido hablar con diferentes docentes universitarios para que nos cuenten cómo están viviendo esta situación y de qué manera el coronavirus ha afectado a sus clases dando paso de la enseñanza presencial a la enseñanza en línea.
Santiago Mengual, profesor de la Universitat de València
Santiago Mengual es doctor en Psicopedagogía y profesor del Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de València. Para él, la docencia a distancia no es una modalidad novedosa en el área de las Ciencias de la Educación. Muchos profesionales –como en su caso– han participado en los últimos años en iniciativas educativas en modalidad no presencial (másteres, títulos de postgrado, cursos de formación, etc.) o, incluso, como complementariedad metodológica a la docencia presencial reglada.
Sin embargo, las condiciones sobrevenidas del Covid-19 les han llevado a realizar modificaciones de sus programaciones docentes diseñadas y pensadas, eminentemente, para un contexto y forma de interacción presencial. “La enseñanza a distancia u on line requiere de un diseño instruccional concreto, que resitúa a los actores educativos –profesor, alumno y entorno– en un espacio no presencial que hace uso de estrategias y herramientas –síncronas y asíncronas– donde debe prevalecer el trabajo del alumnado, el seguimiento de su aprendizaje y, especialmente, una selección cuidada de los materiales para un trabajo autónomo y las herramientas de comunicación entre docentes, dicentes y grupo de clase”.
El reto de la situación del Covid-19 ha sido, por tanto, el rediseño de las materias en un tiempo récord, revisando las modalidades evaluativas, cargas de trabajo del alumnado, material de estudio y, sobre todo, poniendo a prueba la competencia digital de profesorado y alumnado.
Para Mengual, “en este nuevo escenario ha sido esencial la coordinación entre el profesorado que comparte curso, poniendo en común criterios de evaluación, volumen de trabajo del alumnado y, especialmente, manteniendo un diálogo constante con el estudiantado para valorar las dificultades, retos y sensaciones que estaban viviendo en este nuevo escenario”.
De esta forma, se establecieron diferentes canales de comunicación con el alumnado (foro en el Aula Virtual de tutorías individuales y grupales, foros temáticos por unidades, mensajería instantánea, atención personalizada vía correo electrónico o videoconferencias en franjas horarias concretas). En ese sentido, según Mengual, “resulta importante que el alumnado sepa cómo comunicarse con el profesor y que también aprenda a ser sintético y conciso, puesto que la gestión de su tiempo es una estrategia clave”.
Aún así, Mengual no cree que la docencia a distancia aporte más o en mejor medida que la presencial: “La docencia a distancia requiere de una organización metódica del tiempo de estudio y trabajo, donde un mayor componente recae sobre el estudiante”.
Chelo Sánchez Serrano, profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca
Chelo Sánchez Serrano, profesora e investigadora en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, sí que considera reseñable el cambio entre la docencia presencial y la on line: “Llevo toda la vida dando clase en un entorno que para mí es maravilloso, por reducido, por medios, por calidez, por cercanía con el alumno: un estudio de radio. Así que considera muy diferente la experiencia por espacio, por relación y feedback, por las metodologías activas de aprendizaje, por el trabajo en equipo y por los proyectos del día a día.
“Salir a la calle, buscar fuentes, entrevistar a invitados, grabar in situ, ir a una exposición, trabajar la locución y la presentación delante de un micrófono y en una determinada situación… Lo bueno que tiene vivir esta situación al mismo tiempo que todo el mundo, es que la observación de la realidad periodística y de la producción audiovisual en estos momentos, nos ayuda a hacer un proceso de enseñanza-aprendizaje muy cercano a la realidad profesionalizante. De todo se aprende y ahora, creo, que más que nunca”, asegura Serrano.
Sin embargo, esta profesora salmantina ve la docencia on line como una oportunidad: “Creo que nos está enseñando que podemos hacer cosas y enfrentarnos a situaciones que no creíamos posibles”. Además, asegura que “aporta un componente de cercanía y humanización a veces contradictorio con la virtualidad: el alumno nunca nos había escuchado ni visto ni sentido igual, entrando desde los salones de nuestras casas, conviviendo con los ruidos de nuestro entorno más cercano”.
Sánchez explica que ante la crisis sanitaria era prioritario adelantarse y reaccionar: “Mi universidad, la Pontificia de Salamanca, reaccionó de manera rápida y con un alto nivel de eficiencia al reto de la docencia on line. Mantenemos horarios de clase, tutorías, calendario, incluso se han programado actividades extra de extensión académica para acompañar a los alumnos más allá de las clases regladas; los profesores hemos acompasado la docencia con nuestro aprendizaje y mejora del uso de herramientas para la docencia on line, con formación facilitada desde la universidad y los estudiantes han reaccionado con una implicación responsable ante esta situación”.
“No conozco y no me atrevo a comparar con otros ejemplos, pero sí considero, que con todo lo mejorable, nuestra universidad ante esta situación ha demostrado capacidad de reacción y, sobre todo, compromiso con sus estudiantes”, añade.
Sergio Sánchez Nuño, profesor en el Tecnocampus Pompeu Fabra
Para otro profesor, en este caso Sergio Sánchez Nuño, profesor en el Tecnocampus de Mataró (centro adscrito a la Universitat Pompeu Fabra), “hay que tener en cuenta que la docencia universitaria tiene muchas caras, y depende de muchos factores: tipo de asignatura, curso en el que se encuentren, grado que cursen, estudios de Máster, número de alumnos, interés previo por la asignatura…”.
En su caso, la asignatura que conduce es del primer curso del Grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, donde hay matriculados aproximadamente unos 100 alumnos. Su docencia se centraba en clases presenciales –no obligatorias–, pequeñas actividades para asentar los conceptos, tutorías y la realización de prácticas en el laboratorio.
La docencia on line ha cambiado totalmente su forma de proceder y de planificar las clases: “Aporta a los alumnos una mayor exigencia en su trabajo autónomo, y en parte coincide con lo que es mi versión de la docencia universitaria: dar las herramientas para que el alumnado pueda generar nuevo conocimiento”, indica.
La universidad no ha cambiado su ritmo, algo que sí ha pasado en escuelas e institutos, y para este profesor catalán se debe a dos factores: “Por un lado, a la voluntariedad y a la madurez del alumnado para realizar los estudios. Por otro lado, a que el sistema universitario ya tenía las bases para hacer frente a una situación de este tipo”.
Además, considera que “está ampliamente aceptado el hecho de que, cuando uno decide realizar estudios superiores, asume que necesita contar con ciertos sistemas que le permitan realizarlos con garantías, como por ejemplo un ordenador portátil –tomar apuntes en papel en clase está peligro de extinción–, un smartphone o un sistema de internet de banda ancha en el domicilio”.
Mª Teresa Ortego, profesora de la Universidad de Valladolid
Mª Teresa Ortego es profesora ayudante doctor en el Departamento de Lengua Española de la Universidad de Valladolid, y para ella la docencia on line no es algo que le pille de nuevas, ya que desde hace muchos años viene impartiendo asignaturas on line en varios programas de Máster y de Doctorado.
El único obstáculo que está intentando solventar se corresponde con las zonas negras de internet en la España vaciada, que impide que sus estudiantes puedan conectarse asiduamente, así que busca formas alternativas con tutorías individualizadas e, incluso, llamadas telefónicas para que estos alumnos puedan tener las mismas oportunidades que sus compañeros.
Sin embargo, para esta profesora soriana, este nuevo escenario aporta nuevas formas de aprendizaje que se asemejan mucho más al entorno de trabajo profesional: “Por ejemplo, mis estudiantes han cambiado el entrar en cabinas de interpretación por desarrollar destrezas de interpretación remota, que es lo que demanda ahora el mercado de los proveedores de servicios lingüísticos”.
Ortego explica que la universidad contaba con las herramientas y los mecanismos para adaptarse rápidamente a este nuevo escenario: “Teníamos mucho material grabado en el campus virtual, así que ha sido una transformación rápida”. Además, asegura que “al profesorado universitario se le ha formado en la última década en la docencia on line y ha sabido adaptarse rápidamente”.
Miguel Ángel Jimeno, profesor de la Universidad de Navarra
Miguel Ángel Jimeno es profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y abandera este cuatrimestre los Trabajos Fin de Grado (TFG) de los alumnos de 4º de Periodismo: “Son, casi siempre, trabajos en equipos de unos diez alumnos. Tienen que ‘sacar al mercado’ un medio de comunicación en cualquier soporte”. Por la naturaleza del trabajo, apenas hay clases teóricas y sí muchas reuniones con cada grupo y pequeñas reuniones con áreas específicas de cada proyecto –memoria económica, redaccional, visual…– o citas individuales para pararse a pensar en reportajes concretos.
Según este profesor universitario, “hay diálogo, hay cortas exposiciones de avances, hay muestra de ejemplos vía pantalla en la sala de reuniones… Lo presencial, el verse, el escucharse, el anotar, el papel y boli, la gran pizarra que se llena de ideas, de flechas… resulta fundamental. Son clases vivas, incluso con presencia de invitados que les asesoran en algún asunto del proyecto”. Desde el confinamiento, han seguido la misma rutina, aunque explica que se pierde “el roce”, fundamental en una asignatura tan pegada al diálogo, a la puesta en común, a la vida profesional.
En su universidad y su facultad, no ha cambiado el ritmo porque desde antes del confinamiento se planificó todo. Se actualizaron las guías docentes de las asignaturas, cada profesor planificó al detalle cómo iban a ser sus clases, sus reuniones, sus fechas de entrega, sus exámenes: “Los alumnos sabían todo. Además, cuentas con la madurez de los universitarios”.
También se ha contado con algo que quizá no estaba previsto: los alumnos están aprovechando muy bien esta época porque tienen todo el tiempo para dedicarlo a sus estudios. “En el caso de mis alumnos, es muy posible que estén dedicando más tiempo a sus TFG que antes porque les llena, porque llenan horas del día que, si no lo hicieran, los días serían muy largos”, afirma.
Jimeno cree que la universidad tiene una ventaja respecto a los escalones educativos inferiores: no resulta tan esencial la presencia del profesor en la enseñanza. Cada vez más, muchas asignaturas se basan en trabajo individual del alumno y la puesta en común en clase. Para Jimeno “el profesor universitario acompaña en el camino, deja que el alumno se equivoque, que tenga espíritu critico, que trabaje en equipo”.
Jorge Largo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid
Jorge Largo es profesor en la Facultad de Educación de Universidad Complutense de Madrid (UCM) y, además, miembro fundador de la Plataforma Educativa MIAC (Maestros Innovadores, Alumnos Competentes). Él asegura que “en el ámbito universitario, la aparición de los nuevos formatos para llegar al aprendizaje y al conocimiento hace que la enseñanza presencial no sea, en un alto porcentaje de alumnos, una prioridad en el siglo XXI”.
Por todo ello, cree que la modalidad on line, acompañada de una buena competencia digital y una buena metodología, puede poner en valor muchos aspectos que tienen que ver con la posibilidad de interactuar en directo, pero también en diferido, adaptándose así a muchas de las necesidades que plantean los adolescentes.
En cuanto a los coles e institutos, piensa que “lamentablemente, nuestro sistema educativo no estaba preparado para dar el salto, de la noche a la mañana, a la Educación virtual. Más que nada porque, todo el mundo sabe que al menos en etapas obligatorias, ni la madurez del alumnado, ni las posibilidades tecnológicas de muchos ni su falta de competencia digital, hacen que sea un buen modelo para recibir clase. De hecho, estamos viendo cómo con todo lo anterior, garantizar la igualdad de oportunidades, es un tanto pretencioso”.
Para este profesor a pesar de que en el ámbito universitario se hayan hecho muchos ajustes y siempre desde la buena voluntad, también se ha evidenciado que hay cosas que mejorar: “Quiero señalar que, aunque todos y todo esté rodeado de tecnología, y por tanto de la influencia digital, el mayor de los errores al que nos enfrentamos está en pensar que por haber crecido rodeados de tecnología y dispositivos somos competentes digitales en su uso. Esto, de verdad, es absurdo”.
Es más, Largo cree que “si pensamos esto, podríamos también decir que por haber nacido rodeado de automóviles, ya todos sabemos conducir” [sonríe]. “Estas presunciones son un problema grave, pero lo bueno es que no solo lo pienso yo, sino también el Gobierno y las administraciones educativas. Prueba de ello, es que ya en 2006, y fruto de las políticas europeas en materia educativa, en España se desarrolló una nueva ley educativa –la LOE– que establecía una obligatoriedad para que colegios e institutos desarrollaran una competencia digital de manera transversal. ¿Nos suena?”, comenta el profesor.
A partir de esto, los centros se han sumado a un reto importante: lo digital está cambiando el significado de los conceptos de enseñanza y aprendizaje. La forma en la que accedemos a la información, la gestionamos y almacenamos, la forma en la que nos comunicamos y en la que decidimos cambiar esa parte tan hegemónica e imperante como lo ha sido el face to face.
Interesante publicación, espero que tengan en cuenta nuevas estrategias innovadoras, además de la equidad, la igualdad y la inclusión, porque la BRECHA DIGITAL existe en todo el mundo, masa aun en mi país ARGENTINA.
Las universidades no están preparadas, muchos de errores del docente se debe al poco respaldo que tiene de las autoridades educativas, las cuales exigen un dominio de la técnica, la tecnología y de paso que el docente «resuelva» sin antes haber tenido una adecuada formación. El reto de la educación consiste en formar docentes que sea capaces no solamente de estar frente a un computador y «dar su clase» sino contribuir, crear y desarrollar contenidos para que sea el estudiante quien aprenda a través de la investigación, la experimentación y el roce con experiencias a través del uso de las tecnologías…Saludos!