Educar... ¿sin contacto?

Durante toda la fase de confinamiento no ha quedado otra opción que hacer malabares para continuar el curso con los alumnos. Recursos online, correos, videoconferencias… Según el CSIF (Central Sindical Independiente y de Funcionarios), hasta un 93% de los docentes sufre o ha sufrido desgaste emocional y estrés debido a esta situación. Ya no solamente por el hecho de tener que reinventarse sobre la marcha, sino por la incertidumbre que supone no saber cómo vamos a tener que trabajar en el futuro más inmediato.

Ya están anunciando que cuando se retomen las clases presenciales se hará restringiendo el uso del papel, sin balones y minimizando todo contacto físico.

¿Un colegio sin balones? ¿Sin contacto físico? Soy consciente de que la situación es compleja, pero soy incapaz de imaginarme una escuela así. ¿Cómo va a impedir una maestra de Infantil que dos alumnos no tengan contacto entre sí? Quizá la clave está en asegurar que los alumnos que entran al colegio se desinfectan correctamente y salen igualmente desinfectados. Si no, estaríamos educando de una manera inhumana (e inviable para alumnos, familias y profesores).