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Septiembre: ¿Ordinario o extraordinario?

¿Qué nos está demostrando esta experiencia con la enseñanza a distancia a través de las TIC? ¿El fin de la escuela tal y como la conocemos está cerca? ¿Es postureo pasajero? ¿A qué escuela deberíamos volver el curso que viene?
Julio Carabaña
Catedrático de Sociología en la Facultad de Educación-CFP, UCM
26 de mayo de 2020
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En este tiempo de tribulación se está intentando sustituir el antiguo modelo presencial de enseñanza por otro más moderno a distancia, a través de la tecnología. La enseñanza a distancia es  tan antigua como los medios de comunicación de masas: la inauguró la imprenta a través del libro, que hasta los años sesenta del siglo pasado sustentó un buen porcentaje (en Bachillerato creo recordar que llegaron al 30%) de alumnos libres, que estudiaban en casa o con un tutor particular. También tuvo cierto éxito la enseñanza no formal, en particular la profesional, por correo.

Tras la Ley General de Educación (1970) se sustituyeron los alumnos libres por el Bachillerato  a distancia y la Universidad a distancia, basada en el correo con material impreso, ayudada por el teléfono para tutorías, y hasta el vídeo.

La novedad reciente es la impresión electrónica (que suele acabar siendo física) y el televideo, individual o colectivo. Es mejor, pero queda todavía muy lejos de la comunicación personal, el aprendizaje en grupo y el control presencial. La prueba es el grado de penetración de las enseñanzas a distancia: el Bachillerato a distancia es residual, y las universidades son marginales y no suponen competencia para la universidad presencial.

 

La nueva enseñanza a distancia, con la incorporación de la impresión electrónica, es mejor, pero queda todavía muy lejos de la comunicación personal, el aprendizaje en grupo y el control presencial

¿Cómo es entonces que hay tantos partidarios de revolucionar la enseñanza a través de las TIC? Por lo mismo que hay partidarios de la innovación en cualquier otro ámbito, con el acicate de que en la mayor parte de los otros campos profesionales ha habido innovaciones muy positivas, pero en la enseñanza apenas. Alberto Moncada solía decir que si un romano volviera a la vida, una escuela sería el lugar donde menos diferencia notaría con su tiempo.

Los innovadores tienen orígenes varios. En la base están los profesores, siempre queriendo ser más eficaces y demandando fórmulas y medios. Por arriba están los ofertantes. Están los profesionales de la Didáctica y la Pedagogía, cuyo oficio es ofrecer mejoras; están los productores de tecnología educativa, antiguas editoriales; están los vendedores de enseñanza a distancia, tanto empresas como profesores.

Su problema es que en la enseñanza la comunicación de masas funciona peor que en otros campos. Comparemos, por ejemplo, con el entretenimiento. Sigue habiendo actuaciones en directo (teatro, conciertos), pero la mayor parte se vende enlatado (cine, series, grabaciones) por grandes compañías y grandes artistas.

Hay muchas universidades queriendo vender sus cursos grabados, y muchos profesores queriendo ser los protagonistas de estas grabaciones, los Elvis Presley de las Matemáticas, digamos. Y están, por último, los gurús del progreso en general, que también lo ven en la enseñanza.

Hay muchos profesores queriendo ser los Elvis Presley de las Matemáticas

Creo que esta experiencia con las TIC, con la enseñanza a distancia basada en las TIC que se está haciendo con motivo de la pandemia, va a servir para ponerla en su sitio delante de todos: profesores, alumnos, padres y observadores externos. Se está viendo que los profesores pueden usarla, que funciona como opción de recambio y hasta que tiene algunos aspectos interesantes. Pero que es una opción inferior a la enseñanza presencial organizada en escuelas. Y ello por mucho que la industria de la teleenseñanza presione aprovechando la coyuntura.

Esta experiencia con la enseñanza a distancia basada en las TIC con motivo de la pandemia va a servir para ponerla en su sitio, por mucho que la industria de la teleenseñanza presione aprovechando la coyuntura

Así que ¿qué hacer en septiembre? Yo considero que en septiembre deberíamos volver a una vida lo más normal posible, también en las aulas; nada de nueva normalidad, más bien normalidad a secas.

Y no digo con esto que de la experiencia con las TIC no vaya a quedar algo positivo, lo mismo que del sitio de Bilbao quedó el bacalao al pil-pil. Pero, por favor, no nos hagamos la ilusión de seguir sitiados a perpetuidad por este o por otros coronavirus comiendo a base de bacalao al pil-pil, porque eso significa la ruina económica y la descomposición social.

Pero, ¿y si el virus vuelve, como se dice, otra vez en otoño, sin que haya aún vacunas? Pues para entonces habremos aprendido a tratar con la epidemia por partes y a dominar el pánico.

La Covid-19 llegó con el aviso de que mataba a los viejos, no afectaba a los niños y era leve con los jóvenes. ¿Qué hicimos? Lo primero que se hizo en marzo fue cerrar las escuelas, en lugar de acordarse antes de las residencias de ancianos. Lo de los ancianos ya lo hemos aprendido. Y lo de los niños lo deberíamos haber aprendido también.

La Covid-19 no afecta a los niños. El 23 de febrero de 2020, diez días después de haberse cerrado las escuelas, el Instituto Carlos III (Renave) recogía en toda España 89 casos de Covid-19 en el tramo de edad entre 5 y 14 años, de los cuales, cinco hospitalizados. Entre los 50 y los 59 años los casos eran 2.467, de los cuales 778 hospitalizados, 72 en la UCI y 10 fallecidos. No hay, por cierto noticia de que los enseñantes se hayan contagiado más que otras profesiones.

En septiembre, las escuelas deberían abrirse como de costumbre. ¿Con precauciones? Todas las necesarias, e incluso algunas de las convenientes, dependiendo del peligro de contagio. Ojalá no, pero quizás haya sitios donde deban evitarse las aglomeraciones y los gritos, aconsejar que los abuelos no recojan a sus nietos, poner mamparas, llevar mascarilla, y proteger especialmente a los profesores de más edad. Todo eso ayuda a prevenir contagios, da tranquilidad y evita discusiones. Pero en su momento y en su lugar. No creo que tenga sentido establecer ya y con carácter general que haya turnos con métodos híbridos ni cosas por el estilo. Lo que deberíamos hacer es pensar en volver a la normalidad preparados para tomar precauciones.

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