Lecciones del Covid (y II)
Cuando nos reencontramos Rúas y yo por videoconferencia porque aún están prohibidos los viajes entre regiones, nos saludamos como sé que lo hacían dos viejos amigos cuando volvían a verse: un ligero levantamiento de cejas. En estos tiempos del Covid 19, vamos haciendo “camino al andar” como aprendimos con Machado y su Campos de Castilla, tierra de nacimiento y acogida de estos dos colegas. Y retomamos la eterna conversación donde la habíamos dejado unos días antes: la reincorporación de médicos y la entrada de nuevos profesionales sanitarios al servicio de la causa común: derrotar a la pandemia.
Rúas, ¿cómo ha sido todo?
Muchos galenos recién jubilados pidieron el reingreso en la carrera para ayudar a sus homónimos y salvar vidas humanas. Eso ha ocurrido en toda España. Y los que se habían cogido días de vacaciones, interrumpieron las mismas para sumarse al servicio. Y se unió a este equipo la generación más joven: residentes MIR, estudiantes de 4º de Enfermería y de 6º de Medicina. Por cierto, ante las voces que por aquí y por allá anuncian que cuando esto pase habrá despedidos de médicos y enfermeros, todas las fuentes consultadas señalan que, sobre todo, se trata de ese personal joven extra que ha sido contratado por la situación desatada.
Me quedo meditabundo y tres pensamientos se me vienen a la mente: Uno, la miopía de miras del Tribunal Constitucional alemán de hace unos días contraviniendo la decisión de su gobierno de hace unos años de aprobar fondos para la financiación de la UE. Decisión a la que por fortuna ha respondido sobre la marcha la Comisión Europea abriendo diligencias y un posible expediente sancionador al país alemán. Esperemos que eso se convierta en un impenetrable e indestructible dique por el bien de toda la UE y también de Alemania. De no ser así supondrá el final de la UE y el reinicio de la Historia de Europa con otras circunstancias.
Muchos galenos recién jubilados pidieron el reingreso en la carrera para ayudar a sus homónimos y salvar vidas humanas
Dos, al hilo de esto recordarles a esos obtusos jueces y a quienes les apoyen que desde los años 50 del siglo pasado millones de españoles y de europeos de otras latitudes inmigraron a ese país ante la falta de mano de obra cualificada y las carencias en sus naciones de origen para formar parte del llamado “milagro alemán”. Y se me vienen a la mente mi tío abuelo Fernando Rodríguez, que se jubiló siendo el responsable del Departamento de tapicerías de Mercedes Benz en Stuttgart. Y Fernando Moreno, ingeniero, responsable de Diseños en la Danfoss junto al Mar del Norte. Ambos formaron allá familia con nativas, nuevas proles hispano alemanas y europeas. El amor abre fronteras que la sin razón y a veces las leyes y las administraciones crean.
Tres, si los soberbios y engolados gobiernos del norte de la UE siguen negando la mayor, la historia los pondrá en su sitio. No escatimen en financiar la Educación, la Sanidad ni los Servicios Sociales. Tampoco en reflotar o ayudar a superar el bache a las compañías, desde pymes a grandes empresas y cooperativas que de verdad estén comprometidas por generar y mantener empleos de calidad y riqueza para todos los implicados. Por supuesto auditando cada céntimo que se invierta con altura y profundidad de miras, y con honradez, con una burocracia inteligente (y no kafkiana).
Si los soberbios y engolados gobiernos del norte de la UE siguen negando la mayor, la historia los pondrá en su sitio
¿Y qué hay de cierto en que desde jóvenes hasta jubilados hayan trabajado sin desmayo durante los dos meses más terribles?
Así ha sido durante esos 60 días mirando cara a cara al diabólico Covid 19 y a la muerte. Turnos de 24 y 48 horas llenos de vocación, humanidad y nobleza por salvar vidas humanas en las semanas en las que la opinión pública escuchaba cómo iban cayendo en cascada inhumana los peores datos de esta tragedia.
¿Y cómo ha sido la colaboración entre lo Público y lo Privado?
Ejemplar desde el momento en que el Decreto de Alarma estableció que los servicios de los hospitales privados tenían que estar al servicio de la causa común. Todos los centros han funcionado como una gran orquesta donde no había duda de que era un país de sanitarios luchando a brazo partido para salvar vidas y cuando no ha sido posible, acompañar con calor humano el último momento de vida como se merece cualquier persona; ahí conviene destacar el papel de entrega de la enfermería.
Y al escuchar a Rúas decir esto pienso en el célebre, hermoso e histórico cuadro de Juan Genovés, El abrazo, y en qué lejos están de esos representados más de uno y de dos representantes políticos de hoy no solo en España, sino también en USA, China, Holanda, RU, Brasil, Italia, Alemania, Corea del Norte…
Me quedó absorto en mis meditaciones y antes de decirle hasta luego a Rúas, le cuestiono: ¿y cuál era el mejor momento del día?
Y él, sin dudar, nos espeta: cuando a las ocho de la tarde de pronto una enfermera o cualquier otro sanitario espontáneo rompía a cantar con amor propio, con rabia, con esperanza y derrochando la última gota de sudor: … ¡Resistiré, erguido frente a todo…! Y un coro se liberaba durante unos minutos del drama silencioso hospitalario salpicado por lágrimas.