Cómo corregir durante el confinamiento

Muchos han sido los aspectos a los que nos estamos teniendo que adaptar estos días tras la llegada del Covid-19. Maestros, familias y niños han visto alterada su rutina habitual necesitando ajustarse en un corto periodo de tiempo a grandes cambios. Uno de ellos ha sido el abandono de los libros en papel, las libretas y los bolígrafos sustituidos por las teclas del ordenador, las apps y las infinitas páginas web y plataformas digitales llenas de actividades.

Y si bien como maestros dedicamos horas y horas a la planificación sobre cómo enseñar on line, una parte relevante a valorar y que no debemos descuidar es también la forma en la que corregimos al alumnado.

Cuando recibimos sus trabajos escritos, los docentes tenemos que ayudarles a avanzar viendo el error como una oportunidad para seguir aprendiendo.

Hace tan solo dos meses y medio, las palabras que transmitíamos al alumnado se hacían eco de una expresión facial (una sonrisa o un guiño de ojo) o de pequeños gestos con nuestro cuerpo (un OK con la mano, una palmadita en la espalda…) que reforzaban positivamente el trabajo.     

Hoy las palabras se quedan huérfanas. ¿Qué sucedía en los pequeños cuando veían al docente sonreír?, ¿o cuándo sus compañeros le daban un abrazo en recompensa al esfuerzo?, ¿y si la clase entera aplaudía como un elogio a un buen comportamiento?

Cómo complementarlo para reforzar la actitud de nuestros niños, sorprenderlos y mantener la ilusión por seguir mejorando cada día, es el reto docente de la nueva escuela virtual.

No debemos olvidar lo necesario que es cuidar las emociones que todos estamos sintiendo estos días. Solo con el corazón activado podemos conseguir que quieran continuar con la tarea escolar. La distancia no debe suponer ningún obstáculo para que siga existiendo un clima de distensión, afecto y apoyo en nuestras clases. Las emociones positivas están unidas al corazón y a la labor de cada maestro y alumno.

¿Dónde queda el enseñar y reforzar a cada uno de forma individual respetando se ritmo de aprendizaje? Estamos necesitados de esas palabras, gestos y miradas de complicidad, aceptación, risas, alegrías, entusiasmos, enfados, tristezas… Nuestras palabras de aliento como ¡tú puedes!, ¡eres muy listo!, ¡tranquilo, ya lo conseguirás!, ¡adelante, otro día lo harás mejor! En definitiva, humanizar la Educación que estamos llevando a cabo en estos momentos.

Ahora más que nunca, es tarea de la familia el compromiso de la socialización positiva de sus hijos.

Nuestro tiempo es lo mejor y lo más valioso que podemos ofrecerles. Ponte a la altura de sus ojos y háblales con cariño, con magia y con emoción. Saca tu niño interior y sorpréndete de serlo de nuevo. Cuando decimos: “¡Vamos a hacer magia!”, ellos te miran y escuchan atentamente. Ahí tenemos la oportunidad de ponernos las alas de ese niño o niña y aprender a volar, a innovar, a escuchar y a crear juntos.

La infancia está repleta de curiosidad, empatía y felicidad. Necesita de un feedback donde seamos maestros y alumnos a la vez. Este feedback no se consigue con una Educación virtual. Realmente necesitamos una Educación presencial.

El confinamiento nos ha mostrado que la Educación no es solo ofrecer conocimientos, sino que también es muy importante que el alumno te vea, te sienta, evitando la frialdad y la desmotivación. La Educación presencial crea en el alumno nuevas formas de vida.

La enseñanza virtual nos ha demostrado una enseñanza desestructurada. Se ha perdido la intimidad personal, los horarios, las tareas que se reciben, los medios informáticos y de comunicación son poco adecuados o incluso escasos… todo sin perder de vista una situación familiar no mucho mejor, al estar los padres totalmente rebasados por esta avalancha de información técnica e informática.

La fría Educación virtual podrá en un futuro, que por desgracia es presente, complementar la Educación presencial cuando esta no sea posible, pero nunca podrá suplir el concepto integrador, socializador y de afectividad de la Educación en la escuela.

Alicia Tojeiro Ríos, Irene Rejón y Natalia Fernández. Maestra de Infantil y Primaria, de Audición y Lenguaje y educadora infantil respectivamente.